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Opinión

Ricardo Giorgetti, maestro de maestros

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

Por Alcides Castagno - Me recibió aquel día con la sonrisa de siempre, la piel del rostro enrojecida, que se hacía más notoria ante el avance de las canas recogidas en tiempos de aulas, de obsesión por saber y cimentar los conocimientos. Ricardo Giorgetti Paganini -de él se trata- exponía su idea con una profunda claridad, tan simple como para que no queden dudas del saber elaborado a conciencia. Todo en él era confiable.

Hijo único del italiano Santo Juan Bautista Giorgetti y de la argentina Angela Paganini, nació el 21 de marzo de 1918; los horrores de la Primera Guerra Mundial habían terminado. La familia se integraba con la abuela materna, que había enviudado demasiado pronto, y una tía. Santo nunca quiso que su esposa trabaje fuera del hogar; priorizó una educación de rectitud sin severidad; estaba empleado en una fábrica de fideos, la tía ejercía como modista y, con una economía sin holgura pero suficiente, Ricardo fue creciendo. Consentido de su abuela, fue su refugio y compañía; de ella heredó el cariño por los animales, los pájaros y las plantas.

Ni los Giorgetti ni los Paganini habían tenido la oportunidad de recibir una formación escolar básica suficiente; la suplieron con el cultivo de los hábitos de orden, puntualidad, respeto, pero decidieron que el pequeño Ricardo debía tener su escolaridad desde temprano; así fue como a los cinco años comenzó en la escuela N° 479 "Cristóbal Colón", continuó un año en la escuela "Alberdi" y desde 1928 hasta 1935 completó su formación como Maestro Normal Provincial en la Escuela Normal "Domingo de Oro".

Maestro

A esta altura tenemos que destacar la incidencia del ambiente adecuado para la formación vocacional de los alumnos. En la década del '30, la Escuela Normal era la transmisora de los nuevos conceptos que se registraban mundialmente en educación, que asumieron aquí Leticia y Olga Cossettini con el nombre de "Escuela Serena". En ese clima de respeto por el alumno, que se trasladaba al respeto y dignificación del maestro, Ricardo supo que su destino era aprender para enseñar.

Los cambios originaron algunos conflictos en el orden político-administrativo: de nombrar, ascender o destituir "a dedo", se pasó a reconocer la estabilidad laboral y el dictado de leyes regulatorias para nombramientos y promociones, lo cual obligó a los maestros a un constante perfeccionamiento.

Ricardo, con 17 años, obtuvo reemplazos como maestro en Bella Italia, Colonia Margarita, Lehmann y las escuelas Rivadavia y Sarmiento de Rafaela. En ese momento, sólo titularizaban aquellos que contaran con un contacto político importante, cosa que no ocurría con el joven docente; para subsistir, se empleó en una empresa comercial para atención al público. Finalmente, en 1940 fue maestro de grado provisorio en San Vicente y poco tiempo después en Zenón Pereyra; de esta última etapa destacó siempre la influencia decisiva de la directora, Perpetua Barberis de Remonda, quien le transmitió la valoración del alumno, su trato y asistencia individual. Al ser promocionada a inspectora la señora Barberis, la sucedió Oscar Depetris, quien también ejerció una influencia positiva en Ricardo.

A partir de 1944, Ricardo logró una serie de ascensos en el escalafón docente; la Escuela N° 389 de Estación Saguier, la N° 398 de María Juana, la N° 266 de Cañada Rosquín; hasta que en 1953 es nombrado por concurso Inspector Seccional de Escuelas Primarias, lo más alto del escalafón docente. En 1956, al hacerse cargo las autoridades surgidas de la llamada Revolución Libertadora, aquel concurso quedó anulado y Ricardo debió volver al cargo de Director en la Escuela N° 314 de Esperanza. Debió esperar hasta 1960 para -concurso mediante- volver a su cargo de Inspector Seccional, que mantuvo hasta su jubilación en agosto de 1978. Entretanto, su trayectoria reconoce la Presidencia del Consejo General de Educación; integrante del Jurado de Calificación Docente de concursos para ascensos; asesor para la Enseñanza de Áreas Especializadas, y otros tantos. Varias escuelas de Rafaela lo han tenido como iniciador e impulsor de sus trámites de construcción: la Escuela N° 1136 "Paul Harris", N° 851 "Ángela de la Casa", N° 1186 "Lisandro de la Torre", y como presidente del Consejo General de Educación, participó en la decisión de crear la Escuela N° 886 "Brigadier Estanislao López".

Familia

Toda la lista -necesariamente incompleta- que se menciona más arriba no sucede por casualidad ni accidente: Ricardo Giorgetti Paganini acumuló vocación, pasión y trabajo; triunfos y tristezas que fueron compartidas por la familia que formó con Yolanda María Perotti, su hija Marta Beatriz y su hijo Rubén Oscar. Si nos atenemos a la afirmación del Evangelio, que dice "por sus frutos los conoceréis (…) un árbol bueno da frutos buenos", podemos observar hoy la vigencia, trayectoria y prestigio de Marta y Rubén en el ámbito docente de la ciudad.

Recorremos en casa de Marta el archivo minucioso y clasificado de lo que su padre fue sembrando en los distintos campos donde actuó, es digno de un museo propio; por ejemplo, un cuaderno América de 50 hojas, totalmente manuscrito con una caligrafía admirable, en donde relata cada acto de su vida, sus luchas en el empeñoso fin de educar más y mejor; también vemos el testimonio de un curso de dibujo por correspondencia, con una precisión fotográfica, que debió abandonar, según lo comunicó, por no tener los 5 pesos necesarios para cubrir el arancel.

Participación

Ricardo Giorgetti amplió su compromiso con la ciudad a través de participaciones en entidades de diverso carácter: integró el Consejo Asesor del INTA Rafaela y fue cofundador de la Cooperadora; presidió durante 16 años la Cooperadora de la ex ENET N° 1 "Guillermo Lehmann"; desde 1971 participó en la creación de una facultad técnica, presidiendo durante los 6 primeros años la Fundación Universitaria, de la que fue socio fundador; durante 27 años actuó en el Rotary Club Rafaela; en 1997 el Concejo Municipal lo distinguió con el título "Honrar la Vida"; participó activamente de la Comisión Pro-Desarrollo de Rafaela, que tuvo como objetivos la creación de una Facultad Tecnológica Nacional, la creación del Parque Industrial y la concreción del acueducto Esperanza-Rafaela.

Ricardo Giorgetti Paganini fue más que la simple enumeración de su trayectoria, fue una personalidad que trasciende el tiempo de su siembra en la educación, para proyectarse en un concepto claro de formación en las personas. En una segunda nota recorreremos otros espacios e intervenciones de un hombre necesario para su tiempo.

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