Este miércoles hubo audiencia imputativa por el homicidio del que resultara víctima Federico Orellano (17) ocurrido en Bº Villa del Parque en la madrugada del pasado sábado. En la misma, el juez Javier Bottero decretó la prisión preventiva de Santiago Obata (32), único imputado por el episodio. Pero también se conocieron detalles de una reunión con múltiples personas que compartieron una cena con presencia de alcohol y drogas pesadas; hay dudas respecto al presunto faltante de una suma de dinero que el homicida le reclamaba a quien fue la víctima.
En horas de la mañana de este miércoles -con media hora de retraso debido a que a último momento hubo un cambio en la defensa del encartado- se desarrolló la audiencia de medidas cautelares solicitada ayer por la fiscal Fabiana Bertero, en el marco de la investigación del homicidio del que resultara víctima Federico Orellano (17), quien fue asesinado con un disparo de arma de fuego en el abdomen, hecho ocurrido el sábado pasado en horas de la madrugada, en una vivienda de calle Dean Funes al 400 del barrio Villa del Parque de nuestra ciudad. Por ese suceso hay un único detenido y acusado, tratándose de Santiago Rodrigo Obata (32), un sujeto de frondosos antecedentes que hacía un mes que había salido de la cárcel tras purgar una condena por tenencia indebida de arma de fuego de guerra, y que fuera detenido por efectivos de la Agencia de Investigación Criminal el mismo sábado, pocas horas después de cometido el grave suceso.
Cabe señalar que la audiencia de este miércoles se retrasó algunos minutos debido a que el Dr. Carlos Flores no pudo ejercer la defensa del encartado tal como lo había hecho el martes en la audiencia imputativa, siendo reemplazado por su par, la Dra. Mónica Ronchi, ambos pertenecientes al Servicio Público Provincial de la Defensa Penal.
Recordamos que en esa audiencia imputativa, la fiscal Bertero había señalado que: "En horas de la madrugada del pasado sábado, Santiago Obata y la víctima se encontraban junto a un grupo numeroso de personas en una vivienda de calle Dean Funes al 400 del barrio Villa del Parque". La Fiscal indicó que en un momento determinado, el imputado comenzó una discusión que fue subiendo de tono, acusando a Orellano de ser el responsable del faltante de una suma de dinero en efectivo. Agregó que en ese contexto, Obata fue hasta el cajón de un mueble desde donde extrajo un arma de fabricación casera de las denominadas 'tumberas'. Con la misma primero golpeó a Orellano en la cabeza y luego le efectuó un disparo a corta distancia en la zona abdominal. Dijo Bertero que el tiro fue de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba, provocando graves lesiones en órganos vitales, causando de esta manera la muerte casi inmediata del menor.
Relató que luego, el presunto homicida, con la ayuda de otro de los individuos que se encontraba en la casa, tomaron el cuerpo de Orellano de las piernas y los brazos y lo sacaron a la vía pública donde finalmente fue hallado poco después.
Tras ello, Obata se fue del lugar luego de amenazar a los presentes diciendo que los iba a matar a todos en caso de que lo denunciaran ante la policía.
Posteriormente, el violento sujeto atacó a los efectivos policiales que lo habían detenido y que lo trasladaban a la Alcaidía de la Jefatura de Policía local.
La historia oficial de una noche violenta
Quienes lo conocen aseveran que Santiago Rodrigo Obata (32) es un sujeto violento y así lo demuestran sus antecedentes. Viejo conocido -a pesar de tener apenas 32 años- de los investigadores policiales, Obata venía de cumplir una condena por tenencia indebida de arma de fuego de guerra y ahora enfrenta acusaciones de Homicidio doloso agravado por el uso de arma de fuego; Coacciones agravadas y Resistencia a la autoridad, lo que lo llevará nuevamente a la cárcel en principio por al menos 10 años y seis meses, sin contar los agravantes y las reincidencias en cuanto a sus conductas delictivas.
El sábado, según contaron participantes del encuentro, hubo una reunión numerosa en una de las tres viviendas que se levantan en el terreno ubicado en calle Dean Funes al 405 del barrio Villa del Parque, en la que reside un hermano 'unilateral' de Obata llamado Máximo Rodrigo R. y su pareja, Guillermina Daniela L. También se encontraban Gonzalo Nicolás I., otro hermano unilateral del acusado; Federico Iván Orellano (la víctima fatal); Guillermo G.; Nicolás Gastón C.; y el mencionado Santiago Rodrigo Obata. Junto a ellos y compartiendo la cena estuvieron Débora I. (media hermana de Obata) junto a su pareja y una beba de cinco meses de vida. Estos últimos, luego de comer se retiraron hacia otra de las viviendas del mismo 'complejo'.
Los demás permanecieron en la casa de Máximo Rodrigo R. (amigo del fallecido Orellano) consumiendo no solo el alcohol sino también drogas (algunos hablan de presencia de crack, nombre callejero dado a la cocaína que ha sido procesado del clorhidrato de cocaína a una base libre para fumar. Crack es más peligroso que otras formas de cocaína y es extremadamente adictivo).
Ese cóctel absolutamente explosivo derivó en una discusión que comenzó el propio Obata, quien increpó violentamente a Orellano, acusándolo de ser el responsable del faltante de una suma de dinero estimada entre los cuarenta y los cincuenta mil pesos. Orellano negó ser el autor de la sustracción pero Obata comenzó a golpearlo. Poco después, el acusado se dirigió a otro domicilio a reclamarle a un sujeto el dinero y tras ello retornó a Dean Funes 405 donde finalmente, luego de golpearlo en el rostro y obligarlo a arrodillarse a sus pies (según los testimonios), Obata le efectuó el disparo mortal a Orellano a la altura del abdomen. No conforme con ello, con la ayuda de uno de los asistentes, tomaron a Orellano de brazos y piernas y los 'tiraron' literalmente a la vía pública donde más tarde fue hallado por la policía tras recibir un llamando telefónico alertando de la situación.
Ese llamado, según también se supo extraoficialmente, fue realizado presumiblemente por una familiar directo de Obata. Luego, el asesino escapó del lugar tras amenazar a los presentes y a su media hermana Débora, de llevarse a la beba de cinco meses de vida y matarla si es que le contaban a la prevención lo que había sucedido.
En definitiva, nadie sabe (o sí) si el dinero reclamado por Obata a Orellano existió; nadie sabe (o sí) quién lo robó; nadie sabe (o sí) si Orellano era amigo -a pesar de la diferencia de edad- de Obata, o si simplemente compartían momentos de consumo de alcohol y de drogas. Lo que sí se sabe es que esos cócteles son casi siempre mortales. Lo que sí se sabe es que en este tipo de episodios casi siempre están presentes el alcohol y las drogas. Lo que sí se sabe es que desde hace mucho tiempo Rafaela dejó de ser un lugar de paso para las sustancias prohibidas y que desde es 'mirada' con un atención especial por los narcotraficantes, que están seguros de encontrar aquí y en la región un mercado altamente beneficioso, con funcionarios que siguen pensando -como lo hacían años atrás- que todo es cuestión de situaciones interpersonales. En medio, la ciudadanía que sigue asistiendo cada vez más atónita a episodios que nos transportan a otros lugares sumamente violentos que tenemos en la provincia.
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