20.19 Así destacó el obispo Fernández en la misa de esta tarde en san Cayetano ante una multitud. Y agregó: “Se acercan porque quieren expresarle su agradecimiento, vienen a dar gracias al santo por su escucha y su bondad, ya que han experimentado su ayuda en momentos duros de la vida”. Se vendieron 600 pollos y 800 docenas de pastelitos; lo recaudado se destina para el pavimento en Santa Rita y Perpetuo Socorro, y los gastos de funcionamiento de la parroquia.
Durante este sábado soleado y casi primaveral se realizó la tradicional fiesta de san Cayetano, el santo del pan y trabajo en distintos lugares. Bajo el lema “Con san Cayetano celebramos 25 años de nuestra parroquia y 60 años de la creación de nuestra Diócesis”, en Rafaela hubo seis misas en la parroquia ubicada en el barrio Amancay, asistiendo miles de personas.
Como todos los años, en esta oportunidad se vendieron 600 pollos, 800 docenas de pastelitos, pororó, santería y una feria de ropa de Cáritas. Lo recaudado se destinará para pagar los pavimentos en las capillas Santa Rita y Perpetuo Socorro, más los gastos de funcionamiento de la parroquia.
La última misa de la tarde fue presidida por el obispo diocesano Luis Fernández con la colaboración del diácono permanente Héctor Gaitán. Al final de la ceremonia, el párroco Jorge Buschittari agradeció a todas las personas que colaboraron para esta fiesta, a los integrantes de las distintas áreas parroquiales y al personal municipal. A continuación se transcribe la homilía del obispo:
Aquí estamos en presencia de san Cayetano, el santo de la providencia y cercanía de Dios, somos convocados todos los años a pedir el pan, el trabajo y la salud, y no solo para nosotros, sino también para los trabajadores y para los que no tienen trabajo que hoy son muchos los que no tienen esa dignidad, compadeciéndonos con los pobres que aumentan considerablemente en nuestro país y en el mundo, llegando a cifras que nos desafían como nunca.
Otros se acercan porque quieren expresarle su agradecimiento, vienen a dar gracias al santo por su escucha y su bondad, ya que han experimentado su ayuda en momentos duros de la vida, como los que hemos escuchado recién en la primera lectura de la palabra de Dios, donde el profeta Elías vivía una circunstancia de la vida, que hasta llegó a desear la misma muerte diciendo: “Basta ya Señor, quítame la vida porque no valgo más que mis padres”, pero Dios le respondió tocándolo y diciéndole: “Levántate y come porque todavía te queda mucho por caminar”, y así el profeta con la ayuda de Dios llegó a su presencia, que es lo que realiza el santo, ayudándonos a encontrar la cercanía de Dios.
Esto es lo que tantos peregrinos y seguidores de san Cayetano han comprobado a lo largo de sus vidas. El santo los ayudó a recobrar fuerzas, consiguiendo un trabajo, viendo cómo un familiar o amigo recuperaba la salud, y otros palpando la unidad y la comprensión que se había perdido en la familia.
San Cayetano compendió y testimonió profundamente el evangelio recién proclamado, haciendo vida en él la compasión de Jesús por la gente, tratando de resolver los problemas y angustias, ayudando a los más pobres, para que tengan pan para alimentarse, y un techo donde cobijarse o un trabajo que les devuelva la dignidad.
También invitando a conocer más el evangelio para que no abandonemos el camino de seguir a Jesús, confiando en Él y participando, poniendo cada uno lo mejor de sí, como decía san Cayetano: “todo lo que los santos hagan por ti, de poco serviría sin tu cooperación”.
Por eso queridos hermanos “llevados por el Espíritu de Dios”, como recién nos decía el apóstol san Pablo en la segunda lectura de la palabra de Dios: “evitemos la amargura y los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad”. Pidámosle hoy todos juntos a san Cayetano, vivir abriendo cada día más el corazón a Dios, como nos invitaba el apóstol: “con bondad, siendo compasivos, perdonándonos los unos a los otros”.
Hagamos lo que hizo san Cayetano: imitemos a Dios, practiquemos el amor a ejemplo de Cristo, que se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable al Padre, como nos acaba de decir el evangelista San Juan en el evangelio de este fin de semana.
Nos llevamos en este día la estampa del santo patrono del pan y del trabajo, donde aparece la espiga del trigo, fruto de la tierra, de nuestros campos, y del trabajo del hombre, tan necesario para vivir y expresar la dignidad humana, a ser creadores con el mismo Señor del universo que nos llama a completar su obra creadora.
Demos un paso más, y junto con san Cayetano hagamos también vida el evangelio de hoy, ya que Jesús nos ofrece el verdadero pan del cielo, nos acaba de decir: “El que coma de este pan vivirá para siempre, este pan que es mi carne para la vida del mundo”.
Dice san Cayetano desde el amor que le tiene a la Santísima Virgen María: “Que ella te visite con su excelso Hijo, más aún, que te atrevas a pedirle que te dé a su Hijo, que es el verdadero alimento del alma, en el santísimo sacramento del altar. Ella te lo dará de buena gana, y Él vendrá a ti, de más buena gana aún para fortalecerte…”
San Cayetano, ruega por nosotros.