Las galerías comerciales, comúnmente conocidas como "Pasajes", son elegantes salones cerrados: calles y plazas cubiertas, dominadas por escaparates, oficinas y cafés de antaño, nacidas en París a finales del 1700.
A diferencia de los mercados cubiertos, las galerías de época no tienen puestos y no venden comida. Esto se debe al prestigio que le confiere el carácter exquisitamente monumental. Son el reino donde dominan los espejos, los mármoles, los estucos preciosos y las atmósferas Liberty.
Son hijas de la Belle Époque parisina, época en la que los arquitectos posrevolucionarios franceses diseñaron un lugar dedicado a las compras. Con el tiempo, perdieron su connotación puramente comercial y se convirtieron en lugares de ocio y entretenimiento. Cada galería tenía su propio teatro y sus suntuosos cafés frecuentados por los más grandes artistas e intelectuales de la época.
Pero la moda de los pasajes parisinos también influyó en el resto de Europa y aterrizó, más allá de los Alpes, en Turín.
Hacia 1800 la nobleza de la ciudad de Saboya decidió iniciar la construcción de las galerías cubiertas.
Junto con los pórticos, las galerías de Turín son los lugares ideales para pasear en un día lluvioso o cuando el frío se hace demasiado intenso y los cuellos de los abrigos se aprietan un poco más.
Laberintos sin obstáculos, luminosos, escenarios de un pasado que no da señales para querer irse.
Cubiertas con vidrios que dejan pasar la luz del sol, iluminando los hermosos interiores, las galerías son una curiosidad arquitectónica que forma parte de la historia de la capital piamontesa. De este patrimonio arquitectónico y cultural restan hoy tres grandes ejemplos: la Galería Subalpina, la Galería Umberto I y la Galería San Federico.
Las dos primeras que se diseñaron y construyeron fueron la Galería Natta d'Alfiano y la de la Industria Subalpina, respectivamente en 1856 y 1873, seguidas de la Galería Nacional, fechada en 1888. La Natta d'Alfiano y la Nacional se encontraban en los alrededores de la actual Vía Roma: la primera estaba donde actualmente se encuentra la Galería Federico I y tenía forma de "L". Existía también un conocido cine-café Meridiana, que era lugar habitual de esparcimiento de escritores y artistas.
La segunda era alta, espaciosa y muy aireada con un techo de vidrio y hierro.
Ambas fueron demolidas en la década de 1930, durante la reconstrucción de Via Roma, en años en los que reconstruir era más importante que conservar.
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