Continuamos con la serie de relatos de inmigrantes, recopilados por la Sociedad Italiana Vittorio Emanuele II. Son historias que muestran, en primera persona, lo que significó la opción de América y el desarraigo.
Modesto Donati
Nació en San Lorenzo in Banale, en 1910, un pueblo de la región del Trentino, al pie de los Dolomitas en los Alpes orientales. Con apenas 17 años, emigró hacia Argentina y se radicó en Rafaela, con voluntad de trabajar y “hacer la América”, pero sobrevino la crisis de 1930 y sus proyectos debieron ajustarse a una realidad dura. Añoraba mucho a su pueblito y a su gente. Repetía que, si tuviese dinero, se embarcaría de vuelta. Junto a dos hermanos, resolvieron repechar la adversidad y compraron una panadería en Mariano Saavedra. Allí se casó en 1936 con Inés Rosso, con quien tuvieron dos hijas, Delia e Irma.
Trabajador inquieto, Modesto tenía a su cargo el reparto de pan, de verduras, hacía trabajos de albañilería e instaló una fábrica de escobas. Con sus ahorros, compró un campo y se dedicó a atenderlo personalmente. En 1961, su hija y familia se radicaron en Rafaela; Modesto decidió acompañarlos, aunque sintió mucho abandonar el pueblo en donde había logrado construir una prosperidad que parecía imposible, en base a trabajo y ahorro. Sin embargo, en Rafaela encontró a muchos paisanos y trabó múltiples relaciones nuevas; tuvo una vejez serena, en compañía de su hija, nietos y bisnietos.
Modesto se adaptó al nuevo mundo de estas llanuras, aunque siempre expresaba su añoranza de las montañas y su querido pueblo natal de San Lorenzo in Banale.