09.03 El Gobierno apostaba a un superávit comercial holgado y una robusta recaudación tributaria por al agro. Pero los reveses climáticos obligan a recalcular
Es una de las mayores contradicciones de la economía argentina de estos días: el campo, el sector al cual el Gobierno apuesta sus fichas para que lo ayude a crecer en actividad y aportar divisas para mantener la estabilidad cambiaria tiene a sus productores en una crisis aguda.
Primero por la sequía extrema, luego por las inundaciones, lo cierto es que el fenómeno climático de "La Niña" agudizó los problemas de rentabilidad que la mayoría de los sectores (desde la soja a la ganadería) venían acusando desde el inicio de la gestión gubernamental. Y, en medio de reclamos de medidas de emergencia, empieza a expandirse una sombra de duda sobre los optimistas pronósticos que se habían hecho para la campaña 2022.
El más preocupado en el Gobierno es el ministro Martín Guzmán, quien había estimado un crecimiento exportador de 7,5% sobre el ya muy buen registro de 2021, que terminó el año en casi u$s78.000 millones. Casi un 30% de esas divisas fueron aportadas por el complejo sojero. Además, las retenciones a la exportación contribuyeron con casi un 10% de los $11 billones que ingresaron a las arcas de la AFIP.
Guzmán tiene la expectativa de que en 2022 otra buena performance del campo le dé las divisas suficientes como para que las importaciones crezcan un 9,4% - y así garanticen la continuidad de la recuperación industrial- pero que, además, le permitan lograr otro abultado superávit comercial, del orden de los u$s9.000 millones, con los cuales reforzar las alicaídas reservas del Banco Central.
La confianza oficial de los funcionarios con el aporte del campo llegó al extremo de que se consideró que este verano sería atípico y se evitaría la clásica turbulencia cambiaria estacional, gracias a un excepcional ingreso de divisas por la venta de trigo, que con más de u$s4.000 millones harían un puente hasta la llegada de los "sojadólares" en el otoño.
Con pocas semanas del nuevo año, ya aquel optimismo suena extraño y contrasta fuertemente con una sucesión de malas noticias.
Para empezar, la sequía de "La Niña" llegó en el peor momento posible para cultivos clave como la soja y el maíz -en conjunto, responsables del 40% del ingreso de divisas-, lo cual esta obligando a recalcular las proyecciones de producción.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires informó que apenas un 40% de la superficie sembrada de soja tiene una condición hídrica adecuada mientras que el maíz viene con la siembra retrasada y tambíen una fuerte insuficiencia hídrica.
"Algunos lotes presentarían daños irreversibles, afectando el potencial de cosecha 21/22" advierte un reporte de la investigadora Marianela de Emilio.
Lo cierto es que los mapas hídricos que suelen utilizar los técnicos agropecuarios para analizar el potencial de las campañas agrícolas impactan a simple vista: la presencia de grandes zonas teñidas de rojo y muy pocas áreas entonos de azul hacen que nomsea necesario ser experto en el rubro para entender la gravedad de la situación.
Lo que los técnicos denominan "agua útil" -la humedad que el cultivo puede extraer del suelo- desciende hasta cero en varias regiones del país.
Salvadores en emergencia
Los últimos informes están indicando que la campaña de soja podría dejar 39 millones de toneladas y la de maíz 48 millones, lo cual implica una revisión a la baja de un 12% respecto de las estimaciones previas.
En semejante marco de reveses para los productores, se torna cada vez más fuerte la presión para una declaración de emergencia agropecuaria por parte del Gobierno nacional para varias regiones del país. De hecho, ya hubo pronunciamientos en ese sentido a nivel provincial en Córdoba, Santa Fe, Misiones y Mendoza. En los últimos días hubo reuniones con la Comisión de Emergencia y Desastre Agropecuario. Las medidas clásicas para estos casos implican alivios impositivos bajo la forma de reprogramación de pagos, aunque no está prevista la baja de retenciones de exportación, un histórico reclamo de los productores que ha sido planteado nuevamente por legisladores de la oposición.
Pero para muchos productores estas medidas se están revelando insuficientes. Tras la sequía, hubo zonas que sufrieron inundaciones, al extremo de que en el sur de la provincia de Buenos Aires cayó más agua en 48 horas que en todo el año pasado. Se llegó a la situación tragicómica de que algunas zonas se inundaron justo cuando las autoridades acababan de declarar la emergencia por sequía.
Producción en baja, ¿precios en suba?
Claro que no solamente el agro argentino está con problemas derivados del clima, sino que otros importantes productores, como Brasil y Estados Unidos, están también por debajo de los niveles previstos. Esta situación lleva a que el stock mundial en cultivos como la soja tenga previsiones de recorte respecto de los niveles del año pasado, que ya de por sí era considerado muy ajustado.
A primera vista, esto podría suponer que en 2022 se vuelvan a ver precios récord en el mercado global. Y, de hecho, en los últimos días se observaron subas en los contratos futuros. En el Matba Rofex se están viendo récords, como u$s225 la tonelada de maíz y de u$s368 para la soja, lo cual supera los máximos que se habían visto el año pasado.
Sin embargo, los expertos en los mercados sugieren tomar con cautela los últimos movimientos y muchos tienden a pensar que los niveles actuales podrían ser un "techo" para el año, por lo que me aconsejan a los productores tomar coberturas que les garanticen el precio.
En otras palabras, de momento pocos ven chances de que vuelva a verse una supersoja por encima de u$s600 como la que en 2021 le sirvió como salvavidas a las castigadas cuentas del Gobierno.
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