Ante la consulta de un cronista de CASTELLANOS, el concejal Lisandro Mársico opinó sobre la audiencia pública: "El proceso participativo que decidió implementar el Juzgado mediante el sistema de audiencia pública, en el marco de la ley 10.000 (recurso contencioso administrativo sumario), teniendo en cuenta que se deben dirimir cuestiones relacionadas con el ambiente, me pareció un paso procesal necesario y novedoso, el cual debo destacar".
Y agregó: "La misma tuvo un carácter informativo, con la participación de todas las partes y de los terceros interesados; entiendo que a partir de aquí y debido a que es un recurso sumario, ya queda sólo que se dicte la sentencia".
"Creo que sea cual sea la resolución -continuó- que tome el Juez (Matías Rolón), va a estar sujeta a apelación y será la Cámara Civil y Comercial quién tendrá que decidir en segunda instancia, hasta podría llegar a la Corte Provincial".
Finalmente, el edil del PDP señaló: "Hubo en nuestra ciudad muchos planteos por la ley 10.000 ante la Justicia local por diferentes temas que tienen que ver con los intereses difusos, pero abrir el caso a la participación ciudadana mediante el proceso de audiencia pública nunca había sucedido, por lo que genera un antecedente muy importante y trascendente en la resolución de temas ambientales en nuestra jurisdicción".
Mirada de la Fiscal
Durante la jornada, expusieron Carolina Castellano y Clarisa Neuman por parte del Ministerio Público Fiscal.
"La postura de la Fiscalía es que reducir el cinturón ecológico de 200 a 50 metros para permitir las fumigaciones con fitosanitarios de origen biológico y orgánico, sin que haya una garantía absoluta de que son inocuos para el ecosistema y la salud humana, es contraria al principio de derecho ambiental, consagrado por los tratados internacionales y las leyes generales del ambiente. Uno de los más importantes es el principio precautorio que se anticipa al daño, y en caso de dudas o faltas de certezas se debe estar a favor del ambiente", opinó técnicamente Castellano ante la consulta de este Diario.
Y agregó: "De la documental del expediente surgen 2 bibliotecas: de la parte actora, acompañada por informes de la Facultad de Medicina y de ingenieros químicos, diciendo que no son inocuos, aunque sean de origen biológico u orgánico afectan la salud. De la otra parte, dicen que son de muy bajo riesgo o muy poca toxicidad. La Corte tiene un fallo donde dice que en caso de duda se debe estar a favor de la naturaleza, in dubio pro natura".
La contundencia de la verdad
La asociación civil "Productores Unidos de Rafaela" emitió un comunicado, que a continuación se transcribe:
Parece una forma particular y hasta redundante clasificar la verdad desde el saber científico, pero en este caso resulta por demás pertinente dada su contundencia. La verdad es o no lo es, sin caer en el falso e inadmisible "depende de quién lo diga o con qué biblioteca se la analice". Peor aún sería negociar semejante máxima que guía nuestro espíritu cívico legal hablando de escala de grises o matices, hablando de dudas, hablando de trillados "y por las dudas". Tristes son los "y por las dudas" que hicieron de la temeridad infundada el cobijo de aletargados procesos evolutivos superadores y seguros, dada su innovación, y visionariamente destinados a la preservación de lo que heredamos para que otros lo hereden. "Y por las dudas" se astilla hasta quebrarse sin más si esa misma pretendida duda es zanjeada por la certidumbre, la convicción en el cumplimiento de la ley y la historia en el ejemplificado obrar. Las dudas quedan al margen cuando la certeza se impone, cuando las intenciones desdibujadas se ponen en evidencia, cuando la contundencia de la ciencia significa la base irrefutable sobre lo que se dice, se hace, se legisla, se convalida y en estas instancias, se juzga.
Hoy, las únicas entidades habilitadas con el rigor técnico y científico que la misma ley nacional otorga como únicos garantes de los procesos de evaluación, aprobación, convalidación y clasificación de productos fitosanitarios orgánicos y biológicos, entre otros; y de su puesta en praxis a través de la investigación y asesoramiento especializado, son SENASA e INTA. Y estas instituciones hablaron con la contundencia que da un carácter superlativo y garantido en el cumplimiento de principios de la prueba e irrefutable profesionalidad que por mandato jurídico y de responsabilidad con la sociedad y el ambiente les cabe. El resto es opinión bañada de endebles y voluntaristas "y por las dudas". No señores, las dudas nunca debieron formar parte de este proceso. Este proceso nunca debió formar parte de la historia de esta ordenanza. Y menos aún de su presente y futuro. Esta ordenanza nunca debió haber sido emparentada siquiera con las antípodas de lo que la verdad representa.
Hoy la ciencia "gritó" con la contundencia de la palabra reflexiva y abarcativa, localmente en un amplio podio de voces probas e irrefutables, representadas por el Ing. Agr. Leandro Roggero (SENASA Rafaela), el Ing. Agr. Jorge Villar (INTA Rafaela), el Ing. Agr. Luis Carrancio (INTA Oliveros), y vía zoom del supervisor técnico del área de Registros de Productos Fitosanitarios y Fertilizantes Biológicos de SENASA, Ing. Agr. Sebastián Gómez, máximo referente en la temática nodal observada. Ellos fueron la voz de la ciencia. Ellos fueron la voz de la verdad. Trajeron blanco sobre grises los aspectos y terminologías que deben utilizarse y sobre cuyos principios debe actuarse, guiándose no por diccionarios hogareños, sino por manuales técnicos, científicos y registrales convalidados internacionalmente para el ejercicio de sus funciones.
Mientras tanto, el complemento de la palabra y la expresión de todos los de a pie que formamos parte de la audiencia fueron por demás de "interesantes", ya que todas traslucieron sus reales intenciones y en algunos casos desdibujados intereses. Deteniéndonos en este término como el mero recorrer de posturas que bien pueden ser teñidas de visiones particulares de quienes demandan, de quienes son demandados y hasta de quienes de buena fe obran desde el percibir simplemente voluntarista. También pueden tildarse de intencionadas las apreciaciones de este grupo de productores como "parte interesada". Pues claro que lo somos. Somos quienes ponemos la tierra de nuestros abuelos para que sobre ellas muchos infieran, dictaminen qué hacer y qué no hacer, e incluso que sobre las manos que las laborean, prejuzguen.
Nosotros somos los primeros ambientalistas con nuestros propios recursos. Generaciones de trabajadores del campo que preservamos nuestras manos, las de nuestros hijos, de nuestros empleados, de sus vecinos y los de más allá. Las manos de todos. Los que trabajamos para ver que esas mismas manos hagan con la naturaleza, y no de la naturaleza, el lugar para hacer más alimentos honrándola, cultivándola y cuidándola.