El obispo diocesano Pedro Torres fue entrevistado para hablar sobre el sentido de este tiempo litúrgico, destacando los ejes de su mensaje cuaresmal, los 10 años de pontificado de Francisco, su mirada sobre el país y también sus vivencias en los primeros meses en el territorio de la diócesis de Rafaela.
"Primero hay que mirar a Jesús, como dice la oración del primer domingo; en Cuaresma tenemos que conocerlo, seguirlo y amarlo más, tener sus sentimientos. La primera invitación es mirar el costado de Jesús, impactarnos por él, descubrir que nos amó y dio la vida por nosotros, dejarnos traspasar por el traspasado; pedimos un corazón nuevo. Los ejes del mensaje son renovar el bautismo, asumir lo discernido como Diócesis haciendo la progresión del objetivo de este año con la formación de los agentes pastorales y asumir lo que el Espíritu le está pidiendo a la Iglesia, que es aprender a caminar juntos la sinodalidad. En el medio revisarnos porque hace falta una conversión personal y en lo que es la encarnación del evangelio en la economía, la política, la educación, viviendo la cuaresma como un tiempo de gracia muy unidos a Jesús", destacó en una entrevista.
-Se cumplieron 10 años de la asunción del Papa Francisco, ¿cuáles son los aportes a la Iglesia y al mundo, y en qué cosas podría profundizar?
-Destaco al Papa que con su lenguaje comprensible para todos llegó y logró desafiar con sus neologismos; inició procesos de transformación que venían sembrados por el Concilio Vaticano II (1962-1965), el desafío es perseverar y que den frutos. Con mucha lucidez detectó el riesgo de las ideologías, los estancamientos y la corrupción en muchos niveles del mundo y al interno de la Iglesia. La valentía del Papa de viajes a lugares, donde la inseguridad era palpable y la Iglesia es minoría; sus gestos de diálogo ecuménico e interreligioso sembraron una profundidad de vínculos que no teníamos hace mucho. En algunos ámbitos donde me muevo a nivel mundial, escuchar que los muftíes, la autoridad máxima en el mundo musulmán, recomiendan a sus seguidores leer las enseñanzas del Papa es poco frecuente pero asombroso, algo parecido me pasó entre religiones orientales o entre la dirigencia judía. El Papa sembró una conciencia de que nadie se salva solo, que juntos tenemos que buscar con creatividad respuestas nuevas a un cambio de época; estamos en un cambio cultural impresionante, necesitamos la imaginación de los jóvenes y la sabiduría de los viejos, en un diálogo que tiene que buscar soluciones a los problemas reales.
-Juan Pablo II viajó a Londres y Buenos Aires en 1982 durante la Guerra de Malvinas y por la invasión rusa. Muchos critican a Francisco porque no fue a Kiev ni a Moscú. También por la situación en Nicaragua con el autoritarismo de Ortega que ataca especialmente a la Iglesia Católica, ¿cuál es tu mirada?
-El Papa estuvo atento. Incluso el obispo nicaragüense Silvio Báez, hace varios años, fue puesto a salvo para que no le pasara lo que sucede en este momento con otro de los obispos (Rolando Álvarez). Creo que no están las condiciones para que viaje. Nadie es profeta en su tierra, Juan Pablo II fue cinco veces a Polonia los primeros viajes, donde le fue bien, pero después se le complicó por el clima social y político. Descubrir que el Papa más que argentino es hoy el vicario de Cristo, su enseñanza tiene que ser objeto para nosotros de escucha, reflexión y conversión; hasta que no aprovechemos esto, lo de los viajes… El primer Papa que viajó en 2000 años fue Pablo VI (1963-1978). La enseñanza y el servicio del Papa está dado por su oración, su magisterio, ser principio de unidad que nos confirme en la fe y eso Francisco lo hizo de una manera que dejó, diría Brochero, pasto para rumiar muchos años.
-Hablaste de la conversión en los distintos ámbitos políticos y económicos, ¿qué nos falta como sociedad y dirigencia a nivel país para convertirnos y tocar los temas de fondo como inflación, inseguridad, pobreza, trabajo, educación?
-Lo dije en la homilía del Miércoles de Ceniza (en la Catedral San Rafael), citando una frase de Zazpe (primer obispo de Rafaela) que me impacta mucho: "Los argentinos tenemos un problema con la sinceridad", es decir, si no asumimos la verdad y la crisis que tenemos, no la vamos a solventar ni solucionar. Me da la impresión que hay niveles de la dirigencia que viven en la estratósfera porque no están en sintonía con el sufrimiento diario de la gente. No se escuchan propuestas para la superación en lo educativo y un desafío más allá de la Argentina hoy se habla de la inteligencia artificial, tampoco de solucionar la desconfianza en el mundo económico y proponer un progreso a largo plazo y eso crea desilusión en los jóvenes. Pareciera que estamos más pensando que es un año de elecciones, pero hacen falta propuestas para que se elija un camino y no solamente dirigentes.
-Hace casi 3 meses que asumiste como pastor de la Diócesis de Rafaela -con la extensa geografía de tres departamentos-, ¿qué recogiste y cuáles son las impresiones que te llevaste del presbiterio, el laicado y la gente?
-Encontré con alegría a curas trabajadores que viven austeramente, algunos con una entrega casi heroica y eso es una cosa que alienta mucho. Me encontré con una comunidad en la que hay heridas de la pandemia porque todavía no están elaboradas. Percibo un impacto anímico; en Córdoba fue en los niños y adultos mayores, acá la generación de 40 a 60 años tiene todavía miedo a veces en dar la mano en los templos. La sequía provocó más penurias económicas: muy al norte fueron los animales que no tenían agua; al sur con las cosechas, aprovechando la fallida siembra de alimento para los animales. Muchos jóvenes optaron por venir a estudiar a Rafaela y es positivo porque en el país la migración es muy fuerte. También mosquitos que se encariñaron muchísimo (risas). De promedio recorrí 700-800 km por semana, visité las parroquias de las ciudades y localidades del centro-sur de la Diócesis. En marzo voy a Tostado y Villa Minetti, me instalo en una región y me quedo para compartir un poco más en cada lugar y, de paso, se ahorra nafta.
Gesto solidario
Como se viene realizando en los últimos años, desde el inicio de la Cuaresma se invita al gesto solidario en la Diócesis de Rafaela, que abarca los departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio.
Para realizar un gesto concreto, colaborando con Cáritas diocesana, se puede aportar a la colecta que se realiza por medio de sobres que se reparten en las parroquias (se deberán llevar en la Semana Santa especialmente el Jueves Santo), o bien contactarse con Cáritas Rafaela, en Rosario 319, por teléfono a (03492) 505754 o por correo electrónico a [email protected].
Lo recaudado en el gesto solidario de Cuaresma será destinado por Cáritas a los espacios parroquiales y a los proyectos que ya se encuentran en funcionamiento: apoyo escolar, capacitación de voluntarios, costureros, fábrica de pastas, hornos de pan, huertas, entre otros.
Comentarios