Opinión

¡Si sabes algo, escupílo!

Con la frase del título de esta nota, China Zorrilla se lucía en una recordada escena de "Esperando la carroza". La expresión me pareció adecuada para dar pie a esta reflexión sobre una interesante idea que propone la ciencia política.
¿Cuántas veces nos ha pasado de guardar nuestras opiniones sobre algún tema, solamente para no generar conflicto? A veces lo usamos como un mecanismo entendible para evitar entrar discusiones innecesarias, pero abusar de esto puede derivar en lo que se conoce como una "espiral de silencio".
Así se llama una teoría elaborada en la década del '70 por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann. Ésta surge en una época en la que la televisión comenzaba a imponerse como el gran medio de comunicación masiva y eso no fue casualidad, como veremos más adelante.

Antigua pero vigente

Básicamente la teoría de "la espiral del silencio" explica lo siguiente: como los seres humanos somos sociables por naturaleza, uno de nuestros grandes miedos es el aislamiento. Es por eso que tendemos a adaptar o silenciar nuestras opiniones personales cuando no se ajustan a aquella que percibimos como la opinión de la mayoría.
El problema es que no siempre el pensamiento más difundido es el que realmente representa a la mayoría. Esto explica el papel fundamental que tuvo la masificación de la televisión en todo esto. Aquella famosa frase "lo dijeron en la tele" ilustra a la perfección lo que intento manifestar.
Los mensajes que salían por aquellas novedosas pantallas tenían tanta llegada a gran cantidad de hogares, que eso comenzó a ser entendido como palabra autorizada por tener una masiva audiencia. Aquí es donde se generó una confusión, al creer por tener semejante nivel de alcance entonces representaba, en igual medida, a lo que cada televidente pensaba individualmente.

Entre la tele y las redes

Hoy los tiempos han cambiado pero la validez de esta teoría sigue vigente. En cierta forma la televisión no tiene el mismo peso de aquellos años, pero las redes sociales y las plataformas de video han ido tomando ese papel. Esto ha permitido que las ideas y opiniones sean un poco más variadas, pero nuevamente la naturaleza humana ha llevado a que algunas posturas se perciban como mayoritarias y otras se autocensuren. Así han aparecido los llamados influencers, que son aquellos usuarios de redes que cuentan con gran cantidad de seguidores. También en este mismo sentido están los servicios de streaming de películas y series, que respaldados por grandes compañías logran imponer contenido muchas veces ideologizado.

No binarios, o no binaries

Uno de los ejemplos más frescos sobre esta teoría lo podemos encontrar en los recientes datos difundidos del Censo 2022. Allí observamos que 8.293 personas dijeron no sentirse ni hombres ni mujeres. Esto representa aproximadamente el 0,018% de la población total de nuestro país. Si nos dejáramos guiar por lo que se habla en las redes o por los pomposos anuncios gubernamentales, creeríamos que un gran porcentaje de los argentinos están preocupados por poner una X en su documento. Pero no. Y aún así es notable a cuánta gente le cuesta animarse a decir en público que ese tema es irrelevante frente a las preocupaciones prioritarias que debería encarar el Gobierno.

¡Entonces escupílo!

Animarse a decir lo que se opina no siempre es fácil, pero además de ser bueno para uno mismo conlleva una importancia respecto a los demás. Basta una sola persona que tenga el valor de romper esa espiral del silencio para que otros no se sientan solos en el pensamiento y junten el coraje para expresarse también.
Soy consciente de lo difícil que resulta alzar la voz hoy en día ante la agresividad verbal reinante. También el anonimato en redes sociales les ha dado la impunidad de decir cualquier cosa a los cobardes que no se atreverían a hacer lo mismo en un debate cara a cara.
Invito entonces a los lectores de Diario CASTELLANOS a comprometerse con la verdad cada uno desde su lugar, por supuesto manteniendo siempre el respeto y la responsabilidad.

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