El Papa Francisco dirigió este domingo la oración del Ángelus desde el Palacio Apostólico, acompañado de los peregrinos en la Plaza de San Pedro, y señaló que el Evangelio del día que «nos habla del Reino de Dios a través de la imagen de la semilla» e invitó a reflexionar sobre el llamado de Jesús a la espera confiada.
«En la siembra, por buena y abundante que sea, la simiente que esparce el agricultor y por bien que prepare la tierra, las plantas no brotan inmediatamente: ¡hace falta tiempo y esperanza! Por ello, es necesario que después de sembrar este sepa esperar con confianza», graficó.
Al hacer referencia al trabajo que ya hace la tierra durante la siembra, el pontífice detalló: «Es invisible, se necesita paciencia y, mientras tanto, es necesario seguir cuidando las tierras labrantías, regarlas y mantenerlas limpias, a pesar de que en la superficie parezca que no sucede nada».
«También el Reino de Dios es así», explicó y profundizó: «El Señor deposita en nosotros las semillas de su Palabra y de su gracia, semillas buenas y abundantes, y después, sin dejar de acompañarnos, espera con paciencia».
El Santo Padre recordó que el Señor cuida con la confianza de un padre, pero el tiempo necesario «para que las semillas se abran, crezcan y se desarrollen hasta dar fruto de buenas obras».
«Y esto porque quiere que en su campo no se pierda nada, que todo llegue a la plena maduración; quiere que todos nosotros podamos crecer como espigas cargadas de grano», agregó.
Confianza en el Evangelio
De esta manera, insistió el Papa, el Señor «nos enseña también a nosotros a sembrar con confianza el Evangelio». Para luego obtener los frutos: «Sin desanimarnos y sin dejar de apoyarnos y ayudarnos unos a otros, incluso allí donde, a pesar de los esfuerzos, nos parece que no se ven resultados inmediatos», completó.
Ante rezar el Ángelus, el Papa Francisco propuso algunas preguntas para la meditación: ¿Yo siembro con confianza la Palabra de Dios en los ambientes en los que vivo? ¿Soy paciente a la hora de esperar, o me desanimo porque no veo inmediatamente los resultados? Y, ¿sé confiar todo serenamente al Señor, al tiempo que doy lo mejor de mí para anunciar el Evangelio?
«Que la Virgen María, que acogió e hizo crecer en su interior la semilla de la Palabra, nos ayude a ser sembradores generosos y confiados del Evangelio», finalizó el Papa su alocución para luego rezar la oración mariana.
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