La tecnología avanza más rápido de lo que las sociedades tardan en adaptarse a ella. Por eso a veces es importante dar un vistazo hacia atrás para que nadie quede excluido.
En una época donde la comunicación, los trámites y otros asuntos cotidianos se han vuelto digitales en gran medida, el papel ha sabido revalorizar su virtud de objeto tangible y apreciable mediante los sentidos.
Sin ir más lejos, el diario que usted tiene en sus manos es prueba de ello. ¡Vamos! No diga que es la misma experiencia tomarse un café con medialunas leyendo las noticias en una tablet, mejor que hacerlo pasando página por página, sintiendo ese olorcito papel recién impreso. Por supuesto que no hablamos de practicidad, sino de sensaciones y emociones, condimentos necesarios para el disfrute de la vida.
En ese sentido, con el advenimiento de internet y las redes sociales, la publicidad y propaganda mediante folletería se va transformando en una rareza. La foto que acompaña esta nota corresponde a un folleto dejado bajo la puerta de entrada del domicilio de un cronista de Diario CASTELLANOS. El mismo (distribuido por la Municipalidad de Rafaela) le llamó la atención por la simplicidad de su diseño y la claridad para transmitir el mensaje de separación de residuos. Pero al momento de levantarlo, lo que a él le pareció aún más interesante es que vio pasar a su vecino de aproximadamente 80 años leyendo el mismo folleto. Aquel hombre, don Basilio, no maneja redes sociales y apenas se ha podido adaptar a un viejo teléfono celular, similar al viejo y querido Nokia 1100.
Escenas como ésta recuerdan la importancia de ponerle sentido común a los cambios de hábitos. El avance de la tecnología es fantástico, pero nunca debemos olvidar que lo lógico es que esté al servicio de las personas y no al revés.
En momentos en que la palabra "inclusión" se usa para casi cualquier cosa, es bueno volver a cargarla de contenido genuino. Según los últimos datos oficiales disponibles (aún no están los del Censo 2022), en 2010 el Departamento Castellanos contaba con un 11,4% de su población por arriba de los 65 años de edad. Estamos hablando entonces de aproximadamente un décimo de los habitantes. Y aunque es cierto que varias personas mayores se han sabido adaptar con valentía al mundo digital, muchas otras no han podido. Esto los enfrenta a diario con obstáculos para estar actualizados, informados o para gestionar temas administrativos y otras vicisitudes de la vida.
Tomemos otro ejemplo de algo muy común: el área de la Salud. Los sistemas de autogestión web han facilitado mucho la fluidez en el trabajo de las instituciones, pero las personas más grandes son las que habitualmente tienen mayor dificultad para entender cómo sacar un turno o descargar los resultados de sus estudios. Y esta es una cuestión especialmente sensible, dado que por lo general quien acude a un hospital o sanatorio trae un padecimiento previo y un estado de vulnerabilidad cuya correcta atención debería ser considerada parte del tratamiento.
Nuevamente, no se niega lo importante de los progresos. El ser humano ha dado sobradas pruebas de su poder de adaptación, pero el factor tiempo es un requisito ineludible. Todos en alguna medida, independientemente de nuestra edad, hemos sufrido el tener que pasar por interminables contestadores automáticos, con una larga lista de opciones ("para esto apriete 3, para lo otro apriete 4, para…"), frente a las cuales generalmente decidimos esperar al "aguarde y será atendido por un representante".
Es que es natural: somos seres sociables y preferimos la comunicación con alguien antes que con algo. Por más que la tecnología avance esto continúa siendo una verdad. De hecho muchas empresas de servicio actualmente ofrecen y anuncian la "atención personalizada" como un gran beneficio.
Volviendo al asunto del folleto, no sabemos si aquel papel que leía don Basilio tenía como destinatario especialmente su grupo etario (si alguien de la Municipalidad lo quiere confirmar o desmentir, lo agradeceríamos) pero de todas formas ha hecho llegar el mensaje a mucha gente que de otra manera no lo hubiera recibido. Esta vez fue un simple impreso de papel, pero vale la situación para ser trasladada a obstáculos diarios como usar el cajero automático o acceder a complejos trámites municipales.
Apoyemos los cambios de hábitos positivos y avances en Rafaela, pero siempre con un ojo atento a que no quede nadie rezagado en el camino. Eso es inclusión, pero de verdad.
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