Tras un período de descanso y el viaje a Canadá, Francisco retomó las audiencias generales de los miércoles en la que recordó su reciente viaje y pidió rezar por la paz en el Líbano y Ucrania.
"Un viaje diferente a los demás", así lo definió el Papa Francisco a su reciente peregrinación penitencial a Canadá, de la que hizo un repaso de sus etapas durante la audiencia general de este miércoles 3 de agosto en el Aula Pablo VI.
"La principal motivación fue encontrarme con las poblaciones originarias para expresarles mi cercanía -la cercanía de la Iglesia-, mi dolor y pedir perdón por el daño que les han hecho aquellos cristianos, incluidos muchos católicos, que en el pasado han colaborado para las políticas de asimilación forzada y liberación de los gobiernos de la época", explicó Francisco.
"En este sentido, en Canadá se emprendió un camino para escribir una nueva página del camino que la Iglesia viene realizando desde hace algún tiempo junto a la gente indígena. Y, de hecho, el lema de viaje, 'Caminando juntos', lo explica un poco. Un camino de reconciliación y sanación, lo que presupone conocimiento histórico, escucha a los sobrevivientes, toma de conciencia y sobre todo conversión, cambio de mentalidad", resumió.
"Por un lado, algunos hombres y mujeres de Iglesia estuvieron entre los más decididos y valientes defensores de la dignidad de los pueblos indígenas, asumiendo su defensa y contribuyendo al conocimiento de sus lenguas y culturas", analizó, y completó: "Pero, por otro lado, lamentablemente no faltaron cristianos -es decir, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos- que participaron en programas que hoy entendemos son inaceptables y contrarios al Evangelio".
"Y por esto fui a pedir perdón, en nombre de la Iglesia", prosiguió, y sostuvo: "Era pues una peregrinación penitencial. Hubo muchos momentos de alegría, pero el sentido y tono del conjunto fue de reflexión".
"Quiero dar las gracias a todos los que han hecho posible esta peregrinación penitencial a Canadá, empezando por las autoridades civiles, los jefes de los pueblos indígenas y los obispos canadienses. Agradezco sinceramente a todos los que me acompañaron con sus oraciones".
Los sonidos del viaje
Una vivencia "espiritual y humana", en la que, acompañado de líderes y miembros de los principales grupos indígenas, "juntos hicimos memoria: la buena memoria de la historia milenaria de estos pueblos, en armonía con su tierra, y la dolorosa memoria de los abusos que sufrieron, incluso en los internados, a causa de las políticas de asimilación cultural. Acompañados por el sonido de los tambores, dejamos espacio para el silencio y la oración, para que, desde la memoria, se pueda volver a iniciar un nuevo camino, sin más gobernantes y súbditos, sino solo hermanos y hermanas".
Una memoria sobre la que labrar un futuro juntos: "Tras el recuerdo, el segundo paso en nuestro camino fue el de la reconciliación. No un compromiso entre nosotros (eso sería una ilusión, una puesta en escena), sino un dejarnos reconciliar por Cristo, que es nuestra paz".
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