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¿Un 2023 con alta inflación, falta de crecimiento y tensiones cambiarias?

Este pareciera ser el panorama que se presenta en el año que comienza. En diálogo con Diario CASTELLANOS, el economista Pablo Gorbán analiza lo que se viene.
Agrandar imagen Pablo Gorbán, economista.
Pablo Gorbán, economista.

Pablo Gorbán es consultor principal de "Génesis Económica". Licenciado en Economía y Magister en Administración Pública. Es docente universitario y fue Secretario de Hacienda de la Provincia de Santa Fe durante la gestión de Miguel Lifschitz. En diálogo con Diario CASTELLANOS trazó un panorama sobre la realidad económica por la que atraviesa la Argentina y las perspectivas para este año. Un Gobierno que no logra atender de lleno los dos problemas centrales de la economía: el coyuntural (la inflación) y el estructural (la falta de crecimiento). El papel y la tensión con los objetivos del acuerdo con el FMI. La necesidad de mantener una brecha cambiaria sin sobresaltos.

Las elecciones también juegan un papel importante. Los problemas internacionales y la sequía, dos factores que operan como viento en contra. "Un año atravesado por tensiones cambiarias y una economía aún más estancada de la que vimos hasta ahora. Alta inflación", sintetizó el especialista. "Seguimos poniendo a lo económico en un compás de espera para que en algún momento se solucionen los problemas de fondo. Esto requiere de acuerdos, consensos, confianza, de tener un tablero de control activo, un plan integral. Hoy el Gobierno no está en condiciones de hacerlo. La apuesta es seguir con esta situación el mayor tiempo posible y que se note lo menos posible", resaltó en otro momento de la charla.

"La realidad es compleja. Tiene diferentes capas de problemas", describió el profesional. Por un lado, están los más "palpables, coyunturales, los que están en la agenda pública": la inflación y la inestabilidad financiera. Pero en otro nivel, se encuentran los problemas estructurales "que se están acentuando en los últimos meses y pareciera que seguirán profundizándose para lo que queda de 2023", advirtió. En este grupo se encuentra como principal elemento la falta de crecimiento.

-Vamos por parte. La inflación y la falta de crecimiento…

- Venimos de un 2022 donde casi llegamos a los tres dígitos. Altísima. Vamos hacia un 2023 donde el objetivo (al menos el declarado por el Gobierno) es tratar de que sea alta (un 70, 80%). No se piensa en una inflación moderada o razonable.

Respecto al crecimiento: veníamos en 2020 con una fuerte caída de más de 10 puntos en el PB. Hubo una fuerte recuperación en 2021 y un leve crecimiento en 2022. Pero todo esto alcanzó a apenas a "sacar la nariz afuera del agua". Estamos un pelo arriba de la prepandemia. Y en ese punto (2019), veníamos de más de dos años de recesión. El problema de la Argentina sigue siendo estructural: hace más de una década que no tenemos crecimiento a largo plazo. El PBI per cápita es menor al de 2011.

Pero hay más… luego de la "recuperación" 2021/2022, desde hace tres meses pareciera que los motores de crecimiento se van apagando: "Hay una caída en el estimador de actividad económica (EMAE), en el de la construcción", enumeró Gorbán. A esto se suma una caída en la demanda: "la inflación le ganó a los salarios". En definitiva, una oferta contenida y una demanda pinchada: "las perspectivas para 2023 son también preocupantes".

-La brecha cambiaria es otro punto…

-Todo esto viene atravesado por un problema técnico, que es la brecha cambiaria. Se espera un 2023 con una brecha cambiaria como la vigente. Al menos hasta las elecciones, el Gobierno evitará un movimiento brusco del dólar oficial. Seguirá interviniendo subrepticiamente en el mercado secundario de dólar para mantener la estabilidad en la brecha. Esto genera tensión no sólo para la economía, sino para la política. Uno de los objetivos principales del Gobierno es mantenerla lo más estable posible. Entonces, además de los reales, aparecen los problemas operativos. Y acá necesariamente aparece el acuerdo con el FMI.

-¿Por qué?

- Argentina está obligada a seguir los lineamientos del Fondo porque es imposible pagar los vencimientos. A medida que se van cumpliendo las metas, nos dan los dólares para pagarles la deuda que tenemos con ellos. Nos financian con un plazo más largo. Este acuerdo tiene como objetivos acumular reservas, reducir el déficit fiscal y la emisión monetaria. No está el bajar la inflación (al menos explícitamente) ni el crecimiento de la economía como metas. Existe un dilema de política económica entre instrumento y objetivo. Hoy el Gobierno está obligado a seguir el acuerdo, pero no tiene todas las herramientas disponibles para perseguir los principales problemas.

-Y esos tres objetivos planteados con el Fondo, ¿se contradicen con resolver los problemas estructurales?

- El Gobierno cumple con el FMI buscando a la vez atender uno de sus principales objetivos: mantener la estabilidad en el mercado financiero, evitar las corridas cambiarias. No va hacia la eliminación de la brecha cambiaria, que significaría una devaluación brusca. Trata de convivir con la brecha, pero con cierta calma. Cumple con los objetivos, pero trata de hacer distintos artilugios. Por ejemplo: mantiene la no emisión monetaria, pero termina endeudándose en el mercado local, que es limitado y que no presta más allá de junio porque está el factor electoral como generador de incertidumbre. Con tasas cada vez más altas y con un plazo cada vez más acotado. Termina expandiendo la base monetaria a través de otras vías. Otro ejemplo: para mantener las reservas, usa el dólar soja. Si acumulo reserva, no se la doy a los que producen para que compren insumos (importados) que mejore el PBI. Acumulo reservas (el objetivo del FMI) en detrimento del objetivo de crecer. El combate de la inflación con los "Precios Justos" es una medida heterodoxa que viene fracasando desde hace muchos años. Le quisieron dar una vuelta de tuerca tratando de incentivar al empresario con algo de acceso a divisas para poder producir. Esta limitación a cuentagotas termina en un cuello de botella: se produce menos, cae la oferta. Esto implica aumento de precios.

En definitiva: el crecimiento y la lucha contra la inflación quedan condicionados al acuerdo.

Calma amenazada

A pesar del cumplimiento con los objetivos, en las últimas semanas la "calma" cambiaria pareciera amenazada. Al ser consultado al respecto, Gorbán analizó que "hubo movimientos fuertes en el blue, en el contado motivados por varios factores. El Gobierno puede convivir con una brecha de 100% entre blue y oficial. Pero no con una brecha que esté en movimiento. Debe tratar que en cada mes, el peso le gane a la devaluación del dólar oficial. En esta dirección va el incentivo de tasas que aplicó Massa: la de plazo fijo la llevó al 75% anual (6,2% mensual). En diciembre le ganó a la devaluación del dólar oficial (5,6%). Ambos le ganaron a la inflación (5,1%). Pero si miran el blue, este subió más. Por eso debe intervenir en el mercado con mecanismos no convencionales como fue la recompra de deuda para atender la brecha". Sacrificio de reservas para mantener estabilidad cambiaria, no para producir. Esto podría significar inflación por la oferta acotada y falta de crecimiento porque no hay insumos básicos para producir.

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