Ayer una parte de la historia de Rafaela llegó a su fin, después de 94 años, el histórico Autoservicio Rocca, ubicado en la esquina de Bv. Hipólito Yrigoyen y Necochea, cerró sus puertas para siempre.
Este 31 de julio será recordado con gran nostalgia por todos los rafaelinos por haber sido el último día en que se pudo cumplir con una tradición de la ciudad, ir a comer un sándwich de los que hacía "Cachorro", Carlos Roba, uno de sus referentes, quien estuvo hasta el final atendiendo y complaciendo a sus clientes como desde el primer día.
"Cachorro", quien atiende el local desde hace 50 años, ingresó cuando tenía 15, fue quien había comunicado el final de esta historia a través de redes sociales, preparándose para lo que serían los últimos días de una parte importante de su vida.
Ayer, entre abrazos y lágrimas, el almacenero estuvo en el mostrador como siempre, recibiendo a sus clientes y preparando sus últimos sándwiches en el autoservicio que abrió sus puertas el 1 de junio de 1929.
En este día tan importante, Diario CASTELLANOS dialogó con "Carlitos", como también se lo conoce, quien manifestó que estos últimos días fueron "cargados de emociones y poniendo el corazón a prueba, con sentimientos compartidos de tantos años de historia", expresó.
Con un tono nostálgico pero con la satisfacción de haber entregado lo mejor de él, indicó que llegó el "cese de esta actividad de tanta satisfacción y que con tanto gusto y cariño siempre he tratado de hacer".
El almacenero, el de los memorables y deseados sándwiches, aquel que llegó desde Bauer y Sigel en 1958 y se instalaría para siempre en el trabajo que se convirtió en parte de su vida, contó que cuando supo del final de este "cuento" se encontró con la incógnita de qué pasaría con su día a día de ahora en adelante, porque es algo que a él le gustaría seguir haciendo pero por una decisión de los dueños se termina. Ante esa incertidumbre, indicó que la mejor opción fue decidir no lamentarse porque finaliza, sino disfrutar del final. "Entendí que no había que desaprovechar esta etapa de este cierre, de este final, ni un minuto porque hay muchas manifestaciones de cariño, de afecto. La gente ha confiado mucho en nosotros a lo largo de esta historia y creo que había que abocarse a esto sin pensar en el futuro. Lo que vendrá, se verá. Vamos a dejar que la vida nos sorprenda, como digo siempre, y veremos qué tiene preparado Dios para mí en el próximo proyecto. Ojalá sea una etapa nueva, una etapa tan linda como esta que he vivido durante casi 50 años", expresó.
A lo largo de tantos años, gran parte de los vecinos de la ciudad fueron a este almacén, al que querían y visitaban para comprar o comer los sándwiches de "Cachorro". La relación entre cliente y almaceneros siempre fue de un gran apego. Por eso, ayer, en el pizarrón del local, otra de sus marcas registradas, se leía un mensaje de despedida y agradecimiento: "Junio 1929 - julio 2023. Fin de estos 94 años de una larga y linda historia. Infinitamente gracias".
Si bien la gente tenía una gran cercanía con el local y todos sus trabajadores, el preferido de todos es el gran "Cachorro", a quien muchos se acercaron al local a saludar y otros tantos lo hicieron por redes sociales. Sobre este vínculo, el almacenero aseguró que se lleva "el mejor de los recuerdos" por el cariño de la gente. "Si algo tengo que describir en esta historia y en la mía particularmente, es que queda grabado en mí el amor de toda la gente. Cada día ha sido un desafío. Cada día ha sido una alegría diferente. Cada día había cosas que resolver, como en la vida misma. Esto es lo mismo, pero reconozco que estoy recibiendo mucho más, multiplicadas veces, de lo que di", dijo emocionado.
Para cerrar, agradeció a todos por esta despedida: a clientes, proveedores, a los demás empleados. "Sin ellos no hubiese podido ser posible esta historia", finalizó.
Hoy, 1° de agosto, Rafaela comenzó un nuevo día, pero no es un día igual que al de los últimos 94 años, porque desde este martes la historia de la "Perla del Oeste" ya no es la de siempre. Una parte de su vida dijo adiós, ya no se verá el cartel del histórico autoservicio, los fieles clientes no pueden ir a comprar más allí y, lo más trágico, -recurriendo al humor para superar la nostalgia- es que ya no existirán los sándwiches del "Cachorro" o "Carlitos" de la gente.
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