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Según la CEPAL, la pobreza en la Argentina trepó al 38,8% y el desempleo superó el 20%





07:50 - El organismo que depende de Naciones Unidas afirmó que el país ya estaba “en una situación económica particularmente vulnerable” antes de la crisis sanitaria y destacó al IFE como medida para amortiguar el impacto del Covid-19




De acuerdo a un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dependiente de Naciones Unidas, la pobreza en la Argentina trepó en 2020 a 38,8% y el desempleo a 20,9% como consecuencia del impacto que tuvo la pandemia en la economía.
La crisis derivada de la pandemia de coronavirus en América Latina supondrá un retroceso de 12 años en términos de pobreza y de 20 años en términos de pobreza extrema, de acuerdo con la CEPAL. La región cerró el año con un total de 209 millones de personas en situación de pobreza, 22 millones más que el año anterior, según el informe presentado por la secretaria ejecutiva de Cepal, Alicia Bárcena.
El informe señala que si bien las medidas de proyección social evitaron un mayor aumento de la pobreza, las consecuencias económicas y sociales de la contingencia sanitaria serán significativas entre los países de la región más afectada por el virus, con el 27,8% de muertes registradas por Covid-19 en el mundo.
Ya desde 2014 se observaba un crecimiento continuo de la pobreza -y también de la pobreza extrema- en la región, con altos niveles en los sectores rurales, indígenas y afrodescendientes, además de descensos continuados en el índice de desigualdad de Gini, altos niveles de informalidad y altos niveles de desigualdad de género.
Entre 2014 y 2019, antes de la pandemia, la pobreza en Latinoamérica ya había aumentado desde 162 millones de personas hasta los 187 millones, mientras que en el caso de pobreza extrema el incremento fue desde 46 a 47 millones de personas.
En particular al referirse a la Argentina, el informe de CEPAL marcó: “La irrupción de la pandemia encontró a la Argentina en una situación económica particularmente vulnerable, en medio de una crisis macroeconómica que ya llevaba dos años recesivos, con caídas en el empleo formal e incremento de la informalidad, así como descensos en los ingresos de los hogares, en un contexto de niveles de inflación cercanos al 50% anual”, explicó.
En ese sentido, la CEPAL destacó una medida como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para atravesar la pandemia: “La importancia de los recursos aplicados a esta política, su magnitud en términos de población cubierta y la novedad de lograr incluir en poco tiempo amplios colectivos de trabajadores que se encontraban excluidos de los registros del Estado y que inclusive, en gran proporción, no estaban bancarizados, ameritan un análisis detallado”, postuló el organismo de Naciones Unidas.
“El diseño y la rápida implementación de este programa ha permitido llegar con una transferencia, además de a los 3,3 millones de personas que ya se encontraban registradas, a casi 5,5 millones de personas en situación de trabajo informal o desocupadas a las que, de otra manera, el Estado no hubiera podido llegar por no tenerlas en sus registros al momento de la irrupción de la pandemia”, concluyó CEPAL.
Los indicadores de la CEPAL
De acuerdo al informe del organismo, la pobreza extrema subió de 11,3% en 2019 a 12,5% el año pasado, mientras que la pobreza se incrementó de 30,5% a 33,7%. Dice que de los 78 millones de personas que sobreviven en pobreza extrema, unos ocho millones se sumaron en 2020.
El estudio agregó que sin las transferencias directas de ingresos a unos 84 millones de hogares, la pobreza extrema se habría encaramado al 15,8% y la pobreza al 37,2% de los 654 millones de latinoamericanos.
“La pandemia ha evidenciado y exacerbado las grandes brechas estructurales de la región y, en la actualidad, se vive un momento de elevada incertidumbre en el que aún no están delineadas ni la forma ni la velocidad de la salida de la crisis”, señaló Bárcena. Agregó que “no cabe duda que los costos de la desigualdad se han vuelto insostenibles y que es necesario reconstruir con igualdad y sostenibilidad, apuntando a la creación de un verdadero estado de bienestar, tarea largamente postergada en la región”.
Entre los países con mayores índices de pobreza tras el impacto del coronavirus se ubicaron Honduras (58,6%), Guatemala (51,6%), Nicaragua (50,7%), México (50,6%), Bolivia (39%), Argentina (38,8%), Colombia (38,7%), El Salvador (38%) y Ecuador (33,6%). En el otro extremo, las naciones con índices menores fueron Uruguay (5,3%), Chile (14,7%), Costa Rica (21%), Panamá (21,2%) y Paraguay (21,5%).
Por su parte, la desocupación alcanzó el 10,7% en 2020, un incremento de 2,6 puntos porcentuales respecto del valor registrado en 2019, con una importante salida de personas de la fuerza de trabajo y una escasa posibilidad de teletrabajo, ya que sólo el 21,3% de los ocupados en la región pudo llevar a cabo el trabajo a distancia.
Los países con mayores tasas de desempleo registradas a lo largo del año fueron Argentina (20,9%), Colombia (21,8%), Costa Rica (20,1%) y Perú (39,5%), según el informe difundido hoy, que indica además que la tasa de desocupación más alta se observó en los hogares más pobres. “Los grandes perdedores, como siempre, son los pobres”, indicó Bárcena, quien indicó que “la gran pérdida que ha tenido la región en términos de trabajo es el informal”.
En ese sentido, indicó que del total de empleos perdidos en Brasil, Costa Rica y México, el 76,8%, el 72,5% y el 72,6%, respectivamente, fueron informales, lo cual aumentó la vulnerabilidad de los hogares en 2020. La Cepal estima que 491 millones de latinoamericanos (8 de cada 10) están en una situación de vulnerabilidad, ya que viven con ingresos inferiores a la línea de pobreza.
Para compensar las pérdidas de ingresos de hogares, en 2020 los gobiernos implementaron 263 medidas de protección social de emergencia e inyectaron 86.000 millones de dólares entre marzo y diciembre en transferencias monetarias y en especie. No obstante, Bárcena advirtió que la región no alcanzará la inmunidad de rebaño en 2021, debido al “fuerte acaparamiento” internacional al acceso de las vacunas, así como otras restricciones en aspectos logísticos que podrían afectar de manera negativa a las campañas de vacunación. Agencias.


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