Mientras se profundiza la caída de reservas del Banco Central, los primeros pasos del nuevo ministro de Economía no han generado por ahora un cambio de expectativas.
Por Fernando Laborda - La expectativa que había precedido los primeros mensajes de Sergio Massa como ministro de Economía se vio defraudada. Los anuncios de las medidas efectuados fueron calificados como insuficientes y, en algunos casos, tildados hasta de insignificantes para empezar a dejar atrás los graves problemas de la Argentina.
De acuerdo con la opinión de no pocos especialistas y de buena parte de los referentes del arco político opositor, hasta el momento, solo asistimos a expresiones voluntaristas, combinadas con medidas aisladas, pero no a algo que se pareciera a un plan económico coherente e integral. Y desde Wall Street, representantes del mundo financiero que observan con atención esta parte del continente americano afirmaron, lisa y llanamente, que el flamante titular del Palacio de Hacienda ha desperdiciado una gran oportunidad para provocar un cambio de expectativas.
Podrá destacarse, como dato positivo, que Massa confirmó la voluntad de mantener la meta de déficit fiscal del 2,5% del PBI comprometida ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) para este año. Sin embargo, subsisten serias dudas sobre cómo se alcanzará tal objetivo.
El nuevo Ministro finalmente ratificó la suba y la segmentación tarifaria que permitirá reducir los subsidios energéticos, una de las principales fuentes del desequilibrio fiscal. No obstante, con la estampida inflacionaria de los últimos meses, ninguno de los incrementos tarifarios previstos será suficiente para achicar los subsidios en la proporción necesaria.
Según estimaciones de especialistas de la consultora EcoGo, que dirige Marina Dal Poggetto, incluso en el caso de que pueda avanzar el esquema de adecuación tarifaria, el impacto en el ahorro fiscal se verá acotado a apenas el 0,2% del PBI. La razón es que, entre enero y mayo de este año, el aumento que acumularon los subsidios energéticos respecto de igual período del año pasado fue del 130%.
Otra medida de Massa que podría ser tomada como auspiciosa, la confirmación de la decisión de su antecesora en el cargo, Silvina Batakis, de congelar las vacantes en el sector público nacional, ha perdido efecto luego de que, durante las últimas semanas, se incorporaran miles de empleados a la planta permanente de distintas áreas del Estado.
Las mismas dudas existen respecto de las promesas del nuevo Ministro de ponerle punto final al financiamiento del Banco Central (BCRA) al Tesoro Nacional.
Pero el dato más alarmante es que, desde que se confirmó la designación de Massa al frente del nuevo Ministerio de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, las reservas del BCRA cayeron en nada menos que 1.008 millones de dólares. De acuerdo con una estimación de J. P. Morgan que toma datos de la entidad monetaria argentina, exactamente una semana atrás, las reservas netas, exceptuando oro y derechos especiales de giro, eran negativas en unos 7.300 millones de dólares.
Esta situación no hace más que poner de manifiesto que el cepo cambiario es más efectivo para evitar el ingreso de dólares a la Argentina que para impedir la salida de divisas del país, al tiempo que alienta los temores de una devaluación del peso en el mercado oficial de cambios, pese a que el Gobierno se resiste por el momento a variaciones bruscas en la paridad cambiaria.
Todo es demostrativo de que es muy escasa la confianza en que un gobierno kirchnerista pueda poner en práctica las reformas y el ajuste fiscal imprescindibles para apuntalar la economía.
A todas esas dudas, se suma la incertidumbre acerca del grado de acompañamiento que tendría la vicepresidente Cristina Kirchner a los tibios ajustes que propiciaría Massa. Pero lo cierto es que, con el alejamiento de los funcionarios kirchneristas que controlaban el área de Energía, Darío Martínez y Federico Basualdo -el mismo burócrata que resistió antes su salida y precipitó en cierto modo la caída de exministro Martín Guzmán-, pareció tener lugar una retirada estratégica de Cristina Kirchner tendiente a no quedar pegada a las eventuales consecuencias del aumento tarifario.
Otro de los desafíos del Ministro de Economía será congelar la emisión monetaria y procurar una disminución del gasto público -o, al menos, lograr que no aumente- sin afectar la obra pública. Se trata de una demanda que han transmitido los gobernadores provinciales peronistas el viernes último, en Santa Fe, en presencia del presidente Alberto Fernández, quien pareció dar garantías a los mandatarios provinciales de que no habrá cambios mayores.
El clima festivo vivido el miércoles pasado en la Casa Rosada, durante la asunción de Massa como titular del Palacio de Hacienda, contrasta con la grave situación socioeconómica y financiera del país. Cuando en las próximas horas se oficialice el índice oficial del costo de vida de julio, con una cifra cercana al 8%, se confirmará seguramente un sentimiento que prevalece en la población: aquel que indica que los argentinos sienten mayor inseguridad frente a la inflación que ante la posibilidad de sufrir un robo.