El compromiso ciudadano es el pilar fundamental de nuestra democracia, y en este año electoral queremos reafirmar la importancia de la participación activa en la construcción de un presente y un futuro próspero.
Haciendo propias las “Pautas básicas para la construcción de consensos” propuestos por la Comisión Nacional de Justicia y Paz, y a pedido del Episcopado Argentino, afirmamos que existen desafíos enormes que debemos asumir con compromiso: trabajar por la dignidad de todas las personas, reconstruir la confianza, lograr la estabilidad económica, combatir la corrupción, intensificar la lucha contra el narcotráfico y la trata de personas, fortalecer y extender la educación y cuidar los bienes naturales de la Casa Común; son solo algunos de los puntos a los que -como Iglesia- invitamos a prestar especial atención.
Elegir a nuestros representantes es una responsabilidad que debemos asumir con entusiasmo y madurez. En la participación de cada ciudadano se sustenta la dirección que tomará nuestra nación, provincia, ciudad y/o comuna, durante los próximos años. Tenemos la oportunidad de hacer oír nuestra voz y de ser el motor hacia la sociedad que anhelamos.
Así lo rezamos en la Oración por la Patria: “Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común”.
Cada voto cuenta y cada elección personal tiene un impacto en lo colectivo; por eso enfatizamos en la importancia de conocer la ética y los valores qué promueven quienes aspiran a representar y liderar nuestra sociedad, para confiar nuestros votos a personas comprometidas con las problemáticas más urgentes, con claridad y coherencia en sus propuestas. El magisterio de la Doctrina Social de la Iglesia nos ha otorgado, a lo largo de la historia, un marco evangélico para este discernimiento.
A su vez, exhortamos a cada candidato/a a asumir con responsabilidad el desafío que eligieron. Hacemos un llamado a realizar campañas respetuosas y limpias, fortaleciendo -durante todo el proceso eleccionario- la escucha y el diálogo fraterno, cuidando el valor de la palabra y la verdad.
Nos confiamos a Nuestra Madre, que sabe dar lo mejor a sus hijos: “Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice: ¡Argentina! ¡Canta y camina!”
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