En la política no hay ni festejos eternos ni lutos interminables. Si bien lo estruendoso de la victoria de Leonardo Viotti todavía sigue resonando en los escenarios más íntimos del dirigente radical, al mismo tiempo, calando hondo en el seno del Justicialismo, donde ni siquiera el paulatino retorno a la cotidianeidad del trabajo pueden disimular el mal trago que generaron los resultados de las pasadas Elecciones Generales del 10 de septiembre, ni propios ni extraños pueden vivir del pasado.
Por más cercano que sea, y por mucho que sirvan los análisis para comprender causas y efectos, no sólo no es saludable quedarse anclado a lo ya acontecido, sino que sus deberes como funcionarios públicos los obligan a no pausar sus dinámicas, tanto para Viotti en el plano legislativo como para Castellano y el resto de su equipo en el ejecutivo.
El afamado concepto de "transición" asomó apenas algunas horas después de conocerse el triunfo opositor y desde sendos espacios se encargaron tanto de laurearse mutuamente como de iniciar de manera pacífica y ordenada un proceso que oscila entre lo necesario y lo engorroso.
Sin embargo, mientras se pone al corriente de los proyectos y planes en marcha, debate con Castellano medidas y acciones que tengan incidencia posterior al 10 de diciembre -el armado del Presupuesto, nada menos- y define la impronta que le dará a sus primeros meses al frente de la Intendencia, Viotti afronta de forma paralela su primer gran desafío: el armado de su Gabinete.
El espaldarazo en las urnas refleja la confianza que depositaron los vecinos en su figura para conducir los rumbos de la ciudad, y la confección del equipo de trabajo que lo acompañará en la tarea representa, cuanto menos, el paso inaugural para no decepcionar ni fallar a las expectativas generadas.
Y aunque es cierto que la amplia diferencia obtenida en las PASO hace suponer que las últimas semanas ya lo tuvieron trabajando en silencio para empezar a ponerle nombres propios a tantos huecos, y que en recientes declaraciones manifestó que no habrá confirmaciones hasta diciembre. Las incógnitas todavía siguen siendo muchas y la ansiedad por empezar a develarlas continúa creciendo.
Los dilemas de Viotti
El primer interrogante es cómo se conformará el nuevo organigrama. El anuncio de que no existirá la figura de Jefe de Gabinete -única ratificación concreta hasta ahora- parece ir en coincidencia con su iniciativa de reducir el número de funcionarios políticos. Lo que no sólo representó una de sus más fuertes propuestas de campaña, sino que además parece ser una demanda generalizada de una sociedad que se enfila detrás de la idea de "achicar el Estado", latiguillo usado por candidatos en distintos niveles y uno de los que, por ejemplo, consolidaron a Javier Milei como el candidato a Presidente más votado (paladín de la lucha contra la reducción de cargos políticos mediante su Plan "Motosierra").
Siguiendo con esta línea de pensamiento, resta definir si entonces Viotti apostará por un Gabinete más corto, con menos secretarías pero más jerarquizadas al concentrar distintas áreas, o si sostendrá el esquema actual en pos de no dar giros tan bruscos apenas haya asumido. Por ahora, son sólo hipótesis.
Otra de las grandes dudas es si le ofrecerá continuar en el cargo a alguno de los actuales funcionarios -si es que pondera la gestión de alguno en particular, o si lo considera con la suficiente cintura política para saltarse "la grieta" y darle seguimiento a su labor pese al cambio de conducción- o si optará por una remoción de cuajo para darle lugar a nuevos apellidos. Vuelve a abrirse aquí la disyuntiva entre el volantazo destemplado y la mutación paulatina.
Al respecto, y como si fuera poco, Viotti tiene otro dilema por resolver para aquellos puestos en los que apele a la renovación: ¿Experimentados o aprendices?
