Ayer se llevaron a cabo nuevamente tareas de demolición en el edificio emblemático de la ex fábrica La Princesa SA, dejando prácticamente nada de estructura.
En la mañana de este miércoles, máquinas y decenas de obreros, llevaron a cabo tareas de demolición en el edificio emblemático de la ex fábrica La Princesa SA, dejando muy poca estructura y despojando, prácticamente, gran parte de la historia nocturna de nuestra ciudad.
Un edificio que había recibido tareas el año pasado y que ahora, de a poco, va desapareciendo, generando una nostalgia en todos aquellos que alguna vez visitaron el sitio, y que le dedicaron unas frases en redes sociales. Algunos, se detuvieron un ratito, con su celular, a filmar cómo esa enorme máquina tumbaba todos los ladrillos que aún se sostenían, pese a los anteriores trabajos.
Un edificio que empezó a funcionar en 1947 en bulevar Santa Fe y Mosconi hasta su cierre definitivo en 1989. Que se formó con el aporte de los accionistas provenientes de distintos emprendimientos rafaelinos como Costa Lapegna, Eduardo Ripamonti, Enrique Sabena, Roberto Luisetti, Pedro Remonda, Santiago Citroni, Luis Fasoli, entre otros.
Al principio, el responsable fue Enrique Sabena, gerente fue Carlos Tosini (después fue presidente del directorio) y síndico fue el contador Rodolfo Laura. En una oportunidad, se quemó un horno de más de 30 metros para cocinar las masitas, apareciendo en la empresa don Fasoli, quien aportó dinero para comprar un nuevo horno.
Hay que mencionar que la Princesa funcionó 42 años entre 1947 y 1989. Esta marca llegó a ser muy reconocida en la Argentina, especialmente en el norte del país, siendo sus exquisitos productos pan dulce, budín inglés, vainillas, chocolinas y amarettis. En el apogeo de la empresa trabajaron unos 55 empleados, de los cuales 45 estaban en la planta de producción, 5 en la administración y otros 5 eran viajantes por distintas regiones.
En el transcurso de sus 42 años de vida empresarial, los accionistas de distintas empresas se fueron renovando y tuvo que soportar distintas crisis económicas del país que se presentaron en ese tiempo, una de las perores fue durante la última dictadura militar cuando era ministro de Economía José Martínez de Hoz de 1976-1981. Las demás empresas del rubro se modernizaron en maquinarias, inversión que no se hizo en La Princesa, y los costos de fabricación eran mayores al necesitar más cantidad de mano de obra. Así la empresa rafaelina se fue descapitalizando y las máquinas se fueron deteriorando con el paso de los años.
Entonces, se sumaron integrantes de la familia Lagrutta (dueños de Rafaela Alimentos y herederos de Luis Fasoli) en la década de los ochenta, siendo presidente del directorio Eduardo Sabena. La mayoría de los socios decidió vender sus partes accionarias, las que fueron compradas por Sabena y Lagrutta con la idea de levantar la empresa, pero lamentablemente ese objetivo no se logró y decidieron cerrarla. Los empleados fueron indemnizados, los proveedores cobraron sus acreencias y las máquinas fueron vendidas, según informaron fuentes confiables a este cronista.
La gloriosa época de los boliches
Una vez cerrada, los propietarios del inmueble (familia Lagrutta) decidieron alquilarlo para el funcionamiento de la discoteca "La Fábrica" (los responsables fueron Héctor Coco Benz, Chelo Donning y Chuva Bachmeier, quienes previamente empezaron con boliches similares en Esperanza en 1986 y Gualeguay en 1988), con la inauguración en septiembre de 1990, que movilizó a casi 9.000 personas de Rafaela y la región entre las noches del viernes y el sábado de ese fin de semana.
Tenía 2 pistas, 3 barras, cafería, heladería, equipos lumínico y musical impresionantes, entre otros detalles, siendo el diseñador del boliche el arquitecto Roberto Heller de Santa Fe, sosteniendo que para la puesta a punto trabajaron más de 100 personas.
Además, para el cumpleaños del boliche solían regalar motos, autos, tortas, masas, incluido el cotillón y los fuegos artificiales. En uno de los festejos hubo 7.000 personas entre los que estuvieron dentro y en el patio
La Fábrica discoteca estuvo abierta durante unos 5 años y uno de los secretos fue los recitales masivos de jóvenes con los grupos de rock Divididos, Los Pericos, Los Fabulosos Cadillacs, Los Auténticos Decadentes, Diego Torres, entre otros.
De este auge bailable, el lugar volvió al ostracismo durante unos años, reabriendo los boliches "Oxido" a cargo de Gerardo Albizu y los hermanos Daniel y Rubén Barbieri (fueron los dueños del citado "Danhes") durante un par de años, para luego seguir Albizu con "Diva Satana" y Martín Eguiazu con "D’Club", estas dos últimas con ingresos y pistas independientes.
Un futuro incierto
Hace unos 15 años que el edificio se encuentra cerrado y con el paso del tiempo se fue deteriorando, sumado al vandalismo que produjo roturas de ventanas y vidrios, convirtiéndose también en una especie de aguantadero. Tuvieron varias ofertas para ser alquilado, pero desistieron por varias razones, entre ellas por lo que pasó en Cromañón. En todo este tiempo fue un generador de gastos, admitió Luis "Gigi" Lagrutta ante la consulta de quien firma esta crónica.
Entonces decidieron que el edificio sea demolido para que no entrara más la gente a la noche, especialmente los fines de semana, y también evitar el gasto de la vigilancia nocturna. Para ello tuvieron que pedir la correspondiente autorización al Municipio.
Hoy sólo quedan las ruinas de ese emblemático edificio que sigue generando recuerdos y nostalgia en todos los rafaelinos. Oficialmente no hay certezas sobre lo que se hará en el futuro. Mientras tanto, se nos cae una lágrima, despidiendo a uno de los íconos de la noche rafaelina de los años 90' …
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