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Opinión

Los conocidos de siempre

El escándalo del gasoducto Néstor Kirchner no sólo se llevó al ministro de Producción y sumó otra investigación judicial de kirchneristas por corrupción en la obra pública; también modificó el escenario electoral para 2023 con la introducción de un nuevo protocandidato: Daniel Scioli.
La vuelta al país del ex gobernador bonaerense, sus conexiones en el PJ y su perfil conciliador y antigrieta le abren una posibilidad de figurar en la boleta peronista el año próximo. Por eso su entrada al Gabinete resultó una pésima noticia para Sergio Massa que pretendía instalar en Producción a Ignacio de Mendiguren.
También por eso cayó mal en el Instituto Patria que impulsaba a Augusto Costa. En realidad Costa es un funcionario polirrubro. Su nombre sonaba como reemplazante de Martín Guzmán en la reciente embestida de Cristina y Máximo Kirchner contra el ministro de Economía. Costa es Kicillof.
Las decisiones más importantes ya se toman con un ojo en las candidaturas para 2023. La crisis económica acelera el ciclo político y todos buscan posición. Lo que explica la breve lucha sorda en la cobertura de la cartera vacante que Fernández cortó de un golpe con la repatriación de Scioli.
También explica otra interna virulenta: la de Gerardo Morales contra Mauricio Macri. Con la excusa de sentirse ofendido porque Mauricio Macri tildó a Hipólito Yrigoyen de "populista" Morales llamó a la ruptura de la alianza opositora. Sintoniza con Sergio Massa y como alfonsinista convencido cree que el país debe ser gobernado por una alianza peronista/radical, por lo que se alarma al ver que Horacio Rodríguez Larreta va perdiendo terreno en la interna del PRO.
Ve crecer a Macri, a HRL estancado y que la polarización favorece a los opositores más duros. Le facilita entonces las cosas al peronismo.
Macri, en tanto, no dice en público que va a presentar su candidatura, pero si lo hiciera nadie del espacio opositor podría derrotarlo. Scioli tampoco hablará de candidaturas, pero Alberto Fernández tiene una nula posibilidad de ser reelecto y la dueña de los votos, Cristina Kirchner, ya declinó esa alternativa en 2019.
Lo que lleva a la paradójica situación de que podría darse el año que viene una confrontación como la de 2015 entre Macri y Scioli, una segunda oportunidad para ambos, aunque falta conocer la opinión de la vicepresidente al respecto.
Esta mera posibilidad dice varias cosas. En primer lugar que después de ocho años no se ha podido procesar la sucesión de Cristina Kirchner. La vice no tiene heredero, porque creó una secta de autómatas en lugar de una organización con objetivos políticos suprapersonales.
En segundo lugar, muestra que los opositores que pretendían heredar el poder fracasaron o corren el riesgo de hacerlo. Eso vale tanto para Rodríguez Larreta que quería jubilar a Macri, como para Massa que pretendía hacer otro tanto con CFK. No hay renovación porque no hay renovadores. Por eso no se puede salir de un círculo que Dante hubiera incluido en la Commedia de habérselo permitido la historia.
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editorial escándalo gasoducto Néstor Kirchner Matías Kulfas
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