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Locales

Etiquetado frontal: ley tribunera que no resuelve nada

Por Martín Lehmann. En la ciudad de Rafaela de a poco comenzaron a aparecer los primeros productos alimenticios con los octógonos negros con leyendas como “Exceso en azúcares”.

La Ley 27.642 de “Promoción de la alimentación saludable” sancionada en octubre de 2021 faculta al Gobierno Nacional a intervenir fuertemente sobre el diseño de los envases. Uno de los argumentos principales de los promotores de esta ley es que los consumidores merecen tener información clara sobre lo que comen. ¡Algo que curiosamente ya tienen hace rato!

Es que con solo dar vuelta un paquete, desde hace años se puede acceder a la tabla de la información nutricional. ¿Entonces qué trae de nuevo esta ley? Lo que trae es otro avance más de papá Estado sobre las decisiones libres de las personas.

De alguna manera es como plantearle al consumidor: “Como usted evidentemente es bastante inútil para entender la tabla nutricional, le vamos a poner un antiestético octógono negro para que se avive”.

Hay una realidad, tal vez dura, pero realidad al fin: entender la tabla nutricional nos exige un mínimo de esfuerzo. Si buena parte de la población no está en condiciones de hacerlo entonces tenemos un problema de fondo mucho más grande del que pensamos. Me refiero a un enorme desafío a nivel educativo: falta de comprensión de textos, ignorancia sobre matemáticas recontra básicas y desconocimiento sobre cuáles son los principales nutrientes. Pensar que esto se soluciona con octógonos negros y prohibiéndole aparecer al Tigre Tony en la caja de las Zucaritas, estamos fritos. Pero es más fácil para la política salir a mostrar un par de etiquetas impactantes que afrontar el déficit educativo.

Así nuevamente se toma el camino más corto y a la vez el más tribunero. ¿Quién no va a estar de acuerdo con que todos hagamos elecciones más saludables al a comer? ¡Claro que quisiéramos eso! Suena lindo el objetivo de la ley, pero otra vez se recurre a la prohibición como método para lograr un cambio positivo.

Ya ocurrió algo similar con los paquetes de cigarrillos. Al principio se obligó a que incluyeran la leyenda “Fumar es perjudicial para la salud”. Como lógicamente no sirvió, tiempo después se instruyó a las tabacaleras para agregar cuadrados negros con fotos de pacientes con todo tipo de enfermedades. ¿La gente ya no fuma más por eso? No. Si esto hubiera sido efectivo ya no habría más fumadores en nuestro país.

La merma de personas con esta costumbre en la población se fue dando por un cambio social orgánico, donde fueron las propias personas quienes empezaron a entender al cigarrillo como un hábito que atenta contra la salud propia y ajena. Esto llevó tiempo y aún hoy es un tema vigente. Ninguna prohibición puede lograr igualar ese cambio social de base.

Aprender a que comamos bien no es responsabilidad del Estado. Como muchos otros buenos hábitos, estos se logran en el seno familiar. No hay mejor tabla nutricional que unos padres que se informan, aprenden a leer una tabla  e inculcan una alimentación sana a sus hijos.

La “Ley de etiquetado frontal” como se la conoce coloquialmente, refleja un fracaso social y urge a replantearnos la estrategia. ¿Qué pasará cuando dentro de unos años sigan creciendo los índices de obesidad infantil y otras patologías asociadas también en adultos? Esperemos no terminar con la mitad de la botella etiquetada de negro, porque habrá sido una lamentable pérdida de tiempo.

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