Con más de 220 millones de abonados, por primera vez desde su lanzamiento en noviembre de 2019 le quitó el primer puesto a su competidor directo.
En la industria audiovisual existen muchos riesgos y pocas certezas. Para usar un término de la producción de cine, cuando se trata de hablar de ganadores y perdedores, en ese ámbito no existen las fotos fijas sino las imágenes en movimiento. El hecho de alcanzar la cima no garantiza la permanencia allí. Sin embargo, en el contexto de la guerra del streaming, cada victoria conseguida impacta fuerte. Cuando ayer se dio a conocer la noticia de que en el tercer trimestre del año Disney+ desplazó por primera vez a Netflix del primer puesto en número de suscriptores globales, algunas fichas fundamentales del negocio se reacomodaron. Pero no solo eso. Con la novedad de las 221,1 millones de suscripciones que reportó Disney -medidas hasta finales de junio-, frente a las 220,67 informadas por Netflix también se confirmó de qué se trata ahora la mencionada guerra global por el dominio del streaming: la propiedad intelectual. Y las razones por las que en esa línea que privilegia los contenidos conocidos frente a las novedades el conglomerado de estudios que forman Disney tiene la clara delantera.
La biblioteca, divino tesoro. Cerca de cumplir los tres años desde su lanzamiento, en noviembre de 2019, Disney+ logró su objetivo: imponer sus contenidos en el escenario del streaming. Con un archivo de casi un siglo de historias y personajes populares, el estudio tenía todas las de ganar en el campo de las remakes, los relanzamientos y los multiversos en expansión. Si el avance del consumo nostálgico los encontró con todos los ases bajo la manga, sus décadas de producción exitosa también los beneficiaron en medio de la inmensa oferta de contenidos. A diferencia de otras usinas, la marca Disney no precisa de explicación ni de adaptación y ese nivel de reconocimiento de sus historias los ayuda a destacarse en un mar de nuevos contenidos que luchan por la atención, el tiempo y el dinero de los espectadores. Con su relativa juventud y menos de una década de producción original, Netflix está lejos de contar con una biblioteca tan valiosa como la de su competidor directo, por más que lleve varios años sumando cuentos conocidos a sus filas y creando sus propios clásicos.
Vengadores en todos los formatos. Uno de los golpes más duros a la posición dominante de Netflix fue la migración de toda la biblioteca de Marvel hacia Disney+. Antes de que existiera la nueva plataforma, las historias de superhéroes de los cómics estaban disponibles en Netflix tanto en su versión cinematográfica -cuando las ventanas de exhibición lo permitían- como en sus universos televisivos, con series creadas especialmente para el afán maratonista. Con aciertos como Jessica Jones y Daredevil y tropiezos más o menos marcados como Iron Fist, Luke Cage y Defenders (todos disponibles ahora en Disney+), Marvel pudo probar su alcance en el streaming pero fue recién al tener su propia plataforma cuando se reveló su verdadera y enorme extensión. El plan de conectar sus películas y series llevado a cabo por Kevin Feige, presidente del estudio, solo podía llevarse a cabo en Disney+ y es allí donde su potencial para atraer al público crece de estreno a estreno. Esta semana fue el de la serie animada Yo soy Groot, el simpático personaje de Guardianes de la Galaxia y la próxima será el turno de She-Hulk: defensora de héroes, una suerte de spin-off de los Avengers.
Una galaxia infinita. Hace pocos meses, a fines de mayo, el estreno de Obi Wan Kenobi en Disney+ y el lanzamiento de la cuarta temporada de Stranger Things en Netflix ocurrieron el mismo día. No se trató de una casualidad, claro, sino de una estrategia cuidadosamente elaborada por los dos servicios para atraer suscriptores. En el caso de Netflix, la necesidad era urgente, después del anuncio de la pérdida de clientes que experimentó en la primera parte del año y, por el lado de Disney+, aprovecharía al máximo el mal momento de su competencia. La pregunta era no solo cuál de las dos ficciones sería la más atractiva para el público sino también cuál de los formatos de lanzamiento tendrían más éxito. Era una pelea entre el binge-watching y el lanzamiento semanal de capítulos, pero también entre un contenido original de pura cepa streamer y otro nacido en el cine de los 70. Fandom contra fandom, el resultado fue un empate con una pequeña ventaja del lado de Disney. Netflix logró desacelerar la caída de suscriptores -aunque lo hizo gracias una serie que está de salida: le queda apenas una temporada- y Disney+ sumó más público. Pero no solo eso: gracias a Obi Wan Kenobi, la plataforma cosechó los frutos de su apuesta por los personajes derivados de Star Wars, que ya había probado con éxito en The Mandaloriany entusiasmó al público con la promesa de las series que vendrán como Andor (21 de septiembre), Ahsoka y The Acolyte.
Pixar, ese amigo fiel. En pleno proceso de recuperación de los espectadores en las salas a nivel mundial, Disney+ parece estar comprometido a mantener el desembarco de sus estrenos recientes en la plataforma. Mientras HBO Max revalúa su estrategia al poner en duda la ventana de 45 días para el arribo de sus películas más esperadas al streaming, la Casa del Ratón se mantiene en el formato que adoptó durante la pandemia. Especialmente cuando se trata de sus contenidos de Pixar. El estudio animado parece adaptarse muy cómodamente al estilo del streaming y encontró allí una segunda ventana de oportunidad para sumar espectadores a películas con moderada respuesta del público en salas como sucedió con Lightyear, estrenada en cines el 16 de junio y ya disponible en la plataforma global.
Deportes en acción. En 2017 durante su última visita a la Argentina, Ted Sarandos, el máximo responsable de los contenidos de Netflix, explicó que la programación en vivo no estaba en los planes inmediatos de la plataforma ni tampoco lo estaba la posibilidad de sumar deportes a su oferta. Dos años después, uno de los argumentos de promoción y venta más agitados por Disney+ era la posibilidad de contar con los contenidos de la señal ESPN. Los deportes y las emisiones en vivo empezaron a atraer al servicio a un tipo de suscriptor que ninguna otra plataforma había intentado convocar. Tan importante es esa porción de público para el negocio de Disney+ que en los Estados Unidos, donde ESPN tiene su propia plataforma, su número de suscriptores está cerca de los 23 millones. Gracias a los contenidos deportivos consiguieron casi sesenta millones de abonados en la India, uno de los territorios más importantes para sus plataformas en general.
Comentarios