Rumbo al 30º Congreso Aapresid «A suelo abierto», la Red de Manejo de Plagas (REM) trazó un panorama de las principales perspectivas a futuro, con el foco en retrasar su aparición y proteger las tecnologías disponibles que han permitido grandes avances en el manejo agrícola y que son el resultado de muchos años de investigación.
Con la última incorporación, Digitaria sanguinalis resistente a glifosato, la lista de malezas resistentes sigue extendiéndose año a año. Actualmente existen 42 biotipos con resistencias, tanto simples como múltiples, es decir que corresponden a más de un principio activo.
Las gramíneas presentan la mayor cantidad de biotipos resistentes, en comparación con las latifoliadas, aunque Conyza spp. es la maleza más problemática por el momento, con mayor presencia y área de dispersión en el territorio y con resistencias múltiples. En cuanto a principios activos, el glifosato es el que mayores casos de resistencias y tolerancias presenta, seguido por los graminicidas, ALS y hormonales.
Por año aparecen en promedio cuatro nuevas resistencias. Si bien este número es alarmante, hay un hecho aún más preocupante, y son las multirresistencias. En nuestro país hay pocos casos de éstas últimas, pero la problemática no es lejana.
Mapeo de 2021
La REM sigue muy de cerca la problemática desde 2013, a partir de sus mapas, que permiten observar su avance en el territorio argentino. En un mapeo de 2021 se registró el avance de malezas resistentes o tolerantes en 449 partidos o departamentos nuevos, liderado por Conyza spp. resistente a ALS y seguido por el complejo de nabos resistentes a 2,4D y a glifosato.
Esto evidencia que la problemática, además de expandirse, se complejiza debido al aumento de biotipos resistentes a otros herbicidas diferentes al glifosato.
Enfermedades, el enemigo silencioso
En Argentina ya existen casos comprobados de resistencias de enfermedades a fungicidas y otros continúan en estudio.
En trigo, Marcelo Carmona y Francisco Sautua, fitopatólogos de Fauba, confirmaron el primer reporte en América del Sur de la resistencia de Drechslera tritici-repentis (mancha amarilla) a estrobilurinas.
Por otro lado, el equipo liderado por Ignacio Erreguerena, de Inta Manfredi, confirmó -también por primera vez en Latinoamérica-, la presencia de poblaciones de Ramularia collo cygni, patógeno responsable del salpicado necrótico de la cebada, resistentes a estrobirulinas.
Los cultivos estivales también son parte del problema. Como resultado de un relevamiento de 500 muestras provenientes de gran parte del país -desde el sudeste de Buenos Aires hasta el NOA-, Carmona y Sautua encontraron que el 100% de las poblaciones de Cercospora spp. eran resistentes a estrobirulinas. Un detalle no menor es que este grupo químico se usa desde hace más de 20 años en nuestro país para el control de este patógeno. ¿Coincidencia? Lamentablemente, en la biología no hay coincidencias.
Insectos: el costo oculto de no hacer refugios
En el caso de los insectos, las resistencias observadas no son a insecticidas foliares, sino a los eventos genéticos insecticidas que fueron incorporados a los cultivos.
En el caso de maíz, se confirmó la resistencia de Spodoptera frugiperda (gusano cogollero) a la proteína Cry1Ab y se observa una reducción en la eficacia de control en Cry1A105 y Cry2Ab, mientras que las proteínas del tipo Vip aún conservan su poder.
Por otro lado, la problemática es creciente en la soja Bt. Esta también tiene proteínas insecticidas del tipo Cry y en las últimas campañas se detectaron fallas de control para las especies Rachuplusia nu (medidora) y Chrysodeixis includens (falsa medidora).
Cabe mencionar que en el cultivo de algodón, en donde también hay eventos Bt del tipo Cry1Ac, se observaron fallas de control a campo en Pectinophora gossypiella (gusano rosado).