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Locales

"En el servicio militar aprendías el respeto, el saludo y muchos valores"

Martín Lehmann

Por Martín Lehmann

Carlos Tartaglia es ex combatiente de la guerra de Malvinas y actual presidente del Centro y Museo local que honra a los veteranos de aquel conflicto bélico de 1982. Actualmente reside en la localidad de Vila pero es muy común cruzárselo en las calles de Rafaela, ya sea porque tiene una reunión en el Museo, porque se encuentra asistiendo a algún acto conmemorativo, o incluso festejando en plena avenida Santa Fe el triunfo de la Selección en el Mundial, como se lo pudo ver en diciembre pasado. Habla con mucha seriedad y pasión sobre aquel duro acontecimiento que marcó para siempre su juventud, pero al mismo tiempo parece no haber perdido nunca la capacidad de tener la mirada en el presente y hacia el futuro. Gracias al apoyo de su familia y su entorno pudo atravesar el duro período de posguerra. Se casó, formó su propia familia y hoy disfruta de sus pequeños nietos de dos y tres años de edad, a los cuales menciona con mucho orgullo. Nació en Porteña, provincia de Córdoba, pero a los 14 años se trasladó a la ciudad de Tostado. Recibió allí la noticia de que había salido sorteado para realizar el servicio militar obligatorio en la Marina.

Según recuerda, ese sorteo era transmitido por Radio Nacional y en todo el país la escena era bastante similar: "La mamá lloraba porque no quería que el hijo haga el servicio, y el papá chocho porque él ya lo había hecho y sabía de la disciplina que se aprendía ahí".

Diversas circunstancias entre las que estuvieron la propia guerra y el resonante asesinato del soldado Carrasco, hicieron que en 1994 el servicio militar obligatorio dejara de existir en nuestro país. Sin embargo, casi 30 años después de aquel hecho, Tartaglia señala las cualidades positivas que se adquirían allí: "Aprendías el respeto, el saludo, y muchos valores. Era una disciplina muy buena y se aprendía mucho. No es como ahora que la juventud, hasta los más chicos, te faltan el respeto en la calle".

Quiso el destino que su paso por el servicio militar coincidiera con el estallido de la guerra y fuera asignado al portaaviones ARA Veinticinco de Mayo. A pesar de su corta edad, ya contaba con experiencia laboral como panadero en su ciudad, hecho que lo llevó a trabajar principalmente en la panadería del buque. Él y sus compañeros de otros sectores gastronómicos estuvieron encargados de alimentar día y noche a las más de 1.500 personas que se encontraban a bordo. Nunca paraban la producción, aún cuando por momentos sonaban las sirenas de alarma y sentían el aterrador miedo de ser alcanzados por submarinos británicos.

"Los que estábamos en el medio del buque escuchábamos despegar arriba a los aviones nuestros. Cuando habían salido todos se hacía un silencio total y se apagaban las luces para no ser vistos por el enemigo. Pasaba un minuto -que para vos era una eternidad- en el que no sabías si te iban a tirar un torpedo, si venía un avión y te tiraba bombas… pero vos sabías que de ahí no tenías escapatoria", narró el entrevistado para explicar ese sentimiento de vulnerabilidad en medio del mar.

Cuando finalizó la guerra aún le restaban tres meses para cumplir con el servicio militar. No hubo consideración especial alguna para aquellos que habían estado en el frente de batalla, así que tuvo que transcurrir ese tiempo para poder regresar finalmente a su casa. Sin embargo, una repentina situación familiar hizo que su vuelta fuera distinta a la esperada: "Antes de que termine la guerra me informaron que mi papá y mi mamá habían tenido un accidente con el coche. Iban de mi hermana al campo y se les fue el auto del camino. Estuvieron seis meses internados en el hospital de San Francisco, así que cuando volví me fui directo a cuidarlos".

Habiendo pasado ya más de cuarenta años de aquel conflicto en el Atlántico sur, Carlos asegura que en la actualidad hay un merecido reconocimiento popular a los ex combatientes. Sin embargo relata que los primeros años después de la guerra fueron muy duros.

Por último, nuestro entrevistado nos contó que recibió con mucha alegría la ya famosa canción mundialista "Muchachos". La misma en su letra hace una referencia a "los pibes de Malvinas", algo que según él va en línea con el reconocimiento que en los últimos años los argentinos han sabido darle a sus héroes de guerra.

La versión digital de esta nota incluye los videos de la entrevista y está disponible en nuestro sitio web: www.diariocastellanos.com.ar.

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