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Cultura

Chéjov, tan vigente como universal

Por Ana Colombo- El ambiente intimista al que accede el público, da la pauta de una cercanía que se producirá con el actor y su texto. Un semicírculo de velas tenues componen la escenografía, no hay espacios iluminados, como sí lo estarán las palabras... ardientes, de viejo dolor, enardecidas, encendidas desde las entrañas...

Un hombre y su palabra monologada, un hombre que cubre con su capa intelectual y profesional la otra que lo ha degradado a la oscuridad más detestable de la condición humana; una voz que intenta vanamente posicionarse para hablar de lo no dicho, de la autoridad, el desprecio y la ignominia…

Un hombre, un médico, sostiene a lo largo de la obra una mirada inquietante, perturbada, fija, grande... es difícil dejar de "mirar esa mirada", porque está más allá de su cuerpo, desprendida, enmarañada en su intento de conferencia, asida a sus deseos. Es producto de una cotidianidad que ejerce una fuerza centrípeta y arrastra al caos físico y mental. Una ciclicidad del oprobio y la resignación que asfixia.

Un hombre, un médico, un actor, que tiene los nervios en su máxima tensión, con un cuerpo convulso que quiere liberarse de la opresión del poder marital, que corre, que se contornea, por momentos lo trágico es gracioso, lo real bordea el margen de lo absurdo y paródico.

Hay una tensión sostenida, el público espera saber si es el fin de la resignación o una catarsis para elevar una vez más la piedra de Sísifo.

Un hombre, un actor, versátil que además de su preparación actoral tiene el entrenamiento físico que le exige la desesperación del personaje demandante. Está oprimido y hay un opresor a la vista; es víctima y hay un victimario o por lo menos eso creemos a través de sus palabras… sin embargo la naturaleza humana es ambigua y muchas veces volátil, y nos da la libertad de pensar que ciertos ejercicios de poder se producen en un contexto de silencio y aceptación.

"Sobre el daño que causa el tabaco" de Antón Chéjov fue escrita en el siglo XIX, a finales, y sus escritos universalizan las relaciones humanas, institucionales y quedan expuestas las miserias, pero también ciertos gestos de resistencia y de resiliencia.

Una obra clásica a la que Marcelo Allasino le ha dado su impronta, como sabemos lo hace, en cada una de sus puestas en escena, acompañado de la mirada atenta de la profesora y asistente de dirección, Valeria Díaz. Y que César Maldonado ha sabido darle un cuerpo y una voz de manera talentosa.

La ciudad en el amplio paradigma del arte tiene como protagonistas a personas muy significativas, creativas, multifacéticas que enorgullecen los diferentes escenarios culturales rafaelinos.

Ficha artística y técnica

Actuación: César Maldonado. Asistencia: Valeria Díaz. Diseño de vestuario: Uriel Cistaro. Realización de vestuario: Sandra Ligabue. Producción y dirección: Marcelo Allasino.

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