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Culto Católico

"No estamos solos, el Espíritu Santo nos ayuda, inspira y sostiene"

En su homilía para la solemnidad de Pentecostés, el Papa reflexionó sobre cómo el Espíritu Santo, operando en la Iglesia con poder y dulzura, nunca nos deja solos.

"Incluso en los momentos más difíciles o en medio de las luchas del día a día, el Espíritu Santo y sus dones nos permiten perseverar". El Papa Francisco hizo este reconfortante recordatorio durante su homilía en la solemnidad de Pentecostés, este domingo 19 de mayo, marcando el final del Tiempo Pascual.

Durante la celebración eucarística en la Basílica de San Pedro, el pontífice se inspiró en el relato de Pentecostés en los Hechos de los Apóstoles, que, según observó, muestra la acción del Espíritu Santo en la Iglesia, tanto en nosotros como en la misión, con las características de poder y gentileza.

Francisco recordó cómo el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos y permaneció a su lado, como el Paráclito "que transformó sus corazones y les infundió una valentía serena que los impulsó a transmitir a los demás la experiencia de Jesús y la esperanza que los motivó".

"Nosotros también somos enviados"

Esto, observó el Papa, también es válido para todos nosotros que recibimos el Espíritu Santo en el Bautismo y la Confirmación.

"Desde el Cenáculo de esta Basílica, como los apóstoles, también nosotros -insistió- somos enviados a anunciar el Evangelio a todos. Debemos hacerlo", dijo, sin "arrogancias, imposiciones ni cálculos", sino con "la energía que nace de la fidelidad a la verdad que el Espíritu nos enseña en el corazón y hace crecer en nosotros".

Proclamando incansablemente la paz, el perdón, la vida

En consecuencia, sugirió el Santo Padre, "no nos damos por vencidos, sino que hablamos incansablemente de paz a quienes desean la guerra, hablamos de perdón a quienes buscan venganza, hablamos de acogida y solidaridad a quienes cierran sus puertas y levantan barreras, hablamos de vida a quienes eligen la muerte, hablar de respeto a quienes aman humillar, insultar y rechazar, y hablar de fidelidad a quienes romperían todo vínculo".

Al ilustrar cuán poderosa es la obra del Espíritu dentro de nosotros, advirtió que "sin ese poder, nunca podríamos vencer el mal por nosotros mismos, ni vencer los deseos de la carne", que tan fácilmente nos roban la libertad. El Papa sugirió que debemos entregarnos al Espíritu Santo, no al mundo.

Nos ayuda e inspira

"El Espíritu Santo, si se lo permitimos", aseguró el Papa, "nos inspira, nos ayuda y sostiene" en este esfuerzo, para que "nuestros momentos de lucha se conviertan en ocasiones de crecimiento, en crisis saludables de las que podamos salir mejores, más fuerte y capaz de amar a los demás con mayor libertad".

También Jesús, recordó, nos lo muestra cuando, impulsado por el Espíritu, se retiró durante 40 días y fue tentado en el desierto, tiempo en el que su humanidad crecía, se fortalecía y se preparaba para la misión.

El Sucesor de Pedro también reflexionó sobre la mansedumbre del Espíritu, que según observó, vemos con frecuencia caracterizar el modo de actuar de Dios en las Escrituras, señalando que también nuestro anuncio debe ser "dulce y acogedor para todos, en el esfuerzo de animar y fortalecer, dondequiera que estén. Ser, que se acerca a todo hombre y mujer de buena voluntad, con humildad y dulzura", como lo hizo Jesús.

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