Por lógica, si pretende buscar profesionales que ya hayan tenido un pasaje en la función pública, considerando que los últimos 32 años consecutivos fueron de gobiernos justicialistas, deberá recaer en exponentes que hayan estado bajo una órbita peronista. En cambio, si pretende armar un equipo de trabajo más "limpio" se verá obligado a optar por otros más nóveles, que se animen al desafío de hacer sus primeras armas en la administración estatal y conscientes de que el éxito en el ámbito privado no siempre es sinónimo de idoneidad para tomar las riendas de lo público. Las urnas parecen exigir lo segundo, mientras que la doctrina suele sugerir lo contrario.
Los ejes claves
La inseguridad y la creciente ola delictiva, otro flagelo transversal a cada rincón del país y que encabeza el "ranking" de preocupaciones de los rafaelinos -y por ende resultó temática recurrente durante la campaña política-, será sin dudas uno de los principales ejes de trabajo para el nuevo Intendente, y la elección de quien comande la Secretaría de Prevención en Seguridad (o cual fuera su nombre desde el 10 de diciembre) no debe ser azarosa ni mucho menos.
Viotti contará, al menos en los papeles, con la figura de Maximiliano Pullaro como "sostén" en la Provincia, recientemente electo como Gobernador por un amplio margen. Ambos no sólo comparten el Frente político, sino que provienen de una corriente radical que los vuelve aún más cercanos. Considerando que se espera de Pullaro una gestión con un foco muy acentuado en la temática de Seguridad, probablemente el campo de mayor expertiz para quien fuera Ministro durante la gobernación de Miguel Lifschitz, no es descabellado pensar que pueda asesorar al dirigente rafaelino en su elección, tanto sobre el nombre de quien comandará la Secretaría como del perfil que debe darle al área.
Paralelamente, con la inflación por las nubes, amenazas de nuevas devaluaciones y un escenario recesivo con vistas a recrudecer, Viotti deberá prever un trajín intenso para la Secretaría más vinculada a la asistencia social (hoy "Desarrollo Humano"), lugar en el que el radical piensa tener a una persona de su máxima confianza y es un área en la que especialmente no quiere descontrol. De igual forma necesitará de alguien proactivo en otra oficina clave: la de Economía y Empleo.
Vale recordar que algunas de sus propuestas de campaña incluían la creación de una incubadora de empresas rafaelinas, la construcción de una escuela de oficios en el norte de la ciudad y el impulso de los Programas "Mi primer trabajo" y "Volver al trabajo", sobre los que ya hay muchas expectativas creadas. Sin embargo, el área tendrá también la laboriosa tarea de articular de manera permanente con los distintos sectores productivos de una ciudad caracterizada por un amplio entramado empresarial (tan pujante como exigente) y por un espíritu emprendedor que pretende no perder.
En Educación y en Salud los flashes se los llevan dos grandes obras impulsadas por el Gobierno Provincial y cuyas inauguraciones debieran darse bajo la intendencia de Viotti: la nueva escuela multimodal y el nuevo Hospital, respectivamente. El edificio educativo estará ubicado en el barrio Mora y será el primero con carácter multinivel y "modelo postpandemia" para nuestra ciudad, mientras que el flamante nosocomio entró en su etapa final de obra y se espera que pronto comience a proyectarse el proceso de mudanza. Si bien el Municipio no tiene a su cargo los proyectos, ambas áreas serán clave en la articulación con el estado santafesino, entre otras tareas.
Más atrás, aunque no por ello menos importantes, aparecen el resto de las dependencias con sus propios desafíos y problemáticas: desde Obras Públicas hasta Cultura, pasando por Gobierno y Auditoría. En cada caso, un dilema a resolver.
Lo concreto es que a Viotti todavía le quedan algunas semanas de "transición", en la que se deberá apoyar para ir probándose a sí mismo sus dotes de conducción, mientras intenta armar el rompecabezas de su Gabinete que, por ahora, sólo tiene una pieza: la suya.