Sucesos

¿Rafaela cuesta abajo o el orgullo de haber sido y el dolor de ya no ser?


Lo que ocurrió el sábado en barrio Villa Rosas no era algo inesperado. Las personas que participaron de la trágica pelea en la que perdió la vida un menor de 17 años venían sosteniendo hace tiempo una relación problemática que generaba una gran inquietud en los vecinos. Pero las cosas siguieron pasando hasta este lamentable final. En junio pasado fue asesinado Matías Bejarano (29 años) en barrio Villa Podio. En el mismo lugar que en la Nochebuena de 2019 mataron al "Villerito" Moralez. También por cuestiones interpersonales pero siempre con los agregados de la presencia de drogas, alcohol y cuestiones que podrían haberse prevenido. Como los homicidios sicarios que en algun momento sacudieron la ciudad. ¿Ésto es hoy Rafaela? Cuando ocurren cosas como éstas se abren gran cantidad de interrogantes que, por ahora, los que mandan no pueden responder.





Nilo Peretto. ¿No le queda esa sensación señora, señor? Aunque por muchas otras cosas también nos sigamos sintiendo orgullosos de Rafaela. Y la veamos como una ciudad que merece ser vivida. Con sus matices claro, y con ese latiguillo que muchos utilizan como excusa cuando no saben cómo reaccionar o qué decir: la ciudad creció, ya no es la de diez o quince años atrás. En parte es cierto. En parte es casi la excusa perfecta para los inoperantes que siempre ocupan algún lugar de privilegio en las estructuras del poder.
Lo del sábado es una verdadera tragedia. ¿Podría haberse evitado? Es muy difícil de predecir. ¿Se hizo algo para evitarlo? Evidentemente no. Estas personas vienen con diferencias desde hace mucho tiempo, según cuentan las crónicas policiales y los propios vecinos. Sin embargo debemos contar otra víctima fatal. Muy joven, menor de 17 años que, al parecer, terminó como terminó por defender a su novia y a la familia de ésta.





¿Qué pasó?





La crónica dice que todo se inició -al menos en esta ocasión porque hubo varias anteriores- poco antes del mediodía con una discusión entre vecinos en calle Santa Rosa al 400, a metros hacia el sur de Gobernador Crespo, en pleno barrio Villa Rosas. En esas circunstancias la policía halló a una mujer tendida en la calle con sangre en su cabeza, la que fue trasladada hacia el Hospital local en un móvil policial de la Comisaría Primera, ante la demora de la llegada de una ambulancia del Sies 107. En este caso fue identificada como Cecilia A. quien a pesar de lo que se decía, no tenía ningún disparo de arma de fuego en la cabeza y solamente le constataron una herida de carácter leve.
También en el sitio (Santa Rosa al 400) la policía halló a un joven tendido en la vereda, éste sí con un disparo de arma de fuego, quien fue trasladado por el 107 al Hospital "Dr. Jaime Ferré" con una herida de mucha gravedad.
Este panorama hizo que se informara de lo ocurrido al fiscal Gustavo Bumaguin, que de inmediato se presentó en el sitio y ordenó se convoque a la Agencia de Investigación Criminal Operativa.





Detenidos





Paralelamente y en rápido accionar, personal policial de la Unidad Regional V procedió a la detención de David Lencina, de 28 años, domiciliado en Av. Gabriel Maggi al 1900; y Franco José Morales, de la misma edad, éste afincado en el departamento 1 del complejo de calle Santa Rosa al 400 donde se produjeron los hechos. Ambos quedaron a disposición del fiscal interviniente.





Muerto y heridas





A raíz de todo lo sucedido finalmente terminó perdiendo la vida Bruno Martín Villalba, de 17 años, quien recibió disparos de arma de fuego y también heridas de arma blanca; mientras que su novia, Agustina C. y la madre de ésta, Cecilia A., resultaron con lesiones leves.





"Villerito", "Mosquito"...





