Este domingo 6 de octubre a las 17:00 horas se celebra la fiesta patronal en la Capilla Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, ubicada en la esquina de Arenales y Alberdi, que incluye rosario y misa. Previamente, se realiza el triduo preparatorio del miércoles 2 al viernes 4 a las 17:00; el sábado 5 de 8:00 a 12:00 habrá rosario continuado.
Comúnmente llamada “Pompeya”, pertenece al patrimonio histórico. Doña Juana Pionsi de Perucca, llegada de Italia en 1884, erigió la capilla entre 1890 y 1892, con una imagen enviada desde su patria por un hermano suyo.
Esta capilla constituye el testimonio religioso más antiguo de nuestra ciudad, ya que se mantiene la estructura edilicia original. Los años se fueron sucediendo, el tiempo fue pasando y como todas las cosas materiales, tuvo que ir siendo reparada. Así fueron haciendo arreglos de revoque, pintura, luces y algunos otros detalles que fueron apareciendo.
La Capilla Nuestra Señora de Pompeya pertenece a la jurisdicción de la Catedral San Rafael, dependiendo del templo mayor de la ciudad de Rafaela.
Un poco de historia
En el año 79, una erupción del Vesubio -volcán cercano a Nápoles, Italia- sepultó bajo su lava la fastuosa ciudad de Pompeya, donde la aristocracia romana tenía sus fincas de recreo. A comienzos del siglo XIX, descubiertas las ruinas de la ciudad, se instalaron en el valle cercano varias familias de campesinos que levantaron humildes viviendas y una pobre capilla.
En 1872, Bartolo Longo, abogado de la Condesa de Fusco dueña de esas tierras, visitó la región con motivo de la renovación de los arriendos. Estando allí, se enteró que por esos lares los malhechores hacían de las suyas, ya que no había policía; el único que imponía un poco de respeto era el cura de la capilla, pero al fallecer este pocos siguieron firmes en su fe.
Una noche, Longo vio en sueños a un amigo muerto, el que le pidió que propagara el rezo del rosario para la salvación de aquella gente. A la mañana siguiente se levantó con la firme decisión de hacer lo que su amigo le había pedido. A partir de entonces, recorrió las casas de los campesinos recomendando el rezo del rosario y repartiendo imágenes religiosas.
También se abocó a la ardua tarea de restaurar la vieja capilla y en 1873 organizó la primera fiesta de la Virgen del Rosario en la pequeña iglesia. En 1878, Longo obtuvo en un convento de Nápoles un muy deteriorado cuadro de Nuestra Señora del Rosario acompañada con Santo Domingo de Guzmán y Santa Rosa de Lima, pero en su restauración el pintor cambió -no se sabe por qué- a la Santa Limeña por la italiana Santa Catalina de Siena. Puesta sobre el altar del templo aún inconcluso, la sagrada imagen pronto comenzó a obrar prodigios.
El primer domingo de octubre de 1883 en la nueva iglesia en construcción se rezó por primera vez en público la súplica “a la poderosa Reina del Rosario de Pompeya”, que luego habría de repetirse en todo el mundo el día 8 de mayo y el primer domingo de octubre.
Similar propagación tuvo la devoción de los quince sábados, por la constante iniciativa de Bartolo Longo, quien falleció en 1926 y fue declarado beato el 26 de octubre de 1981.
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