El obispo diocesano Pedro Torres presidió esta noche el primer “miércoles de ceniza” en la Catedral San Rafael, misa concelebrada por el párroco Alejandro Mugna ante una multitud de fieles, iniciando así la Cuaresma, el momento más importante del año litúrgico de la Iglesia Católica, en el que los cristianos celebran la pasión, muerte y resurrección de Jesús durante la Semana Santa.
“´Tengan cuidado de no practicar su justicia para ser vistos, de lo contrario no recibirán ninguna recompensa del Padre del cielo´. Que notable que el Padre del cielo que ve en lo secreto; tres veces lo repite Jesús frente a la limosna, el ayuno y la oración. Jesús revela que Dios es Padre y un Padre que ve en lo secreto; un Padre que nos ama, nos perdona, que quiere que tengamos vida en abundancia, que envió al Hijo, la Palabra hecha carne para que tengamos vida y participemos de su vida, lleguemos a ser hijos en el Hijo”, destacó Torres en el inicio de la homilía.
Y agregó: “A mí me impresiona este evangelio (Mateo 6, 1-6. 16-18) y pienso el asombro con que lo escucharían los discípulos de Jesús. Recuerdo algo que decía el papa Benedicto XVI cuando todavía era cardenal, hablando de (Luigi) Giussani (1922-2005), un sacerdote del norte de Italia. Para él la fe no era adherirse a una doctrina, era un acontecimiento de encuentro con Jesús, una clave de la pedagogía del fundador del movimiento Comunión y Liberación; después lo dijo a toda la Iglesia en la carta sobre ´Dios es amor´”.
Más adelante, dijo que “el encuentro con Jesús es fundante, que ensancha el corazón, que lo libera, que lo transforma, que lo traspasa. Ese encuentro en primer lugar se hace con la Palabra. San Jerónimo (340-420) lo decía y lo repite el Concilio Vaticano II (1962-65) quien no conoce la escritura no conoce a Jesucristo. Escuchar la escritura con un corazón semejante al de María, que guardaba en el corazón, que encarna a la Palabra, que la va rumiando diría (cura) Brochero (1840-1914)”.
“Comparto -continuó- testimonialmente, fue un acontecimiento encontrar el salmo 138, se nos invita a responder con la escritura, que dice: `Señor tú me sondeas y me conoces, me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos, distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. No ha llegado la Palabra para mi lengua y ya se sabe toda, me envuelve por doquier, me cubres con tu mano. Adonde iré lejos de tu aliento, adonde escaparé de tu mirada´. Este salmo experimenta la mirada de Dios que ve en lo secreto”.
En otro tramo, Torres señaló que “en la Cuaresma tenemos que sentir que el Padre nos ve de lejos, sabe que hemos malgastado la gracia y la herencia, sabe de nuestras miserias, quiere no solo perdonarnos sino devolvernos la dignidad, abrazarnos y a darnos la verdadera alegría de la conversión”.
Finalmente, sostuvo que “los invito a mirar a Jesús y dejar que él nos ame, porque hay muchas angustias, muchos miedos, muchas culpas, que nos frenan, no nos dejan ser felices, Jesús quiere sanarlas, ha derramado su sangre por eso, nos ha amado hasta el extremo. Vivir la Cuaresma como un camino de renovación bautismal, en el bautismo hemos participado de la Pascua de Jesús, por su muerte y resurrección la hacemos nuestra en los sacramentos”.
Un poco de historia
El “miércoles de ceniza” es una de las tradiciones más sagradas del catolicismo, remontándose a la Iglesia primitiva. En aquel entonces las personas se colocaban ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el sacramento el sacramento de la reconciliación el Jueves Santo.
La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi 400 años después de Cristo y a partir del siglo XI la Iglesia en Roma impone las cenizas al inicio de este tiempo.
Su función está descripta en un importante documento de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. En el artículo 125 establece el “Directorio sobre piedad popular y la liturgia”, expresando que “el comienzo de los 40 días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la liturgia del miércoles de ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios”.
Se trata de vivir cuarenta días que marcan el tiempo de la Cuaresma, justamente de preparación y revisión de nuestras vidas para buscar un cambio interior sobre aquellas prácticas oscuras y en tinieblas.
Gesto solidario
Como viene ocurriendo en los últimos años, nuevamente se realizará el gesto solidario de Cuaresma a lo largo y ancho de la diócesis de Rafaela a través de 36 parroquias ubicadas en los departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio. Se puede utilizar sobres y alcancías de colectas anteriores y el Jueves Santo llevar a misa el fruto de nuestras privaciones. En la misa de la Catedral se entregaron los sobres a los participantes.
“Es la oportunidad que tenemos de experimentar la alegría de caminar junto a nuestros hermanos más necesitados, manifestando expresiones que lleven luz y esperanza desde las comunidades parroquiales, enriquecidas con nuestros dones y privaciones. Cristo también lo hace a nuestro lado para gloriarnos con su vida. Animemos este gesto con la certeza de que este camino nos lleva a la resurrección, a la esperanza de la pascua, a aportar de lo nuestro para que otros se enriquezcan desde el amor”, expresa el equipo de Cáritas Diocesana.
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