Por Carlo Ruckauf
José Ignacio Rucci fue toda su vida un obrero. Nacido en Santa Fe, emigró hacia la Capital en busca de trabajo. Una verdulería, un frigorífico, luego en la fábrica de electrodomésticos Ubertini y la metalúrgica CATITA. La toma del poder por los militares en 1955 y la consiguiente represión a los sectores más vulnerables lo llevó a lucha gremial dentro de la Unión Obrera Metalúrgica.
Tomó distancia de Vandor cuando este cuestionaba a Perón y cuando el “Lobo” volvió al redil, Rucci estuvo a su lado. En 1970, durante el gobierno de Onganía, un grupo de gremios colaboracionistas, liderados por Guillermo Coria (UOCRA) intentó quedarse con la conducción de la CGT. Para desilusión de la Casa Rosada y alegría de Juan Domingo Perón el ganador fue Rucci. Pieza clave en evitar la trampa de un “peronismo sin Perón”.
Su pequeño discurso, ante el Consejo Directivo de la CGT, al asumir la Secretaría General quedará siempre en mi memoria. No solo por la crítica a los dirigentes que daban la espalda a los trabajadores, sino por el desconcierto de muchos de sus pares. Ya lejanos de las bases y enamorados del sillón. “Este se cree que somos delegados de fábrica” me comentó Juan Rachini (Aguas Gaseosas), sentado a mi lado. Mi respuesta: “los compañeros sueñan con muchos como él”.
Trabajó sin descanso para el triunfo de la causa popular. Dos días después de la coronación de ese sueño, fue asesinado. Montoneros, una organizacion terrorista marxista (infiltrada dentro del peronismo) acabó con su vida.
Perón, responsable del ingreso de Montoneros dentro de las filas populares, iba a llorarlo “como el hijo que no tuve”. El jefe de sus asesinos, quien mandó a miles de jóvenes a la muerte , un repugnante burócrata (él sí un “burócrata") del crimen organizado, medra en Nicaragua junto a la siniestra dictadura de Ortega. Millones de argentinos fueron beneficiados por la lucha de José Ignacio Rucci por sus derechos. Vaya mi emocionado recuerdo a 50 años de su brutal homicidio.
Carlos Ruckauf fue vicepresidente de la Nación y ministro de Relaciones Exteriores y Culto. Fue también ministro de Trabajo en 1975, durante el gobierno de Isabel Perón.
Fuente: Clarín.
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