Agro

Preparan una pulverizadora especial para periurbanos


18.55 Se trata de un dispositivo equipado con todos los sensores y que podría ser dirigido por un robot.





Como investigador del INTA Manfredi, Andrés Méndez sostenía que indefectiblemente el agro se robotizaría y que la utilización de nuevas tecnologías sería la fórmula para superar muchos de los conflictos ambientales que acompañan a la actividad agrícola, incluyendo las tan contorvertidas aplicaciones de agroquímicos cerca de los centros urbanos.





Hace unos días nos encontramos con Méndez en Tandil. El investigador ahora viste el traje de director de Innovación, Buenas Prácticas y Tecnología Agrícola del Ministerio de Agricultura. Y desde allí está realizando un saludable trabajo para que sus ideas se conviertan en acciones concretas: reunió a un conjunto de emprendedores de AgTech y fabricantes de maquinaria para dar vida al primer prototipo de una pulverizadora especial para trabajar en los periurbanos.





Se trata de un desarrollo muy prometedor que viene con todos los chiches: tiene un tamaño adecuado para esos lotes conflictivos que están cerca d elos pueblos, viene equipado con todos los sensores disponibles para hacer una pulverización inteligente, y con una estación climática que puede interrumpir el proceso en caso de que sople una ráfaga de viento. Además, en una segunda etapa, Méndez aspira a que sea manejada directamente por un robot.





Pero lo mejor es que se trata de un desarrollo colaborativo, entre los privados y el Estado. Joya, nunca taxi.





“Buscamos atacar un problema que tenemos hoy y que son las aplicaciones periurbanas”, explicó Méndez a Bichos de Campo. “¿Viste que el vecino denuncia la máquina que se mueve por el asfalto y que va a un determinado campo? Bueno, con este prototipo intentamos automatizar al sistema, y el paso que sigue es su robotización. Esta automatización no se rige por lo que ve y decide el que va arriba del tractor, sino que va con mediciones concretas”, agregó.





Cuando fue designado como director en el Ministerio de Agricultura, Méndez convocó a diversas empresas y emprendedores para, en conjunto, detectar diversos problemas a los cuales querían dar solución. La idea era, además, ayudar al productor a incorporar tecnologías que pudieran resolver dilemas concretos y darle mayor rentabilidad.





Lógicamente el principal problema que detectaron fue el de los conflictos por las aplicaciones de agroquímicos en zonas periurbanas, que en muchas zonas agrícolas están restándole una gran cantidad de tierras productivas al sector y generan enormes campos baldíos en torno a las localidades.





“En lugares como San Jorge, Santa Fe, la Corte Suprema puso más de 1,000 metros de restricción para la aplicación de agroquímicos, y para nosotros esto es más un problema que responde a de qué modo, en qué momento y cuánto se aplica un producto. Porque si vos igual respetaste esa restricción pero lo aplicaste mal al producto, lo tendrás flotando y si hay viento te lo llevará al poblado más cercano” a pesar de la prohibición de 1 kilómetro, reflexionó Méndez.





Para el ingeniero agrónomo queda claro que la determinación de áreas vedadas para los agroquímicos “no va a resolver el problema si se hacen mal las cosas”. Y por eso “debemos dar una solución tecnológica” al conflicto entre productores y sus vecinos urbanizados.





Con ese objetivo Méndez primero armó un registro de empresas AgTech que luego empezaron a evaluar cuáles podían darle soluciones para el periurbano. De ese trabajo nació este prototipo.





Una de las soluciones pasaba por utilizar una cantidad menor de agroquímicos en los lotes del periurbano, para lo cual se apeló al uso integrado de dos tecnologías de control localizado de malezas: Weed It y Weed Seeker. “Estas empresas competían, pero en este caso las juntamos entendiendo que debían ser un ecosistema de solución y no de competencia”, indicó el funcionario.





“Le llamamos ecosistemas dinámicos y colaborativos; dinámicos porque puede entrar y bajarse cualquier empresa en el medio, y colaborativo porque una empresa colabora con la otra para hacer un mejor producto”, resaltó.






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-¿Y cómo funciona este equipo pulverizador?





-Aplica solo donde hay maleza. Anteriormente lo teníamos para trabajar sobre barbecho (detectando la presencia de malezas), pero ahora lo tenemos también para trabajar en cultivo en pie, ya sea maíz, trigo o soja. Al detectar la maleza solo aplicará allí donde la vea- explicó Méndez. Con este tipo de sensores, según las experiencias previas, la cantidad de agroquímicos utilizados puede llegar a reducirse hasta 80%.





“Teniendo el sistema estabilizado el equipo solo usará entre el 15% a 20% del total de agroquímicos. Y si el lote ya tiene pocas malezas será mucho más fácil. Es obvio que si está todo enmalezado va a tirar (el insumo) en todo el lote, pero a medida que se va cerrando el manchón de malezas tirará menos producto”, amplió.





Otro punto alto del prototipo fue colocarle una estación meteorológica en los extremos de las pequeñas alas, de modo tal de poder censar todo lo que va pasando con el clima en tiempo real. El equipo detecta lo que ocurre en el entorno en que opera la maquina.





“Esto significa que está midiendo en el aplicador y no es una red de estaciones meteorológicas. Si por ejemplo el aplicador te indica que en el lote hay 20 kilómetros de velocidad de viento, entonces no podré aplicar. Si el equipo te avisa que las condiciones no son aptas, el aplicador u operario debe cortar, aunque pronto desarrollaremos el sistema para que sea automatizado”, explicó Méndez.





Otra innovación que trae el prototipo se mete con las boquillas. “El tamaño de gota a aplicar es algo fundamental. El sistema australiano por ejemplo te indica que debes usar gotas de 300 micrones o más, que serían gotas grandes. Para nosotros antes era mejor aplicar gotas más chicas para que cubra en más lugares, pero hoy en zonas periurbanas cambia el esquema y se recomienda aplicar gotas grandes” que tiende a caer más rápido y entonces generan menor peligro de una deriva.





Otro de las novedades de esta maquinita es que trae un cobertor de botalón, que sirve para evitar que una eventual ráfaga de viento disperse las gotas a aplicar. Méndez aclaró: “Hay que mejorarlo todavía mas pero básicamente la idea es que ninguna ráfaga de viento perjudique el sistema de caída de gotas”.





“Nuestra idea es robotizar muchas cosas porque creemos que ahí se amplia la red de trabajo. Es decir, si hoy digitalizamos al agro con robótica, eso sería un llamador de gente joven para que desarrollen ideas digitales desde sus lugares de origen”, manifestó el director del Minagri. Por ahora la pequeña pulverizadora es arrastrada por un tractor, pero pronto se la podría ver funcionando sobre un robot que recibiría todas las órdenes a distancia.





Lo que Méndez confirmó con este proceso para generar un prototipo es que ya hay muchas empresas de AgTech con gente joven a cargo, desarrollando tecnologías para solucionar cosas cotidianas en el agro.





“Acá surge algo interesante y es que en el agro hay una parte que a pesar de usar mucha tecnología no tiene la mente tan abierta como sí la tienen los que hacen AgTech. Por eso es bueno generar un esquema que ayude a ambos y genere mayor rentabilidad, con esquemas de certificaciones, de trazabilidad, de códigos QR en la carne por ejemplo, y así lograr cosas que antes eran impensadas”. (Bichos de Ciudad)


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