Por Rogelio Alaniz
I
Se lo empezó a conocer con el nombre "Frente de Frentes", una coalición opositora que suma once partidos políticos que se propone derrotar electoralmente al peronismo santafesino en las próximas elecciones a Gobernador, que se celebrarán antes de las nacionales, aunque hasta el momento no se conozca fecha, lo cual espero que no sea motivo de nuevas discordias. La iniciativa frentista adquirió el tono de noticia, aunque, a decir verdad, se la veía venir en tanto reconocidos dirigentes de los principales partidos políticos de esta coalición hace un tiempo que vienen trabajando para hacer posible este acuerdo que, como todo acuerdo político, posee sus tensiones internas, sus diferencias y si bien suma certezas importantes no se puede desconocer que también incluye interrogantes que seguramente algunos de ellos, los más importantes, se develaron en las últimas semanas. No sé si el nombre definitivo de esta coalición será "Frente de Frentes", una designación un tanto retórica, el esfuerzo verbal por dar cuenta del hecho que al clásico Frente Progresista que gobernó la provincia durante doce años, se suma el PRO y otros nucleamientos considerados en el lenguaje clásico de la política como de derecha, calificación que, como se sabe, hoy está puesta en discusión y muy en particular con su rival histórico: la izquierda. También se sabe que reducir al PRO a la designación de "derecha" es una simplificación, del mismo modo que calificar al Partido Socialista de izquierda. Lo seguro, más allá de matices y mediaciones, es que si el Frente de Frentes se consolida, es una alternativa política ganadora o con muchas posibilidades de serlo. Un detalle que los primeros en advertir han sido los peronistas, que no ahorraron críticas a la iniciativa porque, avezados operadores y pulseadores del poder, saben que la oposición unida dispone de muchas posibilidades de derrotarlos. "Se juntan porque quieren ganarle al peronismo", dijo un conocido dirigente peronista con tono acusatorio. La respuesta que se me ocurre en este caso es tan obvia como jaranera: "Chocolate por la noticia". Por supuesto que la oposición se junta para ganarle al peronismo, del mismo modo que el peronismo se juntó para ganarle al gobierno anterior.
II
En términos prácticos, hay que decir que el logro inicial más importante ha sido que el Partido Socialista acepte al PRO y que el PRO haga lo mismo con los socialistas. Al respecto, no era un secreto para nadie saber que para el partido fundado por Estévez Boero el PRO era algo así como el límite para cualquier acuerdo, una afirmación que los dirigentes locales del partido fundado por Macri también sostenían, aunque con menos énfasis. Pues bien, los prejuicios, reparos, diferencias ideológicas pareciera que se han superado, aunque sería apresurado una opinión definitiva en quehaceres políticos donde se discute el poder y donde los recelos persisten más allá de las frases de buena voluntad. Nadie tiene por qué alarmarse: la política se nutre de esas querellas y dejaría de ser tal si no estuvieran presentes. Más allá de observaciones, diferencias y legítimas dudas, convengamos que este Frente de Frentes no es un ave exótica en el territorio santafesino y que dirigentes de dilatada trayectoria están comprometidos con él por entender que es la opción política más viable, tal vez la ganadora, pero por sobre todos las cosas porque es la que reclaman amplios sectores del electorado. Un dato este último que no se debe subestimar o ahogar en la verborragia liviana de ciertos discursos, porque son las demandas de este electorado, demandas que se hacen sentir por diferentes caminos, uno de los factores -no el único- que más ha contribuido a este acuerdo y, sobre todo, el que más ha obligado a políticos reticentes a dar un paso que en otras circunstancias no hubieran estado muy dispuestos a dar.
III
El ya tradicional Frente Progresista es la base histórica de este acuerdo ahora ampliado pero también renovado. No se desconoce que en su momento el acuerdo entre el Partido Socialista y la UCR se debilitó por las estrategias políticas nacionales y, muy en particular, la incorporación de la UCR a una estrategia electoral nacional con el PRO. El socialismo nunca aceptó ese acuerdo; fue allí cuando habló de que Macri era el límite de cualquier alianza amplia y, por lo tanto, estas diferencias impactaron en Santa Fe, aunque habría que decir en homenaje a la verdad que socialistas y radicales ya sostenían diferencias locales que poco y nada tenían que ver con el contexto nacional. Lo cierto es que por una suma de causalidades el Frente Progresista se fracturó y, como era de prever, esa debilidad la aprovechó muy bien el peronismo, fuerza política que en los peores momentos nunca descendió de un porcentaje de adhesiones de alrededor del treinta por ciento y es siempre extendida a lo largo y lo ancho del territorio con representación parlamentaria, intendencias, además de una insaciable sed de poder. Por lo tanto, la victoria del peronismo en Santa Fe en 2019 no sorprendió demasiado, un peronismo que, importa advertir, necesita presentarse en esta provincia con candidatos que exhiban el signo de la moderación porque Santa Fe no es Formosa, La Rioja o Santiago del Estero. A diferencia de esos feudos, hay en Santa Fe una sociedad civil fuerte, polos regionales de poder económico consolidados y una opinión pública que jamás se dejaría someter por los sátrapas que al peronismo le encanta presentar como candidatos en provincias infamadas por la pobreza, la demagogia y la sumisión.
IV
El Frente de Frentes ha dado sus primeros pasos, exhibe buena salud y responde a necesidades históricas en la provincia como son la seguridad y la producción, pero a nadie se le escapa que hacia el futuro inmediato le aguardan dificultades serias, tanto internas como externas. Las declaraciones son generosas e inspiradas en los mejores ideales, como suelen ser las declaraciones políticas en general, pero se sabe que aquello que se llama el armado, el tejido o la construcción política, es un oficio, una práctica social y hasta un arte mucho más complejo que una declaración general de principios cuyo valor exclusivo, en nombre del realismo, es que sus integrantes hayan decidido firmarla y sacarse una foto. Lo que se hizo no fue fácil, pero lo que viene es difícil. El Frente de Frentes será tironeado por derecha y por izquierda, deberá desplegarse en un escenario político nacional complejo porque, si bien sus dirigentes insisten en que privilegiaron las necesidades de la provincia, ha nadie se le escapa que las estrategias nacionales intervendrán de alguna manera más o menos intensa. Tema no menor será la elección del candidato o la candidata a Gobernador. Ya se sabe que en estos casos siempre se dice que es un tema menor porque lo importante son los principios, la solidez de los acuerdos, pero sin subestimar tan sublimes intenciones me permito señalar que la elección de la persona con nombre y apellido que será Gobernador o Gobernadora no es nunca un tema menor, al punto que cuando con más insistencia algunos dirigentes declaran que lo es, más razones tengo no para desconfiarles sino para aceptar resignado que la política dispone de sus reglas y necesidades propias, y que ciertas cosas se tienen que decir más allá de que se crea con más o menos devoción en esas palabras. A la hora de "los mensaje subliminales", de las sutilezas o del empleo de la media palabra, insisto una vez más que la elección en el Frente de Frentes de un Gobernador o de Gobernadora; en este caso la inclusión de la posibilidad femenina no responde exclusivamente a una cuestión de género, sino porque se sabe o se rumorea que uno de los interrogantes abiertos en esta encrucijada política de 2023 es si el candidato será un hombre cuyo nombres posibles están en boca de todos, o una mujer cuyo nombre también está en boca de todos.
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