El sábado 18 de enero tuvieron lugar los carnavales rafaelinos, uno de los eventos más esperados por miles de personas en nuestra ciudad. Con el epicentro en bulevar Guillermo Lehmann entre Gabriel Maggi y Champagnat, distintas agrupaciones ofrecieron una muestra del inmenso trabajo llevado adelante en el transcurso del año.
El show contó con tribunas especialmente instaladas para poder ver el desfile que pasaba a pura música, color y baile. A pesar del inusual frío para esta época de año, muchas familias -y especialmente los jóvenes- se mantuvieron firmes hasta el final de la fiesta.
Fue una noche muy fresca
Aunque muchos no lo percibieron en ese momento, esta jornada demostró de qué se trata el carnaval en una ciudad como la nuestra. No es solamente un espectáculo para ver desde afuera, sino que es un momento de encuentro de la comunidad. Seguramente muchos de esos espectadores tenían algún familiar o amigo en las comparsas, y por eso fueron más fuertes las ganas de verlos protagonizar el momento que el sorpresivo frío.
El Carnaval tiene una particularidad muy notoria: se celebra un fin de semana, pero se vive todo el año. Esto es porque cada una de esas personas que desfilaron estuvieron meses ensayando bailes y coreografías. Además, detrás de lo ocurrido en el corsódromo hubo horas y horas de imaginación, diseño y costura de trajes. También, si sumamos todo, tendríamos que agregar los muchos kilómetros recorridos en autos, motos y bicis por mamás y papás que se encargaron de llevar y traer a los chicos para ensayar.
Lo de ese sábado fue solamente la frutilla del postre de algo mucho más grande. El desfile es la culminación de un ciclo del que participó un grupo de gente realmente numeroso y variado. Eso explica el orgullo de los grandes al ver lucirse a los chicos, y el de los chicos al poder compartir ese momento con los grandes.
Lo que se vio esa noche fue la punta del iceberg (nunca más apropiado el dicho, por el frío que hizo). El desfile fue, entonces, el cierre de un ciclo que duró casi todo el año. Es por eso que el Carnaval acapara tanta atención y es muy esperado.
Presentes sea como sea
Matías Grazioli, de la comparsa "Mahivará", es sin dudas uno de los que más conoce de esta fiesta en nuestra ciudad. En diálogo con Diario CASTELLANOS, explicó que a pesar de los inconvenientes que casi lo hacen quedarse fuera esta vez, pudo reponerse y liderar a su agrupación en otra edición de esta gran fiesta: "Nosotros tuvimos muchas altas y bajas de los integrantes a un mes del evento y no íbamos a salir. Vino mi hija y me dijo 'vamos papi'. Ahí empezaron a caer los chicos que hace 18 años empezaron conmigo y se arrancó en enero todo de nuevo, enseñando los ritmos, se sumaron muchos chicos nuevos, mujeres que se agregaron a tocar y a bailar. Ellas nunca habían tocado. En un mes llegué a armar todo y salimos casi 90 integrantes al corsódromo. La temática era representar a América del Sur y la batucada salió vestida de gauchos a representar a la Argentina y distintos países. Adelante salieron haciendo la coreografía de Muchachos".
Sin embargo, el fin de semana le tenía otro contratiempo preparado a Grazioli y su gente: un repentino desperfecto en la carroza. Al respecto, nos contó: "Al entrar al corsódromo se nos rompe una rueda, así que empezamos mal pero terminamos bien, ya que nuestro objetivo salió como queríamos. En menos de un mes logramos eso. Hay pibes de 3 o 4 años hasta personas de 60 años que participaron. Se trabajó todo el año con el taller de percusión. Incluso hay quienes van a aprender solamente, es decir que no van a desfilar. Soy el creador de muchos músicos y para mí es un orgullo hoy en día verlos tocar en otras comparsas".
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