Esos ¿problemas interpersonales? terminaron con la vida de Emanuel "El Villerito" Moralez en la Nochebuena del año 2019, cuando fue asesinado tras una pelea de vecinos desatada en calle manuel Obligado y Benito Juárez del barrio Villa Podio. Allí también los protagonistas venían con peleas y enfrentamientos en los que se mezclaban el alcohol y las drogas la mayoría de las veces.
Allí mismo, en junio pasado, mataron a Matías Bejarano. El lugar no varió; y las circunstancias prácticamente tampoco. Reuniones, gritos, amenazas, alcohol, drogas, desde la mañana temprano hasta la noche. ¿Allí tampoco se pudo haber previsto? ¿Allí tampoco pudo haber prevención? 
Por si faltaba algo, Rafaela se conmocionaba en diciembre de 2021 con un doble crimen sicario ocurrido en barrio Italia, cuando desde una moto acribillaron a balazos a Miguel Ángel Mendoza, alias "Mosquito" -muy conocido en el mundo del delito- y a Marcelo Sánchez, quienes viajaban a bordo de un Fiat 147; los dos fallecieron en el acto.
Después fue el turno de Bella Italia, cuando en febrero de este año un joven de 19 años que llegaba con su familia a la casa de su tío para festejar el cumpleaños de éste, fue asesinado delante de todos por sicarios que aparecieron de la nada a bordo de una moto.
Por estos últimos actuó rápido la Justicia y todo parece haberse 'calmado', siendo acusado de liderar la Asociación ilícita que ordenó las muertes Evelio "Yiyo" Ramallo desde su lugar de detención.
Por los otros hay detenidos (en el caso de Bejarano dos hermanos de apellido Torres); en el caso del "Villerito", primero detenido "El Cordobés" luego liberado y ahora otros sindicados como presuntos autores.





No es la ciudad que queremos





Seguramente ésto también es así, señora, señor. Más allá que haya crecido. Más allá de las cuestiones interpersonales. Más allá de la droga y el alcohol. Más allá de los problemas cotidianos. Más allá de la falta de policías. Más allá de la evidente falta de prevención. Más allá de la evidente falta de capacidad de algunos funcionarios que sobreviven con el mismo latiguillo. Más allá de un montón de cosas.
Estoy seguro que si hacemos una encuesta queremos la ciudad de la paz y la tranquilidad, aunque no podamos retroceder en el tiempo. Aquella en la que los vecinos eran verdaderos vecinos; aquella en que las personas dirimían sus cuestiones de otra manera. No a los tiros y a las puñaladas, o a los golpes de puño. Entendemos la inseguridad, aunque no la compartamos. Sabemos que el crecimiento tiene sus pro y sus contras. Nos duelen las entraderas; nos molestan los arrebatos; nos indigna que te roben las zapatillas o la garrafa desde el patio. O que te rompan una puerta, una ventana, o una vidriera para llevarse menos en valor económico que el año y el perjuicio que te generan al tener que cambiar un vidrio o poner otra reja u otra alarma, que al final terminan no sirviendo para nada.
Pero nos molesta también los que debieron haberse preparado para enfrentar estos problemas y no lo hicieron. Nunca previnieron.
Jamás vieron más allá de sus propias narices. Casi nunca -por no ser demasiado terminante- salieron de su zona de confort. Algunas veces aparecen para decir gansadas. O cosas sin sentido. O para hacer un relato que todos conocemos o vemos. No, definitivamente no es esa la ciudad que la gran mayoría de los rafaelinos queremos y merecemos. Y tampoco son esos los funcionarios que nos merecemos. Rafaela ha crecido. Claro, nadie puede negarlo. Muchos de sus dirigentes y funcionarios lamentablemente no pudieron acompañar ese crecimiento. Y se nota. Lamentablemente cada vez con mayor nitidez.





Y...la ciudad creció





La pregunta que habría que hacerse -dando por cierto lo anterior- es si aquellos que deben diagramar y llevar adelante las políticas de seguridad están capacitados para hacerlo o crecieron intelectualmente y en ideas al ritmo de la ciudad. Y la respuesta es no. Pero no porque se nos ocurre. No, porque lo muestran de manera permanente. Todavía no se dan cuenta de que no alcanza con ir al lugar del hecho cuando las cosas ya pasaron. Esa tarea lamentablemente es de los fiscales que no están para prevenir, sino para actuar una vez que los sucesos se consumaron. Los otros (hablamos de algunos funcionarios) llegan siempre después. Y siempre después es siempre tarde. Y siempre después es como el burro detrás de la zanahoria. Eso sí, cuando aparece una cámara o un micrófono llegan siempre primero. Para contar lo que habitualmente sabemos. O para decir lo que dicen siempre: que son cuestiones interpersonales; que hace mucho tiempo mantenían diferencias; y que ahora todo está en manos de la Justicia. Y en el mientras tanto, ¿vos que hiciste para tratar de aportar algo? Nada, o casi nada. Llegar (después) y ponerte en el sitio donde te tomen las imágenes. Eso sí, cuando la noticia trasciende, cuando lamentablemente vemos el nombre de Rafaela en letras grandes en los noticieros nacionales ligadas a hechos policiales o de violencia, casi siempre también le terminan echando la culpa al periodismo. Patético. Y lamentable.
Pero así persisten usando latiguillos: Y...la ciudad creció; nosotros aportamos las imágenes de las cámaras de seguridad, después es cuestión de la Justicia. Claro, responsabilidad de ellos nada... Y Rafaela sigue desangrándose. Con episodios de extrema violencia y con muertes que, quizás con muy poco, podrían haberse evitado.


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