En este Año Nuevo celebremos cuidando a la población más vulnerable y a los animales, apelando a diversos rituales y evitando el uso de pirotecnia.
Desde el Gobierno municipal se impulsa la campaña de concientización que se enmarca en la Ordenanza Nro. 5081 del año 2016 y que declara a Rafaela como "Ciudad Libre de Pirotecnia de Efecto Audible No Lumínica", prohibiendo el uso de pirotecnia sonora no lumínica en eventos organizados por el municipio.
Asimismo, la normativa prohíbe la tenencia, venta, acopio, exhibición y expendio al público en forma onerosa o gratuita de "bombas de estruendo" de una pulgada o más y otros productos de similar o mayor poder explosivo, aunque sean de fabricación autorizada.
Es importante recordar que la ordenanza también prohíbe la venta a menores de 16 años y la elaboración, comercialización, tenencia y uso de todo artefacto de pirotecnia que no haya sido calificado como "de venta libre" por fabricaciones militares.
De esta forma, año tras año se busca comprometer a la ciudadanía para generar un cambio cultural en el modo de celebrar y expresar la alegría en estas fechas tan importantes y sentidas.
Quienes necesiten hacer denuncias y reclamos, podrán hacerlo a la línea telefónica que habilitó el Gobierno municipal: 42 54 00.
Daños provocados por la pirotecnia
La pirotecnia daña a los adultos mayores, bebés, animales, a las personas del espectro autista y a aquellas que tienen alguna discapacidad o hipersensibilidad sensorial. También a los que padecen enfermedades y malestar al ruido ensordecedor y la contaminación acústica.
Los efectos que producen en ellos son miedo, estrés, palpitaciones, taquicardia, afectación del sistema inmunitario y, en caso de enfermedad, empeoramiento de la salud del paciente.
Asimismo, la manipulación incorrecta de pirotecnia puede llevar a provocar lesiones como mutilaciones, fracturas, luxaciones, heridas, lesiones oculares con perforación y penetración de cuerpos extraños, hipoacusia por perforación del tímpano y quemaduras de diversas consideraciones.
Además, su uso inadecuado puede ser causante de daños materiales a bienes privados y públicos con incendios en zonas arbóreas, coches calcinados, toldos en llamas y, en el espacio que habitamos, contaminación ambiental y acústica.