Las discusiones que estamos presenciando en el Congreso e involucran al Poder Ejecutivo, tienen siempre un denominador común, la caja del estado. El debate sobre el veto a las jubilaciones y el presupuesto universitario en Argentina tiene su trasfondo en la lucha por la distribución de los recursos públicos, donde el Gobierno ha optado por priorizar la estabilidad fiscal sobre demandas específicas de sectores clave como el universitario. El reciente veto del presidente Javier Milei a la ley de financiamiento universitario, que fuera aprobado por el Congreso, provocó una ola de protestas. Este veto fue justificado por el Ejecutivo alegando la falta de una partida presupuestaria específica, y el Gobierno argumentó que otorgaría un trato privilegiado al personal universitario frente a otros empleados públicos, lo que consideran fiscalmente irresponsable en un contexto de alta inflación y déficit.
Mientras tanto, algunos aprovechan para buscar réditos políticos y renacer de las cenizas donde la última gestión del Kirchnerismo, los dejó por haber sido pésima en lo económico y también en lo moral, con su punto cúspide en el escándalo que involucra al expresidente como golpeador de mujeres y misógino. En este contexto, las manifestaciones universitarias defendieron la necesidad de un incremento salarial adecuado ante la inflación. Sin embargo, el Gobierno sostuvo correctamente que el lugar adecuado para discutir el financiamiento es en el marco del Presupuesto Nacional 2025, en lugar de aprobar leyes que agravarían la situación fiscal y van a contramano del presupuesto anual.
Este debate resalta el dilema entre satisfacer las demandas sociales y mantener la solvencia fiscal. Mientras tanto, las críticas hacia el veto no solo provienen de la comunidad universitaria, sino también de sectores políticos que lo ven como una herramienta para limitar los derechos y dificultar el acceso a una educación pública de calidad. Pero, aun así, si le quitamos la dimensión política, la discusión se vuelve tan pobre que es solo una disputa por plata y poder.
Es ahí donde nos preguntamos, ¿porque no se discute si las universidades públicas no podrían buscar otra fuente de ingresos, como hacemos los privados cuando no nos alcanza o necesitamos gastar más, ya sea por un imprevisto o porque se desea hacerlo? Hay un universo inexplotado de recursos para generar, van solo algunos a continuación.
Realizar Alianzas Público-Privadas, estableciendo convenios con empresas que requieran investigación o desarrollo de tecnología. Las universidades pueden ofrecer servicios de consultoría, investigación aplicada o soluciones específicas a cambio de financiamiento. Así como también buscar Programas de patrocinio, por parte de empresas. Participar en convocatorias nacionales e internacionales para proyectos de investigación científica y tecnológica, lo que puede atraer fondos públicos o privados. Incentivar la creación de patentes y licencias derivadas de la investigación universitaria, lo que puede generar ingresos por regalías. Búsqueda de fondos internacionales, existen múltiples organismos internacionales y ONG que financian proyectos educativos e innovadores. La universidad podría desarrollar proyectos que califiquen para estos fondos. Ofrecer cursos de formación continua, diplomados o certificaciones para profesionales que deseen actualizarse en sus áreas, generando una nueva fuente de ingresos. Crear Programas a medida para el sector privado, que incluyan desarrollo de habilidades o soluciones empresariales. Crear un fondo donde empresas, exalumnos y otras instituciones puedan realizar donaciones. Los rendimientos del fondo se utilizan para financiar la universidad a largo plazo. Realizar campañas de recaudación de fondos entre exalumnos y la comunidad, involucrándolos en el desarrollo de nuevos proyectos o infraestructura. Y con esto no agotamos todas las opciones de estrategias que permitirían que las universidades mantengan su competitividad, reduzcan la presión financiera sobre el Estado y diversifiquen sus ingresos más allá de los fondos nacionales.
No puede ser que algunos de los decanos de las universidades, fogoneados por cuestiones políticas, solo sepan reclamar fondos al Estado como un "papá dame", como si fueran niños inmaduros. Los dirigentes de esta sociedad deben crecer, madurar y realizar un vuelo de calidad en las discusiones políticas actuales.
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