Las tarifas de gas natural por redes fueron reformadas por el gobierno nacional, en el mismo acto regulatorio por el que aumentó fuerte sus valores, luego de cumplirse casi un año sin subas en ese combustible.

La actualización tiene un fuerte impacto informativo en términos porcentuales por los nuevos precios del millón de BTU que se traduce en metros cúbicos en los hogares. Pero además de esos publicitados cambios, existe otro del que poco se ha hablado y será relevante para los usuarios: el del cargo fijo que perciben las empresas distribuidoras.

La llegada de las próximas boletas incluirá un aumento de ese ítem tarifario que algunos expertos estiman en hasta un 5.000%. Conviene reiterarlo: se trata de uno de los componentes a sumar para conformar el total. Pero tan fuerte será el impacto de la reforma tarifaria que se ha decidido mensualizarlo, ya no lo calculará de forma bimestral.

Las tarifas de gas, desde las privatizaciones de los '90, deben contemplar idealmente un pago suficiente para cubrir el costo y las ganancias de las petroleras que extraen gas en la Argentina (llamado en boca de pozo), o del que deba ser importado porque en invierno es insuficiente la producción nacional; el costo del mantenimiento de las redes, la inversión y las ganancias de las empresas que transportan en gasoductos el combustible desde las áreas de producción a las principales ciudades del país; y finalmente los mismos conceptos para las empresas de distribución como Litoral Gas en el norte de la provincia de Buenos Aries y la provincia de Santa Fe, y de subdistribución, como en caso de la Cooperativa Setúbal en una zona de la capital provincial.

Obviamente, la salida traumática de la convertibilidad de 2001 y sucesivas políticas nacionales que congelaron o poco actualizaron las tarifas crearon subsidios con fondos del Tesoro, que el actual gobierno nacional ha decidido recortar. Básicamente, quitar esas ayudas a la clase media o lo que queda de ella.

En términos técnicos, hasta ahora, el 50% del Valor Agregado de Distribución (lo que cobran las empresas distribuidoras y subdistribuidoras) le daba forma al cargo fijo y el resto se canalizaba a través del cargo variable. Desde que comenzó el mes de abril todo el VAD se aplica sobre el cargo fijo.

El cambio crea un efecto de mayor previsibilidad en la distribución respecto de sus flujos de caja, que ya no estarán tan atados a las variaciones en el consumo tan vinculadas al clima.

Fórmula

Más cargo fijo, menos cargo variable es la base de la nueva formula. Y con ello, una tarifa más "plana" en la curva de las gráficas mensuales de las tarifas finales de los usuarios residenciales N1, de ingresos altos y sin subsidios; N2, de muy bajos recursos, con subsidios; y N3, de los llamados ingresos medios, ahora casi sin ayudas del fisco. Nada es más claro que la imagen que publicó en una red social el secretario de Energía de la Nación, Eduardo Chirillo, sobre lo que pagarán el gas natural por redes las familias.

La reforma puesta en práctica por la resolución del tarifazo del gas incluye una reforma que, en rigor, fue parte de las discusiones en la última audiencia pública celebrada por Enargas. De la idea de aumentar el valor del costo fijo de la tarifa (técnicamente, el cargo fijo) para la distribución fue parte de las exposiciones de los representantes de las empresas de ese segmento.

Diferencia

El propósito es doble: que quienes consumen muy poco gas paguen un costo fijo tarifario más alto, porque finalmente mantener las instalaciones de las redes hasta su llave de paso hogareña es tan costoso como para las viviendas que tienen un consumo alto; y por otra parte, que para las empresas distribuidoras su flujo de caja sea constante, menos empinado en invierno pero (antes) más alto en meses cálidos. Se espera que los efectos de las subas impacten en sus bolsillos luego del invierno.

El negocio del gas natural por redes, a diferencia de lo que sucedió con la electricidad, tiene una sola contraparte en el sector público: el Estado Nacional. Tal vez esa particularidad puede explicar que durante décadas de atrasos tarifarios las empresas no hayan desertado del negocio (como sucedió con el agua potable y la energía eléctrica en distintas provincias). También, porque los clientes de las distribuidoras de gas privadas y los socios de las cooperativas tienen, en general, mejores condiciones económicas que la totalidad de usuarios formales (y los enganchados) de la energía eléctrica y los servicios sanitarios.

La llegada de las próximas boletas incluirá un aumento de ese ítem tarifario que algunos expertos estiman en hasta un 5.000%. Conviene reiterarlo: se trata de uno de los componentes a sumar para conformar el total. Pero tan fuerte será el impacto de la reforma tarifaria que se ha decidido mensualizarlo, ya no lo calculará de forma bimestral. Fuente: El Litoral