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Cultura

Navidades

"Crónicas a Contraluz" es una propuesta de Juan Carlos Ceja que nos ofrece ficciones literarias con líneas de sentida autorreferencia. "Pinta tu aldea y pintarás el mundo", es la frase que parece guiar al autor.

Ni adverso ni estallado, no. Fragmentado y por necesidad alguna cuita olvidada. Algo así sería el asunto del que se me invitó a decir. Escriba usted sobre la Navidad, es un tema tan bello, ¿por qué no escribe algo corto y lindo?

¿De cuáles navidades?

De las de la infancia remota ya no tengo recuerdos. La calesita de metal, sin en realidad existió, me parece que fue para el preescolar al que nunca fui, ¿u ocurrió en el primero superior, cuando cambiamos de escuela?

El olor inolvidable del ajo cortado chiquito, chiquito, mezclado con picadillo, poco de arroz y adornado con la mayonesa batida a la tarde, a la apurada y una ramita de perejil sobre las mitades de tomates gordos, me parece que es de cuando andaba por quinto. Sí, casi seguro del quinto porque fue en ese diciembre que le llevé a la señora Estela un ramo enorme de margaritas.

De la navidad del séptimo es más sanador pasar de largo porque fue cuando él nos sacó de la esquina y arreados volvimos a casa. Nos habíamos juntado más de veinte pibes vecinos, durante el juego hacíamos roncha con la cena. ¡El Víctor se mandaba la parte porque iba a comer vitel toné!

Esa noche las ventanas y puertas se cerraron a los golpes; los tres protestamos como tantas otras veces y preguntamos ¿por qué? sin que hubiese respuesta. Roberto lloró. Ella levantó la mesa, apagó la vela roja, solitario adorno navideño y en silencio, para no despertar más furia, se encerró, creo que también llorando como el Roberto.

La navidad del segundo año de la secundaria fue un poco más navidad. Desde el año anterior armábamos el arbolito y el pesebre en el suelo, en un rincón del comedor. Los adornos los había comprado ella conmigo de Colombo y un poco menos en Di Nobile.

En el 64 teníamos un carrito y un caballo que una vez le partió de una patada la cabeza al Roberto. Una siesta nos subimos al carro la prima Marta, Roberto y el Nene. De las vías del ferrocarril, cerca de los eucaliptos, subimos las piedras para el pesebre. En Tucumán y Domingo Silva nos tuvimos que colgar del caballo para bajarlo y ponerlo sobre el suelo porque el pedrerío le había ganado a su fuerza. Sí, el último tramo lo hicimos caminando.

Las visitas de mami que se asomaban al patio quedaban encantadas con las piedras del jardín, cuántas y qué grandes decían, nosotros nunca dijimos que eran robos navideños al glorioso ferrocarril nacional; cómo podía adivinar yo, tan flaquito y descuidado que después del saqueo de los 90, nosotros, cuanto menos, hubiésemos sido absueltos, qué digo absueltos, ni siquiera enjuiciados.

El tema de la minga, el del pan dulce digo, hay que ubicarlo entre el segundo y el cuarto grado, durante primero no porque entonces iba a la Sarmiento y me acuerdo que cuando ella me mandó a conseguir levadura seca ya estaba yendo a la Alberdi.

Las compañeras de la despostada del frigorífico, al final de una nochebuena se prometieron que para la próxima harían pan dulce. Se reunieron cinco, la Gladis, la mejor compañera de ella, la "Pocha", la "Modesta" que después fue cuñada y tía de nosotros tres y la Giailevra de la cual no me acuerdo el nombre y que para el 55 lloró tanto porque el "Toto" estaba en Córdoba y ahí hubo unos cuantos tiroteos, también participó la hermana de la Tuerta Sierra. Y mami. Arrancaron como a la una, ¡hacía un calor! A la entrada del sol se repartieron los panes, los dos primeros se los habían comido antes mientras mateaban, menos la hermana de la Tuerta Sierra que largó temprano con el clericó.

A la noche, casi terminada las doce, yo me levantaba de la mesa, entraba a la casa en penumbra, respiraba hondo y el perfume de la tarde, el olor de los pan dulces dorándose en la cocina nueva a querosén, me alegraba mucho, mucho; miraba hacia el patio, los veía reír, tomar, comer, cantar y se me antojaban todos tan felices. Los foquitos de colores en la galería habían quedado lindos. La próxima vez voy a colgar algunos más me dije pero, como otros deseos ese tampoco se dio.

Y después en un válgame Jesús, casi sin pensarlo vinieron otras navidades, para entonces algunos se alejaron, otros entraron y vaya a saberse que más. La historia cambió. Si contara verían que esas fueron mejores navidades, como dice la canción, tiempos felices que vivimos y recordamos bajo la luz de esta luna que nos alumbra.

Escritores Rafaelinos Agrupados -ERA- Antología literaria voces y colores de Navidad / 1ª ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Autores de Argentina. 2023.

cultura "Crónicas a Contraluz" Juan Carlos Ceja
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