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Culto Católico

El Papa llamó a buscar a los "cristos abandonados" del mundo de hoy

"Las personas rechazadas y excluidas son íconos vivos de Cristo", dijo este domingo 2 de abril el papa Francisco al presidir la misa del Domingo de Ramos una Plaza de San Pedro colmada de fieles y después de la lectura de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo, pronunció la homilía. Después de cuatro días de hospitalización y tras volver ayer al Vaticano, el Santo Padre ha querido estar presente en la primera celebración de esta Semana Santa.

Empezó la homilía recordando la única invocación pronunciada en la cruz por Jesús en el Evangelio: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? son las palabras que nos llevan al corazón de la pasión de Cristo, al punto culminante de los sufrimientos que padeció para salvarnos".

"Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados. Para nosotros nadie puede ser marginado", dijo y manifestó que "cada vez que escuchamos el relato de la pasión nos conmueve": "Sufrió en el cuerpo: de las bofetadas a los golpes, de la flagelación a la corona de espinas, hasta llegar al suplicio de la cruz. Sufrió en el alma: la traición de Judas, las negaciones de Pedro, las condenas religiosas y civiles, las burlas de los guardias".

Pero aparte del sufrimiento del cuerpo y del alma, hay otro sufrimiento que es todavía "más lacerante", el del espíritu: "En la hora más trágica, Jesús experimenta el abandono de Dios. Nunca antes, explicó, había llamado al Padre con el nombre genérico de Dios, el acontecimiento es, pues, real y el abajamiento es extremo. El Señor llegar a sufrir por amor a nosotros, lo que nos es difícil incluso de comprender".

Jesús experimentó el abandono "para no dejarnos rehenes de la desolación y estar a nuestro lado para siempre"

Francisco ha reflexionado además durante la homilía sobre el verbo "abandonar": "Aparece en la Biblia en momentos de extremo dolor: en amores fracasados, negados y traicionados; en hijos rechazados y abortados; en situaciones de repudio, viudez y orfandad; en matrimonios agotados, en exclusiones que privan de vínculos sociales, en la opresión de la injusticia y la soledad de la enfermedad. Cristo llevó todo ello a la cruz, tomando sobre sí el pecado del mundo. Y en el momento culminante, el Hijo unigénito y amado experimentó la situación que le era más ajena: la lejanía de Dios".

Subrayó que además que Jesús hizo todo esto "por nosotros": "Se hizo solidario con nosotros hasta el extremo, para estar con nosotros hasta las últimas consecuencias. Para que ninguno de nosotros pudiera considerarse solo e insalvable. Experimentó el abandono para no dejarnos rehenes de la desolación y estar a nuestro lado para siempre. Hermano, hermana, lo hizo por ti, por mí, para que cuando tú, yo, o cualquiera se vea entre la espada y la pared, perdido en un callejón sin salida, sumido en el abismo del abandono, absorbido por el torbellino del 'por qué', pueda tener esperanza".

En este sentido, el Pontífice recordó a un mendigo muerto en la columnata del Vaticano "solo y abandonado" como una encarnación actual de Cristo. "Muchos necesitan nuestra cercanía, muchos abandonados, también yo necesito que Jesús me acaricie, que esté cerca de mi y por eso voy a buscarlo en los abandonados y en los solitarios", refirió.

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