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Cultura

Inauguran la muestra "Compostamas" de Carlos Huffmann

De esta manera Ruth Benzacar Galería de Arte, dio inicio a su temporada 2022 con esta exposición que se puede visitar en Sala 1, en CABA.

Las pinturas y esculturas que componen Compostasmas se sitúan en territorios liminales e investigan una noción expandida de límite como lugar de enunciación y florecimiento. El artista contrasta la explosión de vitalidad que motoriza los procesos de descomposición con la externalidad entrópica del consumo social diario y busca allí sus energías poéticas.
El título de la muestra refiere a formas que emergen de la hibridación de técnicas, referencias teóricas, discursos y la historia del arte argentino, señalando la manera en la cual el trabajo artístico participa como proceso de creación de memoria individual y colectiva.
Las nuevas esculturas son el resultado de un proceso de investigación y desarrollo realizado con la colaboración de diseñadores, técnicos, artesanos e industriales. La exposición se compone de nueve piezas escultóricas de aluminio pintado y seis pinturas realizadas en óleo, acrílico e impresión UV sobre arpillera. Todas las piezas están emplazadas dentro del espacio expositivo a modo de señalar sus zonas limítrofes: el encuentro entre la pared y el piso, entre el suelo y el subsuelo, y entre la sala expositiva y el espacio de oficina donde se gestionan diariamente las actividades comerciales de la galería.
Las nueve piezas de aluminio son una interpretación tridimensional de una serie de pinturas del artista: en ellas un rostro todavía humano que se encuentra en un estado de superposición entre la vida y la muerte se asoma sobre la superficie de un montículo de tierra para entregar un mensaje aparentemente paradojal, que al ser inspeccionado revela aspectos polisémicos. Las nuevas esculturas buscan generar un ensamblaje de texturas y modos constructivos mediante un proceso que incluyó herramientas de realidad virtual, impresión 3D, modelado escultórico tradicional en diversos materiales y objetos encontrados. El objeto final, íntegramente hecho en aluminio y posteriormente policromado con pintura al óleo, se realizó utilizando una adaptación de las técnicas usadas en la fundición de bronce.
Las pinturas, colocadas en un sistema de almacenamiento a una altura que las ubica parcialmente por encima de la sala, son imágenes realizadas con técnicas digitales y analógicas y solamente accesibles al público para ser vistas a través de una pantalla. Buscando indagar en el proceso de migración extensiva de la actividad vital hacia el interior de la red internet que ocurrió durante la pandemia global del 2020, estas piezas podrán ser transformadas en tokens no fungibles como opción alternativa de coleccionismo. Dado el caso se procederá a "tokenizar" en forma de NFT una fotografía frontal del cuadro y a eliminar de forma mecánica la capa pictórica y así hacer posible la reutilización de la tela y el bastidor para la producción de nuevas pinturas.
La obra de Carlos Huffmann condensa imaginarios híbridos en dibujos, pinturas, esculturas, instalaciones y textos. En algunas de sus piezas, el artista reutiliza desechos de maquinarias o elementos agrícolas, de manera que recupera no solo su valor material, sino que activa sus historias y energías: lo que antes estaba orientado a la producción pasa a ser un objeto artístico que instrumentaliza las fantasmagorías de su vida anterior. Construye objetos-amuleto y esculturas-tótem, y crea instalaciones que funcionan como escenarios rituales de una ecología chamánica que recicla generaciones de tecnología.
Sus obras presentan historias construidas con diversas materialidades y procedimientos, entre arqueología y genealogía ficcional del pasado reciente. Puebla los horizontes ruteros, las plazas públicas o el cubo blanco de la galería con imágenes y situaciones en las que coexisten el caos y el orden, y la tecnología y la ruina. Su práctica encuentra una fructífera tensión entre la gran escala que domina sus exhibiciones y el laboratorio de investigación que son sus innumerables cuadernos, dibujos digitales y en papel, y sus intervenciones en revistas. En algunas de sus obras más paradigmáticas, transforma cosechadoras, autos de lujo o camiones de competencia en personajes protagonistas de escenas distópicas que sitúa en polvorientos paisajes patagónicos o en las pampas rastrojeras, como si se tratara de sets de rodaje de una ciencia ficción sudamericana y apócrifa.
En las obras de Huffmann pueden leerse varias capas de sedimentación consolidadas en un ir y venir entre lo analógico y lo digital. Sus piezas reflexionan sobre la complejidad y las contradicciones de la imagen y sus indescifrables grados de verosimilitud en la vida contemporánea. A veces, en su producción, parte de fotografías tomadas por él mismo o extraídas de publicidades, y las interviene por medio de una pintura que abreva en la imaginería mass media y que Huffmann hace retornar desde diversas temporalidades: trazos del animé y los videojuegos, el píxel como unidad de sentido a inicios de los 2000, lemas punk escritos en inglés, huesos, calaveras, idealizaciones de consumos suntuarios y retratos casi entrañables de viejos modelos de hardware.
A lo largo de su producción, Huffmann despliega una poética de la crisis permanente, en la cual los objetos obsoletos y fragmentarios se constituyen en metáforas de las existencias que subsisten y florecen en los márgenes del sistema tecnocrático, el cual se despliega por igual en los campos y en las urbes.

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