El pueblo votó y los números cantan su rigurosa verdad. Nos podrá gustar o no - a mí no me gustan- pero son irrefutables. Y negarlos es tan inútil como negar que hoy es lunes y vivimos en Argentina donde reside un monstruo mitológico que Pepe Mujica bautizó con el nombre de "peronismo". ¿ Qué pasó anoche con los candidatos? Patricia se preparó para derrotar al kirchnerismo, pero ocurre que Massa no es exactamente un kirchnerista; es peronista, y un peronista de pelo en pecho hoy puede decir que es kirchnerista y mañana decir exactamente lo contrario sin que se le mueva un músculo de la cara o se altere su sonrisa de porcelana. Y encima, para desgracia de Patricia, se le cruzó en el caminoJavier Milei, motivo por el cual se quedó sin blanco, es decir, sin estrategia electoral, con el fusil cargado pero sin saber dónde apuntar. Milei, por su parte, se tomó en serio el rol de león y se creyó el rey de la selva al que no le entraban las balas. Y no dejó cagada sin hacer. Encima, se puso de punto con la iglesia católica al cuete, la institución que todos los domingos a lo largo y a lo ancho del país dispone de un cura y una feligresía a la cual decirle lo que todo buen cristiano debe hacer, por ejemplo, un domingo de elecciones con un candidato que promete públicamente romper relaciones con el Vaticano. Conclusión: Ganó Sergio Massa. Ganó el malo, el pícaro o como quieran llamarlo, pero ganó. Y las tiene todas a favor para ganar el mes que viene. Como antiperonista convicto y confeso repito lo que le dije màs de una vez a los amigos: nunca lo den al peronismo por difunto. Son como los gatos: mueren arañando; o, como Drácula, resucitan de las cenizas durante la danza de los vampiros. Y en el mano a mano con Milei en noviembre, Sergio Tomàs tiene todas para ganar: màs experiencia, más contactos, màs plata y, para completarla, a todo el peronismo entusiasmado por la victoria de ayer detrás suyo. Como broche de oro, habría que decir que en lo personal Massa le lleva una ventaja política decisiva a Milei: no se enoja. Por ūltimo, y para contribuir a la confusión general, no hay que descartar que en esta calesita de la vida, el que liquide al kirchnerismo no sea ni Patricia, ni los radicales ni el Espíritu Sanyo, sino Massa. En lo personal no me arrepiento de haber votado a Patricia, y si bien la derrota no me alegra, tampoco me corto las venas. Que Massa o Milei se hagan cargo del chiquero que hoy es Argentina. Una elección se puede perder, pero lo que no se debe perder es la fe política y la certeza de que en la timba de la vida siempre hay revancha.