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Opinión

Alejandra Nieto Longhi

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

En 1927 llegó al puerto de Buenos Aires, luego de una de tantas travesías, el “Giulio Cessare”, se asomaban a la baranda de la cubierta muchos rostros, entre ellos los de Florestano, Giusseppe Longhi, María y la familia Baruchelli. Habían dejado su Caldonazzo natal, recostado junto al lago, rodeado de montañas de verde intenso o totalmente blanqueadas en el invierno del Trentino. Venían a una tierra tan lejana en busca de paz, trabajo y alimento.

Giusseppe se empleó como jornalero en el Frigorífico Fasoli. Tampoco aquí la vida fue fácil, sólo que aquí no había guerra. Al mismo tiempo, debía aprender el idioma e integrarse con las demás familias que los habían precedido. Conoció a una vecina, Carmelina Galaverna, con quien inició un noviazgo que culminó en casamiento; tuvieros 3 hijos: Celia, Rodolfo y Nelia. Giusseppe –el nonno José- trabajó mucho, siempre persiguiendo el sueño de volver a su Caldonazzo natal, pero ni él ni nadie de su familia pudieron cumplirlo. Murió joven, a los 55 años.

Su casa natal ya no existe. Una de sus nietas tuvo la oportunidad de recorrer las calles del pueblo trentino, que guarda su pintoresca geografía para ilustrar los relatos de un tiempo sin retorno.

enfoques RELATOS EN PRIMERA PERSONA -7- opinión
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