Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Opinión

El inglés de los trenes

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

Existe en Rafaela una calle adonde nunca ha llegado una carta, ni suena el timbre de alguna casa y sólo se puede recorrer a pie o, excepcionalmente, en un tren de paso. Es la calle Cristóbal Woodgate, que rinde homenaje a un personaje de la ciudad, que nunca habitó en ella y que se lo considera cofundador. La calle sigue la orientación de las vías del Nuevo Central Argentino y aparece como un tajo en el mapa. Nace en la calle 1° de Mayo al Sur y continúa hasta el límite norte. Atraviesa de sureste a noreste el barrio Sarmiento y por el Oeste recorre los confines de los barrios Barranquitas y San José. Cristóbal Federico Woodgate no es un nombre de fantasía; perteneció a un inglés, primogénito de un mayor del ejército. Nació el 29 de diciembre de 1828 y, terminados sus estudios universitarios, a los 20 años, se embarcó hacia Argentina en el vapor Mary Queen, que, después de 90 días de travesía, lo depositó en el puerto de Buenos Aires. Los ingleses estaban haciendo buenos negocios en nuestro país, como en tantos países del mundo, de modo que, relacionándose con empresas de ese origen, fue creciendo en experiencia y economía. En agosto de 1856 se casó con una porteña: Adelaida Rosalía Leambí.

Ferrocarril y estaciones Como sabemos, los ferrocarriles eran ingleses y tenían un plan de expansión con mejoras junto al tendido de vías. Al pasar por nuestra zona, el Central Argentino tenía que cubrir las estaciones de Gálvez, Sa Pereira, Aurelia, Lehmann y Rafaela. Utilizando sus contactos personales y con la ayuda de su yerno el ingeniero Enrique Mills, Woodgate consiguió los planos de planta de los pueblos a cubrir y los terrenos aledaños a las vías. Con esta información, salió a comprar dichas tierras a un precio muy accesible, las loteó y las ofreció en venta a los vecinos, en cuotas a largo plazo. La venta fue exitosa en su mayor parte. Una vez oficializado el nuevo trazado, trámite del que se ocupó personalmente, le transfirió los sobrantes a la viuda de Guillermo Lehmann, Ángela de la Casa. De toda esta gestión surge la intención de soslayar al pueblo de Lehmann y privilegiar el desarrollo de la estación de Rafaela. El primero de los terrenos fue comprado por Luis Del Zoppo, transferido luego a un señor Maradona, quien poco después lo vendió a La Defensa Agrícola para instalar allí su depósito. Poco a poco se fue poblando el sector de la estación Rafaela, aunque para ese tiempo quedaba un tanto lejos del centro. Un tema de discusión fue en ese momento el trazado de las calles paralelas a las vías, ya que los vecinos sostenían que se producía un triángulo diagonal con el resto de las calles preexistentes, lo cual provocaría trastornos en la circulación. Los reclamos no prosperaron, ya que se consideró que los planos presentados por el ingeniero Mills no representarían obstáculos para el tránsito futuro. La conexión de referencia entre el ferrocarril y el centro fue y es la avenida Mitre, la que, por otra parte, fue una de las primeras en ser pavimentadas con el adoquinado, teniendo en cuenta la necesidad de contar con un acceso confiable para el transporte de las mercaderías que llegaban y partían por medio del Central Argentino. Unos años después, la estación del Ferrocarril Santa Fe se construyó sobre terreno adquirido a Woodgate.

Cofundador

La tradición local, mezclada con datos históricos, adjudican a Cristóbal Woodgate el rol de cofundador de Rafaela. En paralelo con el formador Guillermo Lehmann, ambos crearon la plataforma de colonización, mediante tierras abiertas, compradas, loteadas y vendidas a candidatos que, en su mayoría, proyectaban quedarse para progresar. Los caminos para cumplir los objetivos fueron diferentes y también lo fue la envergadura de los negocios inmobiliarios emprendidos, pero el resultado fue positivo, como negocio para ellos y como fundamento de una población que creció sobre sus bases. Cristóbal Federico Woodgate, el inglés de los trenes, tuvo seis hijos, cuyo destino desconocemos, ya que ninguno de ellos habitó o frecuentó Rafaela. Cristóbal volvió a Europa, donde murió en la ciudad suiza de Anchy, con 74 años.

enfoques Alcides Castagno

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso