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Opinión

Aquellos deportistas

Por Alcides Castagno. Si ellos hubieran imaginado que estaban plantando la semilla de un mundo de juego y movimiento, el deporte, acaso no hubieran puesto el entusiasmo, sacrificio y talento que pusieron para dominar una pelota en el baldío, una bicicleta en el camino, la resignación ante el porrazo del Cucciolo y la muñeca recalcada, la reprimenda de mamá por la ropa engrasada, todo por el premio invalorable de llegar primero, hacer el gol, competir y competir con la pasión del "porque sí". Eran los que convertían al tiempo libre en juego y a los deportistas brillantes en próceres urbanos.

Avelino y el tenis

Avelino Alberto ha sido una presencia imprescindible en el tenis rafaelino. Sin proponérselo, demostró que se puede competir comenzando a "cierta edad", mantener el buen humor y conducta de caballero. Hombre de campo, corrió los caminos, se mezcló en el ciclismo, y un buen día llegó al tenis cuando Vilas era un niño y grand slam sonaba como una palabrota en árabe. Aún después de los 80 el bisemanal doble mixto lo tenía parado sobre el fleje del fondo de cancha.
"Un amigo me llevó un día a ver tenis -cuenta Avelino- yo nunca había visto. Me entusiasmé y empecé a jugar, mirando a los que más sabían. Íbamos por los pueblos donde había torneos casi todos los fines de semana. Yo creo que tengo más de quinientos premios ganados. Empecé en el Lawn Tennis, que tenía su sede en la manzana de Constitución, Las Heras, Salta y Garibaldi, hoy están en el centro pero en ese tiempo no había nada, ni un frontón para aprender algo tan difícil. Conmigo empezaron a ir también mi hija Pochi y Ricardo Sola. Un día ese club cerró y pasamos al Jockey. Allí estuve 8 años de presidente. Estaban los Colombo, los dos hermanos Remonda, Giacobino, entre otros. Ítalo Giacobino nos enseñó algo a todos. Fue un gran jugador que llegó a integrar el equipos argentino de Copa Davis. Entre las mujeres, Lita Borsoni, Chicha Portorreal… Mucho después surgió Javier Frana, un orgullo para nosotros con nivel internacional".
Avelino, competitivo y leal como pocos en un deporte de confrontación directa, como el tenis. Es un deber recordarlo, es un placer haber compartido tardes de raqueta y familia.

Charra, Pérez, el boxeo

Debo confesar que el boxeo no es un deporte que me agrade presenciar y menos practicar. Como de todo hay que ver un poco, recuerdo haber estado en el Luna Park, en el torneo Félix Daniel Frascara, donde contemplaba al público enfervorizado pidiendo más trompadas entre gritos y aplausos. En uno de los asientos del "ring side" Ringo Bonavena comentaba con amigos cada incidencia.
A pesar de lo dicho, cuando tuve delante de mí a don Alfredo Charra, manager y personaje del boxeo local, pude entender algunas cosas y escuchar con agrado sus historias.
"El boxeo es el único deporte que empieza a las trompadas y termina a los abrazos", afirma. A su lado Raúl Pérez, tez morena, cabello completamente blanco, asiente. Alfredo sigue: "Mi vinculación con el boxeo en Rafaela fue cuando conocí a Raúl; tenía 14 años, lo vi en Ben Hur con muchas ganas de progresar y buenas condiciones". Por su parte, el aludido amplía: "Comencé jugando al fútbol en Ben Hur, después me dediqué de lleno al boxeo. Ahí nos conocimos con don Alfredo, trabajamos y empezamos a pelear e íbamos ganando, ganando y ganando. Lo que sí, no tuvimos apoyo si no hubiéramos llegado a más. Había una buena tanda de boxeadores: Rompehuesos Gutiérrez, Zanella, Echániz, Tito Giovannini campeón del mundo. Además pasaron por aquí grandes boxeadores como Archie Moore, Federico Thompson, Jean Claude Boutier, Galíndez".
"Al principio se hacía mal el boxeo aquí -dice Charra-, hacían desafíos de barrios, anunciaban que iba a haber boxeo y cuando llegaban a la boletería nadie sabía quién iba a pelear entonces buscaban a algunos chicos que andaban por ahí y los hacían boxear. Raúl Pérez ganó 75 peleas por KO, 5 empates y las restantes por puntos. A Monzón le ganó tres veces. Alguien dice que recién empezaba, en realidad empezaban los dos; Raúl tenía 3 peleas más. Pesaban lo mismo con la misma edad".
Casi sin tomar aliento, el maestro Charra asegura: "Dicen del boxeo, pero si yo volviera a nacer volvería a hacer lo mismo, volvería a ser boxeador, a ser técnico. Me dio muchas satisfacciones, muchos amigos que nos reconocemos a pesar del tiempo y la distancia. Porque una vez que uno se encuentra en el boxeo pueden pasar 10, 15, 20 años y uno sigue saludándose, encontrándose. También me permitió conocer mi país y países extranjeros". Y termina con una frase firme como para que no se confunda: "¡Es un deporte sano!"
Alfredo Charra y Raúl Pérez, maestro y alumno de una escuela de disciplina y voluntad, que ha hecho y hace mucho para rescatar chicos que tienen como aula la calle y como profesor el vicio. Son dos rafaelinos que no llegaron a más por falta de apoyo, pero honraron a ese deporte que, según don Alfredo, es el único que empieza a las trompadas y termina en un abrazo.

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