09.23 Casi un tercio de los plásticos en circulación no son aceptados para financiar compras con los planes oficiales en ninguno de sus formatos: ni en 3 ni en 30 pagos. Lo que perjudica a los sectores más vulnerables de la población
El sábado María Fernández amaneció con el departamento inundado. A las 9 de la mañana llamó a un gasista y recibió la primera mala noticia del día: "señora, su termotanque está pinchado, lo tiene que cambiar". Esta empleada doméstica que vive en el centro de la ciudad de Mar del Plata salió a comprar uno nuevo a un local de Garbarino que está a metros de su edificio. Eligió el modelo y cuando quiso pagar en cuotas con "Ahora 30" la realidad la cacheteó. El empleado que la atendió le informó que su tarjeta de crédito Favacard "no está habilitada en los planes Ahora 12". Sí, el Gobierno la dejó afuera del financiamiento subsidiado que se relanzó el 1 de agosto para fomentar el consumo durante los meses previos a las elecciones de medio término. ¿Por qué? Simplemente porque no ella no es clienta de un banco.
"Pensé que pagar en 30 cuotas fijas me podía sacar de la urgencia, pero no. En los comercios de electrodomésticos a los que fui me explicaron que con mi tarjeta me ofrecen solamente 3 cuotas sin interés", se lamenta Fernández que hace 72 horas que vive sin agua caliente.
María Fernández es una de 10 millones las personas que no pueden tener una tarjeta de un banco porque les resulta imposible justificar ingresos o trabajo en blanco. Según datos del mercado, un 30% de los plásticos en circulación no son aceptados para financiar compras con los planes oficiales "Ahora 12" en ninguno de sus formatos: ni en 3 ni en 30 pagos.
De un total de 50 millones de tarjetas de crédito activas, 35 millones están en poder de 12 millones de clientes de alguno de los 65 bancos que operan en el país. Eso significa que hay 15 millones de plásticos con la firma de 35 entidades financieras no bancarias.
Los usuarios de ese 30% son 10 millones ahorristas que pertenecen a los segmentos más pobres de la población, personas que integran las categorías C3, D1 y D2. Es la clase baja que accede a un financiamiento más caro y que ni siquiera es tenida en cuenta por el Estado nacional cuando reparte beneficios financieros.
"Si los instrumentos de pago son la cañería para que la gente reciba asistencia; ésto demuestra el límite que tienen las políticas públicas cuando se busca ayudar a las personas que más lo necesitan", opina Ignacio Carballo, economista y director del programa "Fintech y digital banking" de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Para el especialista en temas de educación e inclusión financiera, los planes "Ahora" son atractivos para el consumidor. "Son los grandes protagonistas de estos últimos meses, pero dejaron de ser un negocio para los bancos porque el Estado interviene en el sector del crédito y distorsiona los precios. Eso quita incentivos a emisoras de tarjetas", explica el analista.
Como viene ocurriendo en otros mercados, cada vez que el Gobierno mete la mano y altera el sistema de precios automáticamente generar desequilibrios que perjudican a empresas y consumidores por igual.
Ejemplos sobran: la Ley de Alquileres distorsionó la oferta y la demanda y elevó los valores por encima de la inflación; la prohibición para despedir trabajadores perjudicó directamente a quienes hoy buscan empleo; las mayores restricciones cambiarias hicieron subir las cotizaciones de los dólares libres; y los acuerdos y congelamientos de alimentos básicos desencadenaron desabastecimientos.
La ampliación del "Ahora 12" y el resto de las líneas de financiamiento subsidiado por los bancos a cambio de una mayor porción de encajes remunerados hoy beneficia a 12 millones de tarjetahabientes de clase media con capacidad de ahorro que cambiaron sus hábitos de consumo al ritmo de la suba de los precios relativos de la economía.
En el último informe de Prisma Medios de Pago, la mayor procesadora de tarjetas en el país, se observa como en el segundo trimestre de este año comparado con igual período en 2020 el uso del "crédito" se incrementó 34%. Esas estadísticas indican que los consumos en cuotas (sin incluir a los planes "Ahora") representaron menos del 20% (19,2%) del total de las operaciones con tarjetas contra casi 16% (15,6%) el año pasado. Los bancos agregan que en este momento los pagos con los "Ahora" representan el 60% de las transacciones totales.
Los ahorristas que hasta hace tres meses usaban el débito para hacer más compras al contado, hoy aprovechan tasas por debajo de la inflación anual (TNA de 29%) o directamente sin interés para extender lo que antes cancelaban en un pago. La caída del poder adquisitivo obliga cada vez más a la gente a usar todo el financiamiento que ofrecen las tarjetas.
Sin embargo, esa tendencia no necesariamente evidencia un incremento en el consumo. Y lo que es peor, genera un aumento en el endeudamiento de usuarios de tarjetas de crédito.
"El Gobierno impulso dos financiamientos compulsivos para que la gente saldara deudas con bancos y entidades financieras. Eso generó que el volumen del revolving (pago mínimo en el resumen) prácticamente desapareciera. Pero un año después, el nivel de deuda acumulada en tarjetas se recuperó en un 70% ajustado por inflación", cuenta a El Cronista el director general de un banco de capitales extranjeros.
Las cifras que difundió Prisma indican que crecieron más los pagos a plazos más largos. Mientras que las compras pactadas en seis cuotas aumentaron 45%, las que se hicieron hasta en 12 subieron 64% cuando se cotejan los segundos trimestres de 2021 y 2020.
"Esos números son una buena noticia para un Gobierno en campaña que impulsa los planes "Ahora". Pero las estadísticas no reflejan lo que les pasa a quienes tienen tarjetas no bancarias como las Visa de Naranja o las Mastercard de Italcred y Cencosud, entre otras. La desigualdad es notoria cuando se comparan los intereses dentro y fuera del programa oficial", explica el director de banca minorista de una entidad de capitales extranjeros.
Según tres gerentes de bancos consultados por El Cronista, hay una brecha notable cuando se cotejan los beneficios de usuarios bancarizados respecto de los que no lo están. "Si un cliente se financia con Ahora 12, pagará una tasa nominal anual (TNA) promedio de 25%. En cambio, una entidad financiera le cargará 52% en concepto de TNA por un consumo similar. Es más del doble", agrega el ejecutivo de un banco estatal.
Si para los bancos no es negocio, menos lo es para una financiera que está obligada a conseguir su propio financiamiento. El CEO de una entidad no bancaria coincide con las opiniones de sus colegas. Él también es crítico con las medidas oficiales sin exponer su nombre para -según dice- no enfrentarse con autoridades del Banco Central (BCRA).
"Si el Gobierno decidiera terminar hoy con los planes "Ahora", las ventas en cotas aumentarían 50% mañana en todo el país. Notamos que en este contexto inflacionario el consumidor solo quiera comprar financiado a largo plazo. Esa tendencia beneficia principalmente a gente de poder adquisitivo medio y alto que aprovechan el subsidio y a cadenas de retail con presencia federal", asegura e insiste en que cuanto más extenso sea el plazo de financiamiento oficial "mayor y más profundo será el desequilibrio en la industria" de tarjetas de crédito.
Los analistas sugieren que los funcionarios, concentrados en la campaña electoral, descuidan los reclamos de pymes y a comercios de barrio mayormente del interior que se ven mayormente perjudicados con los planes "Ahora" porque no aceptan todas las tarjetas de los grandes bancos. "Es que la economía sin crédito no puede consumir más que lo que puede pagar el poder adquisitivo de su población. La intervención del Estado termina generando un impacto nocivo de manera agregada", opina Carballo.
Las tarjetas de crédito son el medio de pago que le garantiza a sus usuarios el mecanismo de financiamiento más barato del sistema. La paradoja es que mientras el Gobierno obligue a los bancos a subsidiar tasas de interés a cambio de retornos escuálidos es posible que ese ecosistema virtuoso se reduzca e incluso desaparezca a medida que las entidades desincentiven a que sus clientes a que usen los plásticos. Y el uso del efectivo es contracara de esa moneda.
"Ahora 12" es una política virtuosa para empleados en relación de dependencia que acceden a servicios bancarios. Es la clase media financieramente educada la más beneficiada. En el camino, el Estado se olvidaba -una vez más- de una minoría informal de 10 millones de personas que trabaja a cambio de efectivo. Ese público representa un tercio del mercado de tarjetas de crédito que se endeuda a las tasas más caras del mercado para llegar a fin de mes.
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