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Deportes

Independiente ganó el segundo al hilo con Carlitos

El cambio fue rotundo. Independiente pasó de ser un equipo moribundo, apático y sin identidad a un conjunto muy aguerrido, comprometido con la causa y con una impronta muy bien definida. En apenas dos partidos, Carlos Tevez le dio al Rojo una potente inyección anímica que robusteció, fortaleció y levantó a un plantel que estaba preso del desánimo. Así derrotó a Gimnasia en un duelo crucial por la lucha de abajo, se despegó un poco de la zona de roja y hundió en una dura crisis a un rival directo que sigue en caída libre.

El Lobo salió a la cancha con la intención de presionar arriba, pero el envión inicial le duró un suspiro: el visitante tardó apenas siete minutos en ponerse en ventaja con un gol de Isla. El conjunto de Tevez fue el dueño del partido en el primer tiempo. Con Marcone como eje del equilibrio, tuvo ritmo, intensidad, fue más profundo que su rival e intentó salir jugando siempre por abajo, un concepto en el que Carlitos hizo mucho hincapié. La dinámica de Canelo y el sacrificio de Matías Giménez fueron fundamentales para fabricar espacios. El local se vio superado: los envíos aéreos de Steimbach y el desequilibrio de Domínguez fueron sus únicas vías para aproximarse al arco de Rey. Los dirigidos por Chirola Romero tuvieron fluidez por afuera, pero les faltó juego interno.

Independiente hizo un gran desgasta físico en los primeros 45’ y los volantes se quedaron sin nafta en el complemento. Gimnasia se adelantó y, perdido por perdido, salió a morder con un nivel de determinación que no había mostrado en el arranque del encuentro. El ingreso del Pata Castro, movedizo e indescifrable para la defensa del Rojo, fue muy importante para cambiar la ecuación. Sin oxígeno, el conjunto de Avellaneda comenzó a defenderse demasiado cerca de su área. Al Lobo no le sobraron ideas para entrar mediante el juego asociado, pero apeló a un bombardeo constante de centros: Castro, Tarragona y Saravia cabecearon en las proximidades del arco custodiado por Rey e hicieron transpirar a los hinchas del visitante.

Tevez tuvo que mover el banco de suplentes para revitalizar a un equipo que mostraba claros signos de fatiga, con algunos volantes extenuados. Los ingresos de Cauteruccio, Ortiz y Sarrafiore le dieron oxígeno a un equipo que estaba muy cansado luego de haber realizado una gran inversión de sudor. El Rojo logró salir un poco del asedio y Giménez, quien luchó durante todo el partido, selló el segundo luego de una gran maniobra individual que ratificó su buen momento.

El Rojo lo aguantó en el final

Sin embargo, a este Independiente todo le cuesta. Y tuvo que sufrir hasta el último suspiro. Gimnasia no se rindió, insistió hasta el final y llegó al descuento con un grito de Ramírez. En el final, el Rojo tuvo que sacar a relucir otra faceta, entró en modo aguante y se desahogó con todo. (Olé)

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