Sucesos

Rosario: un detenido por el asesinato del policía en el Hospital Provincial

En la mañana de este miércoles 20 de diciembre, personal de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones, detuvo en una calle de la zona sur de Rosario a uno se los presuntos involucrados en el asesinato del Policía Leoncio Bermúdez, ocurrido en la noche del 14 de noviembre pasado en la puerta del Hospital "Provincial". El detenido tiene 23 años y será llevado a audiencia imputativa en los próximos días por la fiscal Gisela Paolicelli.
Fuentes de la Policía de Investigaciones confirmaron a La Capital que el detenido, identificado como Pablo S., fue apresado en inmediaciones de Anchorena y Presidente Roca, en un extremo de barrio Tiro Suizo, en la zona sur de Rosario.
El joven, de 23 años, es sospechoso de ser una de las personas que ingresó hace poco más de un mes al Hospital "Provincial" a rescatar al preso Gabriel Lencina, algo que no ocurrió, y finalmente, en su escape, terminaron asesinando al subinspector Bermúdez de un disparo en el cráneo.
El arresto fue realizado por personal de la División Homicidios, que estuvo trabajando en los últimos días bajo un cerrado hermetismo en un sector del barrio donde finalmente se produjo la detención del joven, a muy pocos metros de una vivienda que frecuentaba.
Cabe destacar que el pasado 4 de diciembre se presentaron en sede judicial dos adolescentes, de 14 y 15 años, quienes quedaron filmados en las cámaras ubicadas fuera del Hospital haciendo "campana" antes de la llegada del grupo que intentó rescatar al preso Lencina. La presentación la hicieron luego que personal policial allanara sus domicilios en el marco de la investigación del crimen.
Los adolescentes prestaron declaración informativa, pero por sus edades no son punibles, por lo que se dispuso que ambos queden a disposición de la Secretaría de Niñez.
Morir sin desenfundar
El subinspector de Policía Leoncio Bermúdez, de 42 años, fue asesinado minutos después de las 21 del martes 14 de noviembre afuera del Hospital "Provincial", situado en la manzana comprendida por las calles Alem, Zeballos, 1º de Mayo y 9 de Julio, en plano barrio Martín, a 6 cuadras del Monumento a la Bandera.
Según los datos obtenidos en el marco de la investigación, entre 2 y 3 personas ingresaron al Hospital por el sector de guardia, ubicado sobre calle Zeballos al 400. Entraron con la intención de ubicar a un preso, identificado como Gabriel Lencina, quien está cumpliendo condenas por Homicidio y Tentativa de Homicidio en el penal de Piñero, pero que estaba internado desde el lunes por un cuadro de tuberculosis.
El preso ya había recibido el alta y estaba a la espera de ser trasladado en una combi del Servicio Penitenciario nuevamente a la Unidad Penitenciaria Nº 11, al sudoeste de Rosario, por lo que se presume que los sicarios tenían esos datos e ingresaron en la noche del martes.
Con sus caras cubiertas por barbijos, entraron como cualquier persona que va a atenderse, pero en instantes mostraron sus verdaderas intenciones. No se descarta que hayan hecho un trabajo de inteligencia previo, ya que ingresaron al Hospital y rápidamente fueron hasta el sector donde se atiende a personas privadas de su libertad.
La fiscal en turno de la Unidad de Homicidios Dolosos, Gisela Paolicelli, señaló que los sicarios llegaron hasta el lugar donde estaba Lencina y redujeron a dos agentes del Servicio Penitenciario que estaban de custodia. Lograron arrebatarle el arma reglamentaria a uno y le pegaron un culatazo en el pómulo, por lo que luego fue atendido en el hospital.
En ese lugar se produjo un breve intercambio de disparos. Los tiros alertaron a quienes estaban en distintos sectores del hospital. Como no pudieron liberar al preso, los delincuentes se dieron a la fuga hacia la salida que da a calle Zeballos.
Al escuchar los disparos, un policía que estaba en la garita que está sobre calle Zeballos (fuera del hospital, que días después del crimen fue retirada), salió corriendo de ese lugar, y fue atacado a tiros cuando estaba a punto de ingresar a la guardia, con una mano en la culata de su arma reglamentaria, a la altura de la cintura, que no logró desenfundar. En la garita quedó una de sus hijas, que había ido a visitarlo y conocer su lugar de trabajo.
Recibió un disparo en el cráneo desde muy corta distancia y quedó tendido en el piso, mientras que los atacantes se dieron a la fuga corriendo por calle Zeballos hacia el oeste. Huyeron en un automóvil Fiat Uno gris, que estaba estacionado a los pocos metros.

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