La Semana Santa, tiempo en el que los cristianos conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, empieza el próximo 2 de abril, con la misa del Domingo de Ramos.
Ese día, la Iglesia celebra la entrada de Jesús en Jerusalén para realizar la obra de la Redención, dado que allí iba a padecer, morir y resucitar. Jesús entró en la ciudad, según relatan los Evangelios, montado en un burro, y fue recibido triunfalmente por el pueblo judío que con ramos de olivo en las manos gritaba: "¡Hosanna al hijo de David; bendito el que viene en nombre del Señor!".
La celebración consta de dos partes: la bendición de los ramos, que se emplean en la procesión en honor de Cristo Rey, y la misa. El lenguaje y los símbolos de la liturgia de ese día giran alrededor de una idea fuerza: en Jerusalén ingresó Jesús hace casi dos milenios, y hoy los fieles vuelven a aclamarlo como rey de la paz.
La procesión de los ramos es presidida por la máxima autoridad eclesiástica de cada lugar y se efectúa por la calle hacia el templo, como testimonio público de fe. La liturgia es una mezcla de alegría y tristeza. El ambiente festivo de la procesión es atemperado por el tono que la misa imprime a la celebración.
En efecto, en ella se leen tres textos bíblicos. En primer lugar, el libro de Isaías (50,4-7), donde el profeta anticipa los sufrimientos de Jesús: "No aparté mi rostro cuando me insultaban, sabiendo que no quedaría defraudado"; luego, una carta de san Pablo (Filipenses 2,6-11), en la que el apóstol dice que Jesús "se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó"; y, por último, el relato de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según la versión del evangelista san Lucas.
Triduo pascual
Las principales celebraciones de la Semana Santa se concentran en el triduo pascual, que incluye la misa de la Cena del Señor, la conmemoración de la Pasión y la solemne vigilia pascual.
El Jueves Santo, que este año cae 6 de abril, el mundo cristiano conmemora la institución de la Eucaristía, realizada por Cristo en la Última Cena. En vísperas de morir en la Cruz y luego de cenar con sus apóstoles, Jesús tomó un trozo de pan y un cáliz con vino y, dándoselos, les dijo: "Este es mi cuerpo, esta es mi sangre". Desde entonces, el sacramento de la Eucaristía es el centro de la fe y de la vida cristiana.
También ese día se celebra la institución del sacerdocio cristiano que Cristo dejó establecido en la Última Cena. En esa ocasión, Jesús promulgó también el mandamiento de la caridad fraterna, cuando al concluir la cena lavó los pies de sus discípulos y les mandó que hicieran lo mismo.
Por eso, el Jueves Santo se realizan dos celebraciones litúrgicas: una por la mañana en las catedrales, la "misa crismal", presidida por el obispo del lugar; la otra por la tarde, la "misa de la Cena del Señor", en todos los templos católicos del mundo, con la participación masiva del pueblo cristiano. En esta última, el sacerdote, repitiendo el gesto de Jesús, lava los pies a 12 personas de la comunidad.
El Viernes Santo, la cristiandad revive la Pasión y Muerte de Jesús, nuestro Redentor. El arresto en el Huerto de los Olivos, la coronación de espinas, la flagelación, la condena a muerte, la vía dolorosa hasta el Calvario llevando la Cruz a cuestas, la crucifixión, la agonía y muerte de Jesús, son otros tantos momentos de reflexión del pueblo cristiano en ese día.
La Iglesia centra toda su atención en la muerte de Jesús. Las celebraciones litúrgicas se desarrollan en un clima de austeridad, pero resaltan en especial la esperanza y el carácter redentor de la inmolación de Cristo.
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