Desde el año 1955, cada 17 de Noviembre se celebra el Día Mundial de la Construcción, con un significado universalista, ya que ese día del año 1869 se habilitó al tráfico internacional el Canal de Suez. Esta obra sigue siendo un símbolo de las posibilidades de la industria de la construcción puestas al servicio de la humanidad, dado que en ella participaron hombres de diversos países, desde el estudio del proyecto hasta su ejecución. Además, por su construcción también se rompieron los límites entre dos continentes, Asia y África, dejando a la región del Sinaí transformada en una península.
En la Argentina
A nivel nacional los 20 de este mes se celebra el Día de la Construcción, impulsado por la Cámara Argentina de la Construcción y Unión Argentina de la Construcción.
Si bien este sector se ha visto afectado por la desaceleración económica, de acuerdo a un informe de coyuntura del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción, el empleo formal en esta industria alcanzó en agosto de este año un total de 419.855 puestos de trabajo, nivel que representa un moderado incremento del 0,3% mensual.
No obstante, a pesar de este pequeño repunte, estas cifras no han sido suficientes para compensar la caída producida en julio, que afectó la ocupación del sector respecto a un mes antes y que nos lleva a la reflexión de la importancia de esta industria no solo por su impacto económico sino por la belleza de sus obras.
La historia del Canal de Suez
La idea de conectar el Mediterráneo con el Mar Rojo empezó a gestarse en tiempos de los faraones, pero no fue hasta el siglo XIX cuando se realizó definitivamente.
El 17 de noviembre de 1869, el mundo vio materializarse un sueño de casi 4.000 años de antigüedad: la apertura de un canal que conectara los mares Mediterráneo y Rojo, abriendo una nueva era en el comercio marítimo. A lo largo de la historia fueron varias las potencias que quisieron abrir este paso, pero sólo en la era industrial fue posible hacerlo de manera permanente con la creación del canal de Suez.
El canal de los Faraones
Diversos autores de la Antigüedad hablan de los primeros intentos de abrir esta vía de comunicación marítima. Aristóteles es el que da una fecha más antigua, durante el reinado de un faraón llamado Sesostris, el cual se suele identificar como Sesostris III de la dinastía XII, que reinó durante el siglo XIX a.C. Otros como Heródoto sitúan su construcción bastante más tarde, bajo el reinado del emperador persa Darío el Grande (siglos VI-V a.C.). Sin embargo, en ambos casos no se tiene certeza de que se llegara a realizar dicha obra; el primer intento documentado de forma fiable data del reinado de Ptolomeo II, en el siglo III a.C.
El llamado Canal de los Faraones no conectaba directamente ambos mares, sino que enlazaba los Lagos Amargos -unos cuerpos de agua hipersalina situados al norte del golfo de Suez- con uno de los brazos orientales del delta del Nilo, pasando a través de ellos para llegar al Mediterráneo. El emperador romano Trajano lo amplió posteriormente y estuvo en funcionamiento hasta el siglo VIII d.C. Su cierre fue deliberado por parte de los gobernantes del Califato Abásida para cortar los suministros a los alides, una dinastía chií que se había rebelado en Arabia.
Durante un milenio el canal cayó en el olvido general, a pesar de algunos intentos poco exitosos de recuperarlo, primero por parte del califa egipcio Al-Hakim alrededor del año 1000 y más tarde por un visir otomano en el siglo XV. El problema, por aquel entonces, era que el clima del delta del Nilo había cambiado mucho: el gran río había perdido la mayoría de los brazos que tenía en la antigüedad y el desierto había ganado terreno, por lo que el mantenimiento del canal habría sido muy costoso al tener que retirar continuamente sedimentos y arena.
El canal de la discordia
Fue Napoleón Bonaparte que encontró las ruinas del canal durante su expedición a Egipto, quien tuvo la idea de recuperar una vía de comunicación entre ambos mares, pero nunca llegó a realizarla. A pesar de ello la idea fue madurando y finalmente se puso en marcha en 1854, cuando el diplomático francés Ferdinand de Lesseps obtuvo del Gobernador otomano de Egipto el permiso para construir un canal en el istmo de Suez, abierto al tránsito internacional pero bajo explotación francesa. Los trabajos duraron diez años a pesar de la introducción de maquinaria moderna y finalmente el Canal de Suez fue inaugurado con gran pompa el 15 de noviembre de 1869; dos días más tarde, las primeras naves lo atravesaron por primera vez.
Se abría una nueva era en el comercio marítimo, pero esta era una obra pagada con sangre. Lesseps consiguió la colaboración del Gobernador para "reclutar" trabajadores egipcios para la obra, que en realidad fueron forzados a hacerlo: las cifras de muertes rondan desde las 20.000 hasta más de 120.000, aunque es posible que ni un extremo ni el otro sean veraces, ya que el primero fue proporcionado por la compañía constructora y el segundo fue esgrimido por el presidente Gamal Abdel Nasser en 1956 como argumento para nacionalizar el canal.