14.05 Los expertos afirman que no sería sorprendente si este año se detecta una nueva variante de preocupación en medio del récord de contagios en el mundo. ¿La próxima podría ser más leve o más grave?
Las letras del alfabeto griego probablemente no alcanzarán para cubrir todas las variantes que puede llegar a desarrollar el coronavirus SARS-CoV-2 detectado por primera vez en Wuhan, China, en diciembre de 2019.
Alpha, Beta, Gamma, Delta y Ómicron son hoy las variantes de preocupación (VOP) que la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasificó como más peligrosas. Y encomendó a los ministerios de Salud de cada uno de los 200 países que hay en el mundo, realizar una vigilancia exhaustiva para detectar nuevas mutaciones.
Según aclara el máximo organismo sanitario internacional, todos los virus cambian con el paso del tiempo y también lo hace el virus causante del COVID-19.
“La mayoría de los cambios tienen escaso o nulo efecto sobre las propiedades del virus. Sin embargo, algunos cambios pueden influir sobre algunas de ellas, como por ejemplo su facilidad de propagación, la gravedad de la enfermedad asociada o la eficacia de las vacunas, los medicamentos para el tratamiento, los medios de diagnóstico u otras medidas de salud pública y social”, precisa en un comunicado.
Según aclara la entidad, sus redes internacionales de expertos llevan a cabo un seguimiento de los cambios que experimenta el SARS-CoV-2 para que, en caso de que se detecten sustituciones significativas en aminoácidos, se pueda informar a los países y a la población acerca de las medidas que se deban adoptar a fin de reaccionar ante la variante y de prevenir su propagación.
Para ello, se han establecido sistemas de ámbito mundial, cuya eficacia se está reforzando actualmente, para detectar «señales» de posibles variantes preocupantes y de interés y para evaluarlas en función del riesgo que supongan para la salud pública mundial. No obstante, las autoridades nacionales pueden optar por designar otras posibles variantes preocupantes y de interés a escala local.
En el mundo, ya se registraron más de 321 millones de personas con el diagnóstico de la enfermedad COVID-19. Hubo más de 5,5 millones de fallecidos en estos dos años y las nuevas mutaciones del coronavirus no dan tregua a los sistemas sanitarios estresados. Ayer solamente, se reportaron más de 3,2 millones de infecciones nuevas en solo 24 horas en todo el mundo, signo de la evolución del patógeno convertido en la última variante Ómicron, con más de 50 mutaciones de las cuales 32 corresponden a la proteína Spike, la llave por la que el coronavirus ingresa al cuerpo, lo que la convierte en la cepa más contagiosa hasta ahora.
Ómicron consiguió propagarse por el mundo mucho más rápido que las anteriores. Detectada el 24 de noviembre en Sudáfrica, ya está presente en más de 150 países en menos de dos meses. Mientras tanto los expertos en epidemiología y virología intentan explicar qué tiene que hacer la humanidad para evitar que haya más variantes de preocupación y que se alcance el ansiado fin de la pandemia.
“Cada variante que entra desplaza a la anterior sobre todo por su mayor capacidad de transmisión y esta tendencia la vemos en Argentina como ya se ha visto en el resto de los países”, sostuvo a Infobae el doctor Daniel Stecher, jefe de la División Infectología del Hospital de Clínicas.
“Las causas por las que la variante Ómicron es más contagiosa están relacionadas con las mutaciones que esta cepa presenta. lo que le ha permitido una mayor transmisión siempre por la vía aérea, como funciona este virus. Las formas de contagio y los síntomas de esta variante son muy similares a las previas, sin embargo lo que se está observando es que los síntomas suceden en las vías respiratorias altas: más resfriados, más secreción nasal que más bajos como la neumonía, lo que no quiere decir que esto último no se den en algunos casos con Ómicron”, amplió el especialista.
“Que esta variante sea más contagiosa pero que provoque menos internaciones y muertes no quiere decir que estemos llegando al final de la pandemia. El fin de la pandemia es absolutamente impredecible, porque los virus siguen circulando y siguen haciendo nuevas variantes, de manera que es difícil hablar del fin de la misma. Lo que podemos decir es que lo que estamos observando es una mayor transmisión pero una menor gravedad en las formas clínicas, en menos internaciones y menos mortalidad. Esto podría deberse en parte a las características de esta variantes, pero sobre todo a las altas tasas de vacunación que estamos teniendo en el país y en casi todo el mundo” finalizó Stecher.
Las estrategias y las medidas que recomienda actualmente la OMS siguen funcionando contra las variantes del virus detectadas desde el comienzo de la pandemia. Se ha demostrado en muchos países con amplia transmisión de variantes preocupantes que las medidas sociales y de salud pública, como las de prevención y control de la infección, reducen eficazmente el número de casos, hospitalizaciones y muertes por COVID-19. (Infobae)