Antes de poder comenzar a describir lo que sucede con esta especie en particular aquí en la ciudad de Rafaela, hay que dejar en claro los grandes problemas que traen consigo estas especies, que puntualmente en Argentina, son consideradas como una plaga por ser una de las aves que mayor daño causan en los cultivos agrícolas en todo el país, ocasionando grandes pérdidas económicas. Debemos reconocer también que este es un aspecto que no ha podido ser cuantificable debido a la gran complejidad para poder hacerlo, pero no debe de ser un aspecto a perder de vista, sobre todo en una ciudad como la nuestra, donde en todo su sector periurbano cuenta con grandes extensiones de hectáreas sembradas. Informes específicos sobre los impactos en campos cercanos a las ciudades reconocen que hasta el 98,6% del daño reportado en los cultivos es atribuido a este animal. Esto habla de la gran cantidad de denuncias, pero la falta de investigaciones sobre las pérdidas específicas. Además de este aspecto, los lugares que son elegidos por estas aves para construir sus nidos, que pueden llegar a ser de tamaños descomunales e inclusive en algunas situaciones llegando a pesar más de 100 kg. Para las cotorras, los lugares predilectos para armar su refugio son los eucaliptos, postes de luz u otras estructuras, donde terminan generando moradas de grandes dimensiones, que pueden llegar a causar averías donde lo instalen debido al gran peso de los mismos, e inclusive se han reportado daños graves en infraestructuras eléctricas por la presencia de estos nidos, recordando que están conformados por palitos secos que pueden incendiarse fácilmente. En ambos casos debe añadirse la contaminación acústica, que puede influir en los hábitos locales y en la salud de las personas. Cabe destacar otro impacto potencial que puede ser preocupante y es que las cotorras pueden ser un reservorio de un patógeno denominado Clamidiophila psittaci, el agente causante de la psitacosis, que es una enfermedad infecciosa aguda, causada por un tipo de bacteria que se encuentra en los excrementos de pájaros infectados, los cuales transmiten la infección a las personas.
Repaso histórico
La Cotorra fue declarada plaga en 1935 por el Decreto Reglamentario N° 59840 de la Ley Nacional N° 4863 de 1905 (Ley de defensa de la producción agrícola), estableciéndose en su artículo 2° la destrucción de esta especie en varias provincias argentinas (particularmente en La Rioja, Catamarca, Tucumán y provincias centrales; Boletín Oficial de la Nación, día 13/9/35; Aramburu 1991). Este decreto fue derogado por el Decreto Reglamentario N° 13441/47, que declara plaga de la agricultura en todo el territorio nacional a las aves mencionadas en el decreto anterior, incluyendo a la Cotorra (Aramburu 1991). Actualmente, la Cotorra, junto al Loro Barranquero (Cyanoliseus patagonus), el Loro Hablador (Amazona aestiva), el Loro Maitaca (Pionus maximiliani) y el Calancate Común (Aratinga acuticaudata) están declarados aves plaga por la Disposición 116/64 de "Plagas de la agricultura", que reglamenta el Decreto-ley 6704/63 (Régimen de defensa sanitaria de la producción agrícola) de la Secretaría de Estado de Agricultura y Ganadería de la Nación Argentina (actual Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca). Por otra parte, estas cotorras han mostrado ser causantes de graves impactos sobre la agricultura, particularmente de cereal, sobre todo en algunos campos cercanos a ciudades invadidas por estas aves.
En Rafaela
Con los recursos a disposición, desde CASTELLANOS también analizamos de dónde provienen estas especies y cómo llegaron a la ciudad en particular. Primero en principal debemos decir que la cotorra aterrizó por esta zona alrededor de los años '70 y siguió su itinerario hacia el sur, siendo este el punto de inicio y comienzo de otra de las plagas con lo que la ciudad hoy debe convivir sin que exista algún plan, estrategia o intervención para evitar su reproducción o, por lo menos, un plan apuntando a un control sobre las ya existentes. Actualmente uno de los puntos más elegidos para anidar por parte de estas aves es el Bosque Educativo "Norberto Besaccia". Un dato que llamará la atención y que surge tras la investigación de este medio es el origen del concepto autóctono que recibe este espacio de la ciudad, el cual justamente no proviene de las especias arbóreas que allí se encuentran, ya que todas son reconocidas por foráneas. El término autóctono resulta devenir propiamente por las cotorras. Desde la ciudad se ha tomado a pecho las acciones enfocadas al cuidado y la preservación de lo autóctono acompañando también el resguardo de esta plaga por la reserva y control sobre este espacio, dejando liberada esta zona para que estas especies continúen reproduciéndose sin acciones que puedan tender a la reducción de su población. Sorprende que ante la gran cantidad de cotorras, las implicancias y problemas que pueden traer para la sociedad y sobre todo para el sector agropecuario, nadie haya visto todavía acciones encaradas por la Municipalidad, vecinos, vecinal o proteccionistas. De continuar por este camino, en un futuro no muy lejano veremos cómo avanzan los proyectos, pedidos y reclamos de los amigos del ambiente para prohibir las fumigaciones contra la langosta o contra la chinche verde, ya que pobrecitos, son chiquitos y simpáticos. Indudablemente será un tema que deberá ser analizado en profundidad, ver cuál es el camino a seguir y buscar opciones que apunten a un correcto control para que esta especie no cause ningún tipo de daño, ya sea en los vecinos o en el sector productivo agrícola. Prever también es cuidar.